Opinión
Vanidades de la política

Dos bolsas de gatos (maullando en el abismo)

En un grado algo distinto, pero igualmente ostensible, tanto el oficialismo como la oposición incurren en vicios que chocan a la seriedad de la República.



1) Candidaturas. Ni el gobierno ni la oposición tienen candidatos definidos; el lector ya lo sabe. También conoce las especulaciones acerca de quienes lo serán. Lo que me atrevo a compartir con él es apenas una cavilación. ¿Sean quienes sean los que resulten electos…se enderezará, realmente, el rumbo de nuestro país?

Del oficialismo, no es esperable. Su gobierno es catastrófico. Por otra parte, el peronismo como partido carece de la menor consistencia. Por ello lo comanda Cristina, quien para Perón hubiera sido una “gorila de izquierda”. Además, su presidente, Alberto Fernandez, antes de devenir justicialista recorrió todos los partidos. Y, finalmente, su chance visible, Massa, viene de la UCD. De peronismo “clásico”, ni noticias. Interrogante adicional. Si Massita ganara ¿obedecería a Cristina con la mansedumbre de Alberto? Posiblemente no. Si ella admite esa baraja, apta para toda oportunidad y tapete, es porque el suelo se abre bajo sus pies.

2) Candidatos que renuncian. En este punto, gobierno y oposición han sido simétricos. Cristina y Alberto de un lado y Vidal y Macri del suyo, renunciaron a unas candidaturas más imaginarias que reales. Empate.

Cuando Cristina parecía que iba a desistir de su desistimiento y que su sol del 25 asomaba, ha dado media vuelta ratificando su renuncia. Aunque esta parece definitiva, sus zigzagueos son parte de su personalidad (es vicepresidente y opositora; singular bipolaridad). Y sin su visto bueno, nadie hubiera ideado el operativo “clamor” que los suyos programan para el día patrio. “Clamor” que aborta su nuevo “renunciamiento”.

3) Rasgos comunes. En un grado algo distinto, pero igualmente ostensible, tanto el oficialismo como la oposición incurren en vicios que chocan a la seriedad de la República. Señalaremos algunos de los más visibles. Hay muchos más.

A) Mudanzas de distrito. Una maña común, es la de los candidatos que se deslizan de un distrito electoral a otro. Con lo cual buscan un destino personal, que no el de ninguno de dichos distritos. No hace tanto que Cristina, senadora por Santa Cruz, pasó a serlo, de un día para el otro, por Buenos Aires. Y hoy, Jorge Macri, actual intendente de Vicente López, aspira a la Jefatura de Gobierno de esta Capital. Su licencia en el primero de esos cargos no disminuye la gravedad del gambito.

Para peor, corre con los colores de su primo, el ex presidente Mauricio Macri, figura relevante de Juntos. En otras palabras, Juntos avala el traspaso. Y ningún candidato saltimbanqui – de cualquier partido que sea - es confiable. Son sólo una muestra de la peor “picaresca criolla” (como lo fueron, dicho sea de paso, los “candidatos testimoniales” que jamás habrían de ocupar los cargos para los cuales eran postulados).

B) Cambio de partido. También los partidos son fungibles. Actualmente, el hiper alfonsinista Moreau es K ferviente y diputado oficialista. Por su parte, la UCR, sin el menor sonrojo, propone como Jefe de Gobierno a Lousteau. Sí, Lousteau, el que fue ministro y luego Jefe de Gabinete de Felipe Solá, en la Provincia de Buenos Aires. Y que coronó su carrera peronista como ministro K y autor de la tristemente célebre Resolución 125. ¿Sería antes un radical vergonzante? ¿O descubrió su amor por la UCR cuando se desbarrancó en el peronismo? Tanto da.

Hay muchos personajes versátiles boyando en el mercado. En Juntos revista el ex senador Pichetto quien, cuando presidía el bloque peronista de esa Cámara, batalló fervorosamente por elevar a ley dicha Resolución 125 (aquello que fracasó por el voto “no positivo” de Cobos).

Por su parte, Rodríguez Larreta fue gerente general de la Anses, interventor en el PAMI y Subsecretario de Estado con Menem. De allí, tal vez, su suavidad con el peronismo, con el que cree conveniente tender puentes. Como si ellos no implicaran el olvido de la corrupción K y su algo suavizada prolongación en el futuro.

También de origen peronista, en realidad de Montoneros, es la precandidata Bullrich. Quien luego fue ministro con de la Rúa. Cierto es, sin embargo, que demuestra ser mucho más combativa que el maleable Larreta. Por ello, en apreciable medida, sectores adversos a sus orígenes políticos hoy la apoyan.

También de la marca peronista son Santilli y Ritondo, precandidatos a gobernar la provincia de Buenos Aires. Este último llegó a ser Subsecretario del Interior con Duhalde. Va lo dicho de un somero vistazo. Seguro es que hay más casos relevantes. Y que el cambio de camiseta se multiplica en las segundas y terceras líneas partidarias.

C) Zonas de pacto: administración y justicia. Que la administración pública crece día a día es un hecho notorio. Que los K la aumentaron como nadie, con masa militante e inidónea, asimismo lo es. Pero también hay zonas de compromiso donde gobierno y opositores se reparten cargos. Ejemplo cruel: la increíble cantidad de “asesores” –también inidóneos– con los que cuenta todo legislador del Congreso nacional. Y lo propio ocurre en las legislaturas de provincia y en los municipios.

Otro tanto sucede con la justicia, en la cual el Consejo de la Magistratura –creación de la Constitución de 1994 – obra como comité de reparto. Idoneidad y honestidad no son datos decisivos: basta leer los diarios para comprobarlo.

4) Consecuencias. Todo ello causa que los políticos sean vistos como una corporación, como la tan meneada “clase política”. Porque está a la vista que tienen intereses muy propios. Intereses de clase. Por eso ya no representan los de las distintas clases de la sociedad, que debería ser su verdadera tarea. Vale recordar que sus altos sueldos -y las mil y una prebendas adicionales de las que gozan- se las garantiza el monopolio de las candidaturas que a los partidos políticos concede su Estatuto (ley 23.298) (*)

De allí el escaso interés que despierta la próxima elección, al punto que la indecisión y los votos en blanco ocupan alto lugar en las encuestas previas. El minutero corre y la oposición, envuelta en conflictos internos, demora las imprescindibles propuestas que se aguardan.

Así, en materia electoral, debería derogarse el monopolio citado. En materia de seguridad, anunciarse ya cuales son las normas penales y procesales a modificar para terminar con la “puerta giratoria”. En cuando a austeridad estatal, cabe proclamar un cronograma con el que se reduzca pronta y radicalmente el personal de la administración (que sobra sobradamente). Urge que se anuncien planes serios en materia de salud y de educación. Todo lo cual debería estar ya claramente expuesto. Porque de vaguedades, la gente está cansada. Y el abismo está allí.

(*) “Les incumbe, en forma exclusiva, la nominación de candidatos para cargos públicos electivos” (art. 2 ley citada).