El 26 de julio de 1842 moría en Río de Janeiro el almirante David Jewett, el primer marino en izar el pabellón patrio en las Malvinas. Jewett había nacido en Estados Unidos en cuya marina había realizado una meritoria carrera durante el conflicto armado que dicha nación tuvo con Francia en 1798. La reforma de la armada norteamericana dejó a Jewett fuera del escalafón. Por un tiempo trabajó de marino mercante, pero en 1815 ofreció sus servicios a las Provincias Unidas como corsario expresando su intención de prestar servicios a "la gran causa de la emancipación".
Al mando del bergantín "El invencible" hostigó al comercio español cobrando varias presas como corsario.
En 1820, cuando aún el Directorio pretendía estar al mando de un país que se desintegraba ante el avance artiguista, Rondeau le dio a Jewett el mando de la "Heroína" y transitoriamente fue el comandante en jefe de la Marina argentina. En marzo de ese año le fue encomendada la tarea se reafirmar la posesión de las Malvinas. Se conocía que una cantidad de barcos extranjeros pescaban en su cercanía y se reabastecían en las islas donde abundaba el ganado vacuno. Allí debía izar el pabellón nacional.
SIGNADO POR LA ADVERSIDAD
Este viaje estuvo signado por la adversidad. El segundo de a bordo murió a poco de zarpar. La nave asignada no era veloz, razón por la cual el viaje se hizo más largo, se escaparon presas por no poder darle alcance, hubo casos de escorbuto y un conato de rebelión entre la tripulación. Los ánimos fueron aplacados por el enérgico accionar de la infantería embarcada al mando del capitán Laureano de Anzoategui. Para colmo de males un temporal dañó la nave estando cerca del archipiélago. Al observar la infinidad de naves extranjeras que se dedicaban a la pesca y caza de lobos marinos, Jewett decidió difundir un oficio informando que las Provincias Unidas tomaban posesión efectiva de las islas que le pertenecían por derecho propio.
La "Heroina" quedó fondea en el Puerto Soledad donde desembarcaron a fin que la tripulación se repusiese del accidentado viaje. Dada la reciente revuelta, el capitán Jewett debía dormir con las armas al alcance de su mano ya que temía otra insubordinación.
El 6 de noviembre izó la enseña patria frente a miembros de naves pesqueras extranjeras, mientras tronaban las 21 salvas de artillería.
Jewett permaneció en la isla hasta el 20 de abril de 1821. Antes de partir, había enviado a la goleta norteamericana "Rampart" (capturada en aguas malvinenses) a poner a las autoridades nacionales al tanto del cumplimiento de su misión.
Sin embargo, al capitán le fue recriminada la captura de naves portuguesas y norteamericanas porque en su orden de corsario solo se nombraban a barcos españoles. Jewett había apresado a estas naves porque sostenía que depredaban la fauna ictícola del archipiélago. Mientras que algunos ven en este un acto de reafirmación de la soberanía sobre el archipiélago, los países ajenos a la contienda con la metrópolis española lo reportaron como un acto de piratería.
Sea por esta razón o por la complicada situación que se vivía en Buenos Aires, donde ya no existían las autoridades a las que había ofrecido sus servicios (el Directorio como gobierno nacional había dejado de existir), Jewett renunció a su cargo.
ALMIRANTE DEL IMPERIO
Tentado por el ofrecimiento del nuevo emperador de Brasil, que acababa de romper lazos con Portugal, Jewett se puso a las órdenes de Thomas Cochrane. Este almirante había concluido su campaña libertadora en Chile y buscaba nuevas aventuras (y más remuneraciones) en aguas del Atlántico. En 1824 participaron en la sofocación del movimiento independentista de Pernambuco, acto que consolidó el poder de Pedro I.
Mientras una serie de desinteligencias alejaban a Cochrane de la corte brasilera (las diferencias económicas por la liquidación de las presas duraron más de 50 años), Jewett se establecía en Río de Janeiro como oficial de la armada.
Cuando se desataron las hostilidades entre el Imperio y las Provincias Unidas, Jewett prefirió no actuar contra una nación a la que había prestado servicios y dio parte de enfermo. Fue relevado de su cargo y así evitó participar de este conflicto.
Jewett falleció en Río de Janeiro ostentando el grado de almirante del Imperio y el reconocimiento argentino de haber llevado la enseña nacional a estas islas que aún permanecen irredentas.