A partir de un maldición que se prolongará en el tiempo, luego de un asesinato, comienza la historia del Silbón, una leyenda popular que involucra la figura de un ser mítico que deambula por los pueblos con una misión justiciera, precedido por un silbido de determinadas características que preanuncia la muerte.
La acción del filme se ubica en la zona rural de un pueblo latinoamericano, a fines del siglo pasado, y sigue con la cámara una continuidad de crímenes que se suceden en un pueblo, en el centro de una comunidad casi medieval, donde el sometimiento ancestral de los servidores hacia los propietarios de la tierra, con su ristra de abusos, son moneda corriente.
"El Silbón", reciente ganador del premio al Mejor filme iberoamericano en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre (BARS), atrae por su cuidada transcripción de un ambiente primitivo de supersticiones, paternalismos y atropellos, y la atmósfera que se crea con un buen aprovechamiento de la naturaleza como marco de esa suerte de duende deforme, que maldito desde el nacimiento, mata sin piedad a culpables de iniquidades.
Con ciertas equivalencias respecto de un mito nuestro que se extiende a Brasil y Paraguay, el Silbón recuerda la figura del Yasy-Yateré, enano silbador, ladrón de niños y jovencitas, diferente respecto de éste que nos viene de Venezuela. En contraste con la fealdad del Silbón, la presencia del Yasy-Yateré seduce pero mantiene, como el Silbón, sus acciones cuestionables.
Filme naturalista con personajes planos, "El Silbón", con buen ritmo, abunda en sangre y ritmo ágil, tiene un buen manejo del sonido, atractiva fotografía y una bella canción final, sumado a un correcto grupo de actores en el que se destaca Vladimir García como personaje protagónico.
Calificación: Buena