Diego no murió. El recuerdo lo mantiene vivo. Esa noticia que nos impactaba, que nos olía a fake news porque nos parecía imposible hace exactamente un año, a muchos sigue sin parecernos real todavía. Nos mantenemos pensando eso. Que no puede ser, que no se debe haber muerto. Que por ahí andará haciéndole gambetas a la parca, pelota al pie. Lo que nos sucede a varios, esa perplejidad ante la noticia fatal, ¿es un mecanismo de defensa? ¿Nos queremos proteger frente al dolor? ¿Somos incrédulos porque si? ¿Inocentes?
La extraordinaria película Coco, de Disney, creada en 2017, hace una metáfora perfecta sobre la muerte. La historia se basa, principalmente, en que existen dos vidas. La de los vivos y la de los muertos. Y que el problema de los muertos sería que dejan de existir realmente en el terreno de los vivos, el día que se los olvida definitivamente. Una verdad ciertamente inexorable, como el paso del tiempo. Cuanto más lejos estamos de un suceso, menos lo recordamos. Lo mismo va para las personas.
Un ejemplo que utiliza el magnífico filme es que, una vez que ya no queda en este plano siquiera una fotografía del occiso, ese es el instante en que desaparece. Desaparece incluso del mundo de los muertos, el muerto. Porque ya no queda ni un solo recuerdo del personaje en cuestión en la tierra de los vivos. Con Maradona eso nunca va a pasar.
Habrá, por siempre, conmemoraciones hacia su figura. Cientos de libros, series, reportajes, videos, imágenes. Todo, todo el tiempo, promete inmortalizarlo. Comentarios, entrevistas, semblanzas que lo mantendrán presente, de eso se trata. Diego eterno no será un deseo solo de los maradoneanos, ni algo que podrán esconder debajo de la alfombra quienes se fastidiaban con el que fuera el mejor del mundo jugando al fútbol pero, al mismo tiempo, podía crear olas de repudio por actitudes insoportables.
Diego eterno nunca será deseo o resignación, depende de qué lado estés en el país de las grietas. Diego eterno será inevitable. 365 después de su desaparición de la tierra es muy fácil comprobar la teoría. Habrá que ver que sucederá dentro de 10, 50 o 100 años. Imposible saberlo pero no imaginarlo.