El agobio, la opresión se siente en el aire, se respira. La soledad lastima más que una daga. Un reloj marca las horas, los minutos, los segundos que faltan para alcanzar el día. El espacio despojado conduce a un abismo inevitable, el del propio ser interior que en el aparente sosiego de la noche mansa ve estremecerse a sus peores fantasmas.
“La idea de esta propuesta está muy influenciada por la pandemia y un par de pérdidas que sufrí, muy significativas en mi vida”, explica el dramaturgo, actor y director Damián Iglesias al introducir el que quizás sea su trabajo más personal, la obra de teatro físico ‘La eternidad de una noche’, que está presentando en la sala La Carpintería. “Yo venía de hacer otro tipo de teatro, más musical, pero me decidí a hacer un unipersonal que durante el proceso creativo se fragmentó y se repartió en cinco actores que en el fondo son un solo personaje”, comparte. “Mi sensación es la de una catarsis muy grande que viví como autor al momento de escribir, y que más tarde involucró también a mi actor, mi director y mi compositor, porque también la música fue escrita por mí”.
-Este volantazo en su carrera al pasar del musical al teatro físico, ¿fue algo buscado o se dio de manera natural?
-Lo busqué, sí. Si bien venía haciendo trabajos que me daban mucho placer necesitaba un cambio. Este año lo empecé en el Multiteatro haciendo una obra con Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, 'La fuerza del cariño'. Ese fue un primer paso que me alejó del musical y me acercó al teatro de texto. Y a la par fue surgiendo esta necesidad de hacer algo mío. Todo se fue dando.
-¿Qué balance hace de 'La fuerza del cariño' en una temporada que por varias razones resultó complicada?
-Para mí ha sido una experiencia inolvidable. Trabajar con actores como Solita y Osvaldo, y también con Julieta Ortega, fue algo hermoso. Después, el teatro es muy especial, se tienen que dar muchas cosas para que funcione. Y esto no funcionó. Tal vez no interesó el tema de la obra, pero el equipo era excepcional y nos llevábamos de diez. Después Solita tuvo unos inconvenientes de salud y finalmente la obra bajó de cartel.
ZONA DE CONFORT
-Lo anterior a 'La eternidad de una noche' también fue algo completamente diferente en su historial: 'La minoica', de Pablo Gorlero, del género absurdo...
-Sí, otro trabajo distinto, alejado de mi zona de confort. Me gustó la propuesta porque hace tiempo no trabajaba la comedia y a mí me gustan los polos opuestos: el drama-drama y la cosa disparatada. Fue algo muy experimental, por un lado, y que a la vez me permitió ponerle mucho de mí al personaje. La pasé bien.
-Pareciera que 'La eternidad...' aborda muchas cuestiones pero en el fondo hay solo una, ¿verdad?
-Es cierto. La obra habla del reflejo de uno mismo frente al espejo en la soledad de la noche o del encierro. Ese momento en el que uno se da cuenta que necesita acariciarse y quererse un poco más. A menudo uno no piensa que debe quererse a sí mismo, entonces es cuando se despiertan los conflictos. Sobre el final hay un texto en el que digo que cuando está por amanecer uno debe reflexionar y perdonarse porque en la vida hay un montón de cosas que van más allá de uno, aunque sea uno el que las carga al hombro. Siendo una obra tan conceptual, esa noche a la que alude el texto puede ser una vida entera o apenas un instante; esa noche es lo que el espectador quiere que sea. La devolución del público que ha venido a vernos es maravillosa porque cada espectador flashea su noche. En definitiva, la construcción final de la obra la hace la gente.
-La soledad dolorosa que refleja la obra, ¿fue la suya durante la pandemia?
-A decir verdad, yo no transité la pandemia solo, no literalmente solo. Pero viví situaciones muy intensas, la pérdida de familiares muy directos, y esos momentos sí los atravesé solo porque no se podía ingresar acompañado a los hospitales. Hay momentos de la vida en que, aunque no estés solo, te ves obligado a estarlo y el tránsito por esos lugares no se puede negociar.
-¿Por qué desdoblar en cinco actores lo que nació como un unipersonal?
-El cinco es mi número sagrado en la vida y entendí que conviven muchos perfiles diferentes en una misma persona. Si bien al principio iba a estar solo, después sentí la necesidad de repartir la carga en otros artistas que me llevaran a esos otros lugares. Convoqué a colegas, gente muy amada por mí para que se fragmentara ese ser. Por otra parte, yo pretendía que la obra fuera muy física y hay algo del teatro físico que a través de estos cinco elementos va contando una misma historia.
“Trabajé de esto toda la vida y siento que los proyectos llegan a uno en momentos especiales”, sostiene el dramaturgo, actor y director.
Desde la entrega corporal, e incluso desde lo dramático e interpretativo, ‘La eternidad de una noche’ es una obra realmente demandante para el actor. Junto con Damián Iglesias salen a escena Matías Asenjo, Federico Sorrentino, Matías Acosta e Ignacio Colombara. La puesta en escena y coreografía son obra de Florencia Laval y el diseño de luces pertenece a Alejandro Huella. "Llegar a estos artistas también fue una parte constitutiva de la propuesta. Es toda gente a la que ya conocía, que había visto trabajar y en la que fui encontrando aspectos que podían resultar de interés para nutrir mi idea -dice el director-. Hicimos un gran trabajo de composición con cada actor y fueron aportando cosas de sí mismos. Hay textos que ellos dicen, que nacen de cuestiones muy personales, que también a mí me interpelan. Por eso es que creo que la obra tiene esa riqueza".
-El hecho de despojarse de todo para alcanzar la esencia del ser los lleva incluso a abandonar la ropa.
-Entre todos entendimos que este personaje que encarnamos no se siente observado, está solo y hay algo de esa libertad que debía estar expuesta. Como cuando uno está solo en su casa y seguro de que nadie lo está mirando. Ahí es cuando todo se desmadra porque está en su estado más puro, no está atravesado por la mirada de un otro. Es lo más libre que uno puede estar por más que se encuentre encerrado.
En la piel de Omar, en la exitosa 'Sapos secos'. (Foto: Martina Grupalli)
VISCERAL
Además de continuar con las funciones de ‘La eternidad de una noche’, los viernes a las 20 en La Carpintería (Jean Jaurés 858, localidades por Alternativa Teatral), Damián Iglesias se incorporará en noviembre a la exitosa ‘Sapos secos’, obra musical escrita por Pedro Velázquez y Sebastián Aldea que se ha convertido en un verdadero fenómeno del teatro independiente (martes y domingos en El Extranjero). “Es una gran propuesta, una obra hermosa, muy visceral. Me sumo para cubrir en algunas funciones el rol de Omar, que viene interpretando Nacho de Santis”, explica el actor.
“Trabajé de esto toda la vida, el teatro forma parte de mi ser y siento que los proyectos llegan a uno en momentos especiales. Lo que atraviesa este personaje, lo que manifiesta y lo que le sucede se relaciona de algún modo también en mi obra, con mi propia vida, con la relación con mi viejo. Todo es una especie de catarsis”.