Suplemento Económico

Deme dos


La frase se repite, casi institucionalizada, cada vez que la Argentina atraviesa por un proceso de fortalecimiento cambiario. En eso estamos de nuevo, con el peso vigoroso y el dólar lánguido, situación que no hace más que acicatear las importaciones e invitar a los argentinos a planificar las vacaciones en el exterior.

Lo paradójico del caso es que el fenómeno se produzca en un momento en que el país no tiene divisas suficientes para levantar el cepo cambiario y en una dinámica donde las reservas del Banco Central suben y bajan, alternativamente, en una sinuosa danza monetaria.

Por repetida, la idea no deja de ser menos cierta. El Banco Central mira con preocupación el advenimiento del verano, donde la salida de divisas por turismo será consistente. De hecho, el jueves las reservas netas negativas del BCRA llegaron a unos u$s 8.600 millones tras la compra por parte del Tesoro de u$s 2.800 millones para el pago del vencimiento de capital de bonos en enero.

La entidad le impone al peso una devaluación mensual del 2% que ya converge con el índice de inflación, y prometió llevarla aún más abajo. En este contexto, la combinación de un peso revalorizado y un real que ha caído por nocaut frente al dólar en Brasil hace prever una invasión argentina en el país vecino.

El peso robusto no sólo expulsa argentinos, al menos aquella franja con capacidad de ahorro que se va de vacaciones todos los veranos, sino que también se erige como un elemento que amedrenta y sofrena la llegada de turismo desde el exterior. Ergo, entran menos dólares al país.

En la semana el Indec informó que el número de extranjeros que visitaron Argentina en octubre pasado cayó un 36,6% interanual, hasta 754.900 personas. El turismo receptivo llegó principalmente de los países limítrofes de Argentina como Brasil (23%) y Uruguay (17,7%).

El documento destaca que en octubre arribaron además al país 340.800 extranjeros que ingresaron sin pasar una noche en su territorio, un fenómeno que se concentra en ciudades fronterizas o en visitas de un día a Buenos Aires por vía aérea, terrestre o fluvial. Esta cifra de los denominados excursionistas se desplomó un 42,8% en comparación con la de octubre de 2023.

CONSUMO

Así las cosas, es esperable que todos los que en verano viajen al exterior -principalmente a las playas de Brasil- produzcan un goteo de divisas en el pago de servicios y las compras de bienes de consumo, que claramente están muy por debajo del nivel de precios local.

Con pocos dólares en la caja y ante la realidad de que la llegada de inversiones extranjeras llevará un tiempo de maduración -se anunció que vía RIGI hay en estudio proyectos por u$s 7.820 millones-, el Gobierno igual alienta la apertura económica. Podría ser pragmático pero, como en el cuento de la rana y el escorpión, no puede con su genio.

La decisión de elevar el límite de compras al exterior por envío de u$s 1.000 a u$s 3.000, igualando el nivel del que gozan los países de la región, termina por agregarle nuevas condiciones al consumo. Además, en una medida de mayor calibre, también se implementó la rebaja de aranceles para la importación de productos que moverán el amperímetro del comercio interno.

Un informe de una consultora reveló que a la plaza local podrían llegar Notebooks importadas con una rebaja del -57%; teléfonos celulares con -73%; relojes, -63%; tablets, -60%; y auriculares, -59%. También en productos esenciales como la vestimenta el ahorro para el consumidor podría ser del 25% promedio.

Se estima que ingresarían al país camperas deportivas con una diferencia de precio del 72% con respecto a lo que hoy se vende en los comercios. El listado es largo: campera Softshell Columbia, -64,6%; Jeans Levi’s Premium, -57%; buzo de entrenamiento Under Armour, -39,4%.

El consumo, sin embargo, tiene dos caras. La franja social con empleo registrado y capacidad de ahorro podrá disfrutar del viaje al exterior y tal vez tenga más a mano la posibilidad de comprarse una computadora o un jean de marca barato. Quienes, en cambio, se encuentran por debajo de la línea de pobreza -y son muchos- viven otra realidad.

Para esas personas las compras apuntan a satisfacer las necesidades básicas, principalmente comer. Ahí los registros nos hablan de otra Argentina, una economía que no arranca ni genera empleo, bien que la ayuda estatal combinada de la Tarjeta Alimentar y la Asignación Universal por Hijo (AUH) ha logrado cubrir la Canasta Básica Alimentaria.

