El 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer, proclamado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y auspiciado por Alzheimer's Disease International (ADI). El primer Día Mundial del Alzheimer se celebró en 1994 y desde 2012 la organización Alzheimer's Disease International (ADI) decidió extender la conmemoración por todo el mes de septiembre, y así se consignó el “Mes Mundial del Alzheimer”.
La enfermedad de Alzheimer se considera la nueva epidemia del siglo XXI. Se estima que para 2050 el número de personas con Alzheimer ascienda a 131,5 millones.
ALOIS ALZHEIMER Y EL CASO DE AUGUSTE DETER
La enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, es un trastorno neurodegenerativo que afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento. El conocimiento sobre esta enfermedad ha evolucionado significativamente, desde sus primeros descubrimientos hasta los avances más recientes en investigación y tratamiento.
El 25 de noviembre de 1901, el doctor Alois Alzheimer, un psiquiatra y neurólogo alemán, trató a una paciente llamada Auguste Deter, que lo haría posteriormente famoso. Se trataba de una mujer de 51 años que presentaba pérdida de memoria, confusión y comportamientos irracionales. El relato de la entrevista fue publicado y luego repetido en diversas publicaciones y es de sumo interés porque muestran el proceso de la anamnesis que realizó Alzheimer en esa paciente que presentaba ese cuadro aun no diagnosticado. Fue cinco años después, tras la muerte de la paciente, que en su rol de patólogo Alzheimer examinó su cerebro y descubrió dos hallazgos característicos: placas amiloides y ovillos neurofibrilares que aún hoy se reconocen como las principales características de la enfermedad.
En el 37 encuentro de la Sociedad de Psiquiatras en Tubingen, presentó una exposición que llamó “Sobre una extraña y grave enfermedad de la corteza cerebral”. Estas observaciones sentaron las bases para el estudio de lo que más tarde se conocería como la enfermedad de Alzheimer, un término acuñado por el psiquiatra Emil Kraepelin en 1910 en su tercer manual de psiquiatría.
Durante décadas, la enfermedad fue considerada rara y se pensaba que solo afectaba a personas de edad avanzada. No fue hasta la segunda mitad del siglo XX que se reconoció que el Alzheimer era una de las principales causas de demencia entre los ancianos.
Los años 60 y 80 marcaron momentos clave en la investigación del Alzheimer. Se descubrieron la proteína beta-amiloide y la proteína tau, ambos elementos esenciales en la formación de placas y
ovillos neurofibrilares que dañan las neuronas. Estos hallazgos fueron fundamentales para entender los mecanismos subyacentes del Alzheimer y cómo estas proteínas dañan las células nerviosas. A fines de los años 90, los avances genéticos revelaron mutaciones en los genes APP, PSEN1 y PSEN2, relacionados con formas hereditarias de la enfermedad. Esto ayudó a esclarecer algunos de los factores genéticos de la enfermedad, aunque la mayoría de los casos siguen siendo esporádicos y sin una causa claramente definida
En la actualidad la enfermedad de Alzheimer sigue siendo un desafío médico y científico, sin embargo, en los últimos años, los investigadores han identificado que el sistema inmunológico y la inflamación cerebral pueden contribuir al desarrollo y progresión del Alzheimer. Esto ha abierto nuevas líneas de investigación en terapias que modulan la respuesta inmunitaria para reducir la inflamación y proteger las neuronas.
Otro avance considerado como tal por muchos fue la aprobación, en 2021, del medicamento aducanumab, para reducir las placas amiloides, por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos. El medicamento sin embargo presenta diversos informes controversiales. A pesar de esto, representa un paso hacia tratamientos que no solo aborden los síntomas, sino también la progresión de la enfermedad.
Las terapias no invasivas, como la estimulación cerebral profunda, se están estudiando como posibles formas de retrasar el deterioro cognitivo.
A pesar de los avances, el tratamiento efectivo del Alzheimer sigue siendo esquivo y no existe aún una cura para esta enfermedad, a pesar de promesas que en algunos casos se hacen sobre el malestar de familiares de pacientes, pero siguen no estando sustentadas por la evidencia científica. La mayoría de los medicamentos actuales solo alivian temporalmente los síntomas, y ninguno detiene o revierte la progresión de la enfermedad. Sin embargo, la investigación continúa enfocándose en varias áreas prometedoras, como la intervención temprana antes de que aparezcan los síntomas, el desarrollo de biomarcadores para un diagnóstico más preciso, y la combinación de terapias personalizadas basadas en las características genéticas y biológicas de cada paciente.
En resumen, el conocimiento sobre la enfermedad de Alzheimer ha avanzado considerablemente desde su identificación inicial. Los tratamientos actuales y futuros, junto con enfoques personalizados y nuevas tecnologías, ofrecen esperanza para mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta devastadora enfermedad.