Por Fernando Miguel Salon
Todos o casi todos quieren la dolarización. El presidente entonces prometió dolarización. Veamos qué se puede dolarizar y qué no se puede por causa de la matemática, ya que dolarizar sin dólares es una utopía.
Hay otras denominaciones circulando (dolarización endógena o economía bimonetaria), pero ello no es dolarización sino la intención de formalizar y ampliar un poco más lo que ya se hace de hecho, y con dólares propios, ya existentes en manos de una parte de los argentinos.
LO QUE NO SE PUEDE DOLARIZAR
* Los pesos en poder del público, los depósitos bancarios, y las obligaciones del Estado y del BCRA incluyendo varios tipos de títulos en presos: todos esos pesos deberían ser cambiados por dólares en caso de dolarización, o sea en caso de que el peso desaparezca de las cuentas públicas y privadas, y de los bolsillos y la cabeza de la gente.
Ese reemplazo requeriría de una enorme cantidad de dólares y es sabido que no existen, ni siquiera en un porcentaje esperanzador. Como cálculo aproximado se necesitarían u$s 125.030 millones al tipo de cambio actual de aproximadamente $1.000 solamente para comenzar con el reemplazo de lo básico: el dinero.
A fin de septiembre de 2024 hubo una base monetaria en pesos total equivalente a u$s 22.396 millones de dólares y depósitos en entidades financieras en pesos equivalente a u$s 102.634 millones de dólares. No están aquí los bonos en pesos que son deuda del Estado, que deberían dolarizarse en sus intereses, y totalmente el capital a su vencimiento.
Las reservas del BCRA de u$s 28.273 millones no sólo que no se pueden tocar, sino que deben incrementarse para consolidar la economía y estabilizar el peso bajando la inflación. El tipo de cambio para equilibrar la ecuación seria enorme. Nótese la relación entre los dólares necesarios para dolarizar y las reservas internacionales, que es de 4,5 veces.
Otros dólares no hay, pues la capacidad de endeudamiento del país ya está muy sobrepasada y aun si no lo estuviera no habrá apetito de riesgo crediticio en las entidades usualmente prestamistas a los Estados Nacionales.
Los dólares guardados de los argentinos, esos famosos u$s 260.000 millones que están en cajas de seguridad tampoco se pueden tocar pues son propiedad privada. Y el blanqueo sólo externalizó una minúscula parte de lo escondido (u$s 14.000 millones, coincidente con el gasto en viajes al exterior en 2024 de los argentinos).
Aquella confiscación histórica de dólares forzadamente cambiados por pesos a $1,40 en 2002 aún sigue generando desconfianza y especulación a pesar de haber transcurrido 22 años. Sucede que en 22 años nada hemos hecho.
Y otra fuente de dólares no hay. Cualquiera que diga “la Reserva Federal” está fuera de la realidad y de este mundo, o por lo menos no sabe cómo opera la Fed. Entonces no es posible dolarizar sin dólares la enorme masa monetaria de pesos.
* Los sueldos y jubilaciones: al no haber dolarización de la base monetaria ni los otros conceptos mencionados en el punto anterior, las empresas y el Estado deberán continuar pagando sueldos y jubilaciones en pesos.
Eso también es así porque los ingresos (por impuestos para el Estado y por ventas para las empresas) seguirán siendo en pesos, entonces los egresos (pagos de salarios) también deben ser en pesos. Lo que “sale” debe tener su origen en lo que “entra”.
Todo lo que deba ser hecho en pesos de acuerdo con la ley: incluyendo transacciones judiciales, comerciales, bancarias e impositivas. Válido tanto para créditos como para deudas. La ley no puede obligar a pagar en otra moneda que no sea la de curso legal (valga la redundancia, la que el Estado provee), pues el dólar no se genera en Argentina, sino que debe ser comprado, importado, y pagado por el BCRA desde USA con otras divisas disponibles.
Podrá establecerse un equivalente al tipo de cambio, pero eso es lo que ya sucede hace años. Eso no es dolarización.
* Todo lo que se pretenda que sea hecho con divisas del Estado: eso es contrario a la política oficial actual de mantener equilibrio de cuentas y estabilidad del peso. Y principalmente porque el Estado no debe financiar al sector privado, excepto en casos de interés nacional y social.
LO QUE SI SE PUEDE DOLARIZAR
* Las operaciones privadas que se hagan con los dólares de la gente (los u$s 260.000 millones): aquí entran los negocios inmobiliarios, automotores y/o cualquier otro bien que particular e individualmente se pacte hacerlo en dólares. Vendedor y comprador deberán estar conscientes del riesgo cambiario (“FX risk”) en caso de que al vencimiento pactado para tal negocio esos dólares no estén disponibles.
Esto no modifica en mucho la actualidad pues los inmuebles y otros tantos activos tienen la referencia dolarizada desde hace muchos años.
* La llamada economía bimonetaria y/o dolarización endógena: endógena significa con los dólares que ya están en poder de la gente, ya sea blanqueados o en sus colchones. O sea, no significa que el Estado ponga ni un solo dólar para este tipo de cosas. Es la estrategia que está planeando el Gobierno para que la gente saque a la luz y use sus dólares.
La implementación puede tener más o menos complejidades, pero serán sólo operacionales (de procedimientos administrativos y de sistemas), o sea que podría ser hecho aun con cepo.
