Espectáculos

Ecos del gran Alberto Sordi en Roma

Símbolo máximo de la 'commedia all'italiana', su voz no se acalla a 18 años del fallecimiento. Su imponente casa en Piazzale Numa Pompilio se abre para revelar aspectos desconocidos del artista.

Desde Roma

Especial para La Prensa


Si bien el imaginario colectivo supone que Marcello Mastroianni y Sophia Loren son los mayores símbolos del cine italiano, la realidad es que desde la fibra más íntima de la península, los nombres de Alberto Sordi y Anna Magnani son los predilectos. Hicieron su carrera dentro de los límites de la icónica Cinecittá y fueron ellos, con su lenguaje, sus modos y sus formas, los que más fanatismo generaron entre los seguidores del séptimo arte. Sobre todo Sordi -incluso más que el aristocrático Totó-, bandera indiscutida por su real idiosincrasia, que con sus personajes autóctonos mostró al mundo la gloria de la inolvidable 'commedia all'italiana'.

A 101 años de su nacimiento y a 18 años de su muerte, la figura de Alberto Sordi continúa generando motivaciones. No solo una de las galerías comerciales más imponentes de la famosa Vía del Corso lleva su nombre, sino que su mansión se convirtió el año pasado en un museo donde el público, a modo voyerista y cinéfilo, puede recorrer los pasillos, descubrir sus obras de artes y objetos antiguos -el protagonista de `El especulador' decía que si no hubiera sido actor se hubiese dedicado a la colección de objetos añosos-.

La visita guiada, acompañada por estricta seguridad y medidas de higiene, continúa por su habitación (con una enorme cama matrimonial), su estudio privado, donde puede observarse una colección de premios (entre ellos, cinco Nastro d'Argento, siete David de Donatello y el prestigioso León de Oro por su carrera cinematográfica en el Festival de Venecia); los salones principales cubiertos con sus fotografías, libros y obras de arte (entre muchos, hay tres lienzos de Giorgio De Chirico), su barbería personal, un teatro privado donde mostraba a sus íntimos sus proyectos, y un paradisíaco y silencioso jardín con piscina.

JOYA ARQUITECTONICA

Rodeada de vegetación, la mansión ubicada en Piazzale Numa Pompilio, cerca de las Termas de Caracalla, una de las zonas residenciales de mayor lujo de la capital italiana, es una joya arquitectónica creada en 1928 por Clemente Busiri Vici, que perteneció originalmente a Alessandro Chiavolini, secretario privado de Benito Mussolini. Dicen que Sordi siempre pasaba por delante en bicicleta y decía que en algún momento ese inmueble imponente sería suyo. Sueño que se hizo realidad el 20 de mayo de 1958 cuando con una oferta de 80 millones de liras se impuso a su competidor Vittorio De Sica, quien no llegó a arrebatársela debido a una mala noche anterior en el casino. Como se sabe, el paradigmático director de 'Ladrón de bicicletas' era ludópata.

Como anexo a la muestra 'Alberto Sordi 1920-2020', un amplio galpón contiene todo lo relacionado con su trayectoria como actor de teatro, con los guiones de sus primeras obras; su extensa cinematografía, con los presupuestos originales de sus películas más famosas y los afiches de la mayoría de sus éxitos. En el medio de la muestra, maniquíes exhiben sus trajes más recordados, como el de cura, bombero, policía y camarero, y también pueden observase la moto Harley-Davidson de 'Un americano en Roma' y la bicicleta de 'Revuelta general'.

Cierra la muestra un gran cine donde pueden observarse fragmentos de su filmografía, que llega a más de 150 películas como actor y 19 como director.

En proceso de expansión y para lograr el sueño de que su casa fuera otro foro de cine y cultura para Roma, a futuro el museo albergará el archivo personal de Sordi, que actualmente está en poder del Centro Experimental de Cine de Cinecittà, donde está siendo catalogado y restaurado. Con un impresionante listado de más de 5.500 películas, la histórica villa de quien hiciera la pareja más divertida de la cultura italiana junto a Mónica Vitti, será el núcleo inicial de investigación sobre el cine italiano del siglo XX, abriéndole así las puertas al resto de los reconocidos actores y directores italianos de la historia.

HIJO DILECTO

Volviendo al fanatismo por su nación y, sobre todo, por su amada Roma, como honor y regalo, el día de su cumpleaños número ochenta, concretamente el 15 de junio de 2000, el alcalde de la capital italiana, Francesco Rutelli, le concedió al director, actor y guionista -por 24 horas- el cetro de la ciudad de la que fuera nombrado hijo predilecto.

Alberto Sordi o Albertone, como le decían sus fanáticos, tras una larga enfermedad, muere el 25 de febrero de 2003 a la edad de 82 años. Su funeral se realizó durante dos días seguidos en la Sala de Armas del Campidoglio, donde fue despedido por una multitud cercana a las 300 mil personas. Ese día, el diario Il Messaggero tituló en su portada: 'Adiós Alberto, ahora todos nos sentimos un poco más solos'.