El jueves pasado falleció el poeta, escritor, pensador y maestro Juan Luis Gallardo.
A lo largo de la vida, ésta nos regala la presencia de seres irrepetibles a quienes nosotros tenemos la suerte de conocer. Personas que con su sola presencia nos llenan y todo aquel que está a su lado se siente dichoso. Así me sentí junto a Juan Luis Gallardo. Aun conmovido por la partida de un amigo a quien extrañaremos, quiero rendirle mi homenaje y gratitud, con este humilde testimonio.
Para mi Juan Luis fue un maestro, con él en mis primeros años de vida militar aprendí en las largas conversaciones que manteníamos en Esquina Chica sobre ejemplos reales y actuales, desde la experiencia, desde sus errores o logros y eso me ayudaba mucho a entender la importancia de sus lecciones.
Con sus obras literarias descubrí e interpreté el sentir católico y patriota.
En su poema Las cosas buenas, me enseñó:
“Me gustan mis amigos, mi patria, mi mujer, mis hijos, mi apellido, mi Dios y mi deber.”
A continuación en Las cosas malas nos dirá:
“Odio la alegría que termina con el carnaval y la categoría de ganador moral…
...es una pena que se invoque la libre competencia si no existe equivalencia entre las posibilidades...
...Es un falso intento de convertir en dogma la opinión más votada. Sin embargo detesto también el que se intenta gobernar sin apoyo del común de la gente.”
Con Juan Luis también compartí qué cosas celebrar: “En medio de este mundo que teme y que bosteza quisiera con mis versos celebrar la grandeza. En medio de este mundo que rezonga y protesta celebrare el ejemplo del gesto y de la gesta… En medio de este mundo que rige la estadística celebraré a los héroes, el talento y la mística”.
“Celebro al individuo que se levanta en medio de esta gris que es la cifra-media”.
“Celebro a los que tuercen el curso de la Historia, recordando a Lepanto con Juan de Austria y con Doria”.
“Celebro la obediencia del patriarca Abrahán”.
“Celebro la hidalguía de Díaz de Guzmán.”
“Celebro en Roncesvalles la muerte de Rolando... Celebro las empresas de Isabel y Fernando.”
Juan Luis me mostró una forma de ser soldado, que me sirvió para ejercer el mando, fundamentalmente me señaló las virtudes y comportamientos que debe seguir un buen jefe, tanto con superiores como con subordinados, ilustrando sus consejos con citas de grandes pensadores y militares de prestigio.
Con la Gesta de Malvinas, Juan Luis medita sobre la naturaleza de la vida militar desde la experiencia de nuestros héroes y mártires, dedicando su atención al espíritu militar heredado de España.
En su libro El penúltimo ataque, nos recuerda el espíritu y talante que debe tener todo argentino bien nacido: "Siempre tenemos presente la idea de volver. Y si no podemos llegar ahí, estaremos en otras generaciones. Sin embargo, creo que voy a estar vivo cuando las Malvinas vuelvan a estar en poder argentino. Nuestros muertos, los que quedaron allí, nos están llamando... y tenemos que volver por ellos (Subteniente Jorge Daniel Pérez Grandi. Testimonio tomado del libro Malvinas-Contrahistoria, Héctor R. Simeoni).
La pasión por Malvinas y por la Patria fue una constante en la vida de Juan Luis, y así se ha convertido en un guía que nos marcó rumbos en un mundo repleto de veletas
.Sin saber que nos depararía este 2024, en mayo participe en un Congreso de Reunificación de la Hispanidad y allí rescatamos para todos los concurrentes (de 14 países hispanoamericanos) su definición de la Hispanidad: “Diría que es profesar la fe en Jesucristo y el amor a María Santísima, poseer el sentido del honor, respetar a la familia bien constituida, amén de practicar el coraje, la hospitalidad y la galantería. Sin olvidar que es a través de España que estamos insertos en la Civilización Cristiana, como legítimos herederos de Grecia y de Roma.”
Nuestra ponencia en Colombia rescato las enseñanzas del maestro: “La gesta de Malvinas, caso Testigo para la unión de la Hispanidad”, porque en 1982 salió a relucir nuestra herencia de coraje y valor, allí se demostró que la América hispánica puede ser, si así se lo impone, una unidad geográfica, política, cultural, lingüística y religiosa compacta. Esta "nación colosal", este espacio geográfico único en el mundo entero, por su unidad lingüística, histórica y religiosa indivisible, tiene desde el punto de vista político, también una identidad común.
Y como nos enseñara Juan Luis, esta identidad común está forjada no solo por los objetivos comunes a realizar, sino también, por la naturaleza del enemigo común que desde siempre la unifica. "La distinción política fundamental es la distinción entre el amigo y el enemigo".
Para Hispanoamérica, el enemigo no es otro que el imperialismo anglosajón, y quienes están ocultos pero activos tras sus acciones depredadoras, constituyendo aquello que Pío XI llamara: “el Imperialismo Internacional del Dinero”. La historia de la dominación anglosajona así lo demuestra.
Con ese espíritu de unidad y de reunificación de la Hispanidad, en legítima defensa propia frente a los precitados enemigos, y en legítima preservación de nuestras tradiciones, para ello lucho Juan Luis Gallardo.
Nuestro deber es seguir su lucha, en eso andamos.
Mi saludo a su familia, a sus hijos (en especial a mi amiga M. Eugenia), a Rosario su señora con mi afecto y consideración.
¡Descanse en paz Maestro!
Postdata: El dibujo que se reproduce aquí fue hecho por Juan Luis, preside la Tapa de su libro “Crónica de Cinco Siglos”. Hace algunos años, el original me fue obsequiado por el autor. Y como homenaje fue replicado y entregado a todos los asistentes al Congreso citado en este artículo en Cartagena de Indias, mayo de 2024.