Este tipo de complejidad meramente operacional no debería usarse como excusa para reclamar el levantamiento del cepo el cual traería inflación a través de una alta demanda de billetes.
Las posibles tarjetas de débito prepagas en dólares serian buenas para operar en blanco en el mercado interno, pero tendrían su parte negativa que es facilitar o incentivar la compra de bienes en el exterior (personalmente u online), en detrimento del mercado argentino.
Cualquier tarjeta o producto para implementar esa bimonetizacion debería ser bancario para que tenga sus riesgos controlados (riesgos regulatorios, operacionales, tecnológicos y de seguridad de la información, liquidez y otros). Cualquier plataforma no bancaria esta, en general, fuera del nivel de control que los bancos tienen. Y si no, vean lo que sucede en San Pedro con un probable esquema de fraude financiero al estilo Ponzi o piramidal bajo investigación.
También son los bancos los que deben ofrecer una tasa razonable en dólares si fuera el caso, pues se habla de tasas que no son las del mercado internacional del dólar, entonces es una tasa de riesgo.
Entonces en este rubro, ya sea que se cobre, pague, ahorre o invierta, será siempre con dólares propios (endógenos). No es dolarización, pues los dólares para esas cuentas y tarjetas habrá que ir a comprarlos con pesos al tipo de cambio que sea, o sacarlos de la caja de seguridad.
Una alerta más: para esta dolarización endógena o economía bimonetaria el Gobierno tendrá que impedir que haya bicicletas financieras a través de agentes bursátiles, que puedan ser legales pero que jueguen en contra del objetivo deseado, tal la operación llamada “contado con liqui” que hace desaparecer reservas del BCRA bajo la mirada silenciosa de todos. Si así fuera, estos nuevos productos bancarios no se alimentarían con dólares “endógenos” sino con los del BCRA.
El objetivo debe ser siempre que esos dólares endógenos muevan la economía nacional real, no que se usen para especular. Invertir no es especular, ¿no?
* Las importaciones y exportaciones: desde ya todo el comercio exterior es en dólares, euros, u otra moneda con cotización estable internacional. Aquí, el más dolarizado es el exportador. El importador vende en el mercado interno en pesos, así que tiene el riesgo de cambio. Por eso los productos importados están muy caros en Argentina, que no es por las tasas de importación -que bajaron- sino porque se compra (importa) en dólares y se vende en pesos, y puede haber brecha por cualquier suba del tipo de cambio.
Eso, además de la ganancia exagerada que tiene el importador argentino. En un paréntesis anecdótico, recuerdo que años atrás un comerciante me dijo que compraba jeans en Estados Unidos a 10 dólares y los vendía en Argentina a 100. Le dije que era un caradura inflacionista y me fui a sentar en otro lugar, aun sin conocerlo. Además del exceso de gasto y la emisión monetaria, esos importadores son también responsables por la inflación.
CONCLUSION
En suma, aquella persona que pensó que la dolarización significa que a fin de mes le paguen el sueldo en dólares y que el peso sería cosa del pasado, estuvo errada. No hay dólares para eso. Aquel que pensó que dolarización era hacer transacciones libremente con los dólares ya existentes en su colchón, está en lo cierto.
¿Pero qué pasa con el 52,9% de pobres? Ellos nunca tendrán dolarización, pues sus magros ingresos nunca se dolarizarán y tampoco entran en la categoría de operaciones dolarizadas mencionadas más arriba.
En consecuencia, también hay una cuestión social: no se puede dolarizar solamente para menos de la mitad de la población argentina. Eso incrementaría la brecha económica y social. Habría argentinos “semidolarizados”, y otros argentinos con sus pocos pesitos.
Los primeros tendrían la fantasía de que se semi olvidaron del peso y/o que Argentina se transformó en Estados Unidos como en la época del 1 a 1; y los segundos mirarían desde afuera, con “la ñata contra el vidrio”, con hambre y con bronca. Eso no va, por respeto, por ética.
Entonces, ¿adonde está el secreto de la estabilidad monetaria argentina? Pues está en estabilizar el peso a través del equilibrio de las cuentas nacionales, no emitir, no gastar más de lo que se recauda. O lo que es lo mismo, si se quiere gastar más hay que producir, recaudar más, y ser más eficientes. Y ese es justamente el plan del presidente: estabilizar el peso. Allí esta la “dolarización”.
Entonces debemos empezar a pensar en pesos y a cuidar la moneda nacional como todos los países del mundo lo hacen, excepto un puñadito de países con economías muy pequeñas que están dolarizados.
Eso también ayudará a desarrollar la economía nacional en pesos, la industria nacional, y no a estar pensando en lo importado. Ningún país se desarrolla importando bienes de consumo que fácilmente podrían producirse en el país. ¿Te gusta la marca importada? Lo siento, no hay dólares para eso. Esta debería ser la filosofía.
Cada vez que se hable de dolarización (ya sea desde el Gobierno o desde los medios de comunicación), el lector puede hacer un ejercicio matemático muy simple: ver en la pagina del BCRA la cantidad de dinero en poder del público y bancos (para no entrar en complejidades adicionales), dividirlo por el tipo de cambio actual o el deseado, y en la misma pagina ver si esos dólares existen o no. Si no están, la dolarización real es una utopía.