Según datos del Indec, en septiembre los supermercados vendieron por $1,59 billones, lo cual implicó una contracción interanual del 12,8% y un retroceso del 0,4% en comparación con el mes previo. De este modo, la serie desestacionalizada del organismo mostró que se trató del mes con menor actividad desde abril y el peor registro en cinco años.

En la Argentina del peso fuerte la comida es cara. A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región donde los salarios tampoco levantan vuelo, al menos allí el sustento diario no se vuelve una utopía. ¿Disciplinará los precios el Gobierno abriendo la importación de alimentos en el Granero del mundo?

Un informe del Ieral de la Fundación Mediterránea, firmado por el economista Tobías Lucero, indica que el costo de una canasta de alimentos integrada por 11 productos rondaba los u$s 36,4 en Argentina (tipo de cambio oficial). En Chile y Uruguay, la canasta tenía valores de u$s 45,0 y u$s 44,6, respectivamente, mientras que en Brasil costaba u$s 29,1.

El documento señala también que “en cuanto a la comparación con Chile y Uruguay, a pesar de tener Argentina una canasta más barata que en estos dos países (-19% y -18%, respectivamente), se encontraban productos más caros en el país que en los vecinos, caso de la leche (+6%), el arroz (+4%) o los fideos (+2%) con respecto a Chile; y el arroz (+38%) o la leche (+1%) con respecto a Uruguay”.

La semana se cerró con el anuncio de que la carne en el mostrador de las carnicerías experimentará un salto que oscila entre el 10 y el 12%, luego de meses de permanecer congelada.

SALARIOS

Estos pequeños brotes verdes en el consumo de sectores suntuarios vienen de la mano del dato oficial según el cual el salario registrado le ha ganado a la inflación en los últimos meses. Es una foto que muestra apenas una parte del mapa social.

Un análisis de Cifra (Centro de Investigación y Formación de la República Argentina, dependiente de la CTA) subraya que el salario mínimo, vital y móvil “tuvo una pérdida de poder adquisitivo apenas asumido el gobierno actual, producto del efecto de la devaluación de la moneda y su impacto en los precios”.

Y agrega que “no hubo recuperación alguna para el salario mínimo, que en octubre con $ 271.571 mostró un valor real 28,4% menor que en noviembre de 2023. Esa pérdida se acumula con retrocesos de años anteriores: en cada uno de los años 2018, 2019 y 2020 el salario mínimo vio disminuir más de 10% su poder adquisitivo. De este modo, en octubre de 2024 el poder de compra de este salario mínimo fue 39,9% menor que en noviembre de 2019, al final del gobierno de Cambiemos, y 54,0% menor que noviembre de 2015”.

En la Argentina de los mil rostros las compañías de los sectores líderes -aquellos vinculados a la exportación como el agro y los hidrocarburos- saben que sólo con buenos salarios podrán conservar a sus mejores hombres y mujeres. Y pagan en consecuencia.

La consultora Adecco Argentina difundió un paper esta semana en el cual destaca que los sueldos de los CEOs en Argentina pueden ir de los 7 a los 25 millones de pesos, según el tamaño y la facturación de la compañía. En la industria pesada se encuentran los salarios más altos.

“Entre las empresas que facturan $ 5.000 millones anuales el salario promedio del CEO mensualmente es de $10.011.210. En empresas que facturan entre $ 5.000 millones y $ 45.000 millones anuales el salario promedio del CEO mensualmente es de $16.702.378”, indica. En la punta de la pirámide se hallan sueldos de $$25.904.993. Además, el 68% de las empresas participantes entregan bonos al CEO y el valor que más se repite es de 2 sueldos.

¿Qué pasará en 2025? “La expectativa de inflación está en permanente revisión por el mercado, con tendencia a la baja. Se espera entonces que las organizaciones gestionen aumentos salariales de valores más acotados y con menor frecuencia que en los últimos años. En esta lógica, la diferenciación entre niveles de pago de las distintas organizaciones e industrias probablemente responda a cómo cada una logre aumentar la productividad, generar mayor eficiencia y mejorar los resultados de su negocio”, explica Mercedes Bernardi, Client Development Manager en Mercer.

El peso fuerte y el dólar barato marcan la cancha, imponen condiciones. El Gobierno no devaluará para ganar en competitividad, una receta que nunca sale bien y pega siempre por el lado de la inflación. El dilema es si optará por conservar un tipo de cambio que sólo le sirve a los sectores exportadores del agro en la zona núcleo y a los hidrocarburos de Vaca Muerta, o construye una Argentina para todos.