Ciencia y Salud

Cuando la preocupación se convierte en exceso

Advierten que hay un aumento de consultas a profesionales de la psicología por parte de personas que ven alterada su calidad de vida al ser víctimas de ansiedad, inquietud e incertidumbre en niveles extremos. El contexto social no ayuda.

Preocuparse es un fenómeno universal y, como tal, nos ocurre a todos. Sin embargo, existen distintos grados de preocupación. Hay quienes, por distintos factores, cruzan la barrera de la preocupación "normal" y pasan a ser víctimas de la "preocupación excesiva", la cual está asociada con la ansiedad patológica y un deterioro de la calidad de vida.

"Es natural que las personas busquemos anticipar y controlar el futuro", explica el doctor en Psicología Daniel Bogiaizian, autor del libro `Preocuparse de más' (Ed. Lumen), al describir el mecanismo que origina el proceso de la preocupación.

"Los seres humanos necesitamos sostener una relación adecuada con el entorno y esa relación de adecuación depende de que el mundo responda a nuestras necesidades, proveyéndonos de aquello que necesitamos para sobrevivir", señala el experto, quien preside la Asociación Argentina de Trastornos por Ansiedad y dirige el área psicoterapéutica de la Asociación Ayuda para el Tratamiento y Prevención de los Trastornos de Ansiedad.

"La disminución en la percepción de control que tenemos sobre ese futuro resulta desestabilizante -aclara-. Frente a este escenario, la preocupación, como proceso, lleva implícito un valor estratégico, que busca garantizar un resultado particular".

De este modo, Bogiaizian pone de manifiesto el "valor adaptativo" de la preocupación, que -junto con la ansiedad en niveles normales- debe conducirnos a alguna forma de acción, es decir, permitir al sujeto llevar a cabo actos que neutralicen las posibles amenazas de su entorno.

No obstante, de acuerdo con el autor, cuando la ansiedad cobra un carácter problemático, la preocupación -entendida como el componente mental de la ansiedad- merece ser analizada en sí misma.

En ese sentido, el profesional apunta que es posible discriminar la preocupación "adecuada" de la "inadecuada". Y esta última se caracteriza por el exceso de preocupación.

¿Pero cómo saber cuando una preocupación es excesiva? Al respecto, Bogiaizian indica que hay dos parámetros que permiten identificar esta situación: el grado de distrés que le provoca al sujeto la preocupación y el tiempo que utiliza para preocuparse sobre determinado tema.

Por otra parte, para determinar si esa preocupación está asociada con un trastorno de ansiedad generalizada (TAG), los profesionales cuentan con los criterios diagnósticos establecidos por el `Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales' (DSM), una clasificación internacional de los problemas de la salud mental.

Según este manual, algunos de los parámetros para identificar a personas con TAG son:

* Ansiedad y preocupación excesivas sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades, que se prolongan más de seis meses.

* Al individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación.

* La ansiedad y la preocupación se asocian a tres (o más) de los seis síntomas siguientes: inquietud o impaciencia, fatigabilidad fácil, dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco, irritabilidad, tensión muscular, alteraciones del sueño.

* La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

* Estas alteraciones no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia o una enfermedad médica.

* La perturbación no se explica mejor por otro trastorno mental.

En diálogo con La Prensa, Bogiaizián amplió distintos aspectos vinculados con la problemática de preocuparse de más y brindó una serie de consejos para manejarla.

- ¿Cuáles son las causas que suelen llevar a la preocupación excesiva? ¿Tienen que ver con la personalidad de cada uno o existen factores externos que inciden?

- Cada persona tiene su propio grado de vulnerabilidad a la preocupación y los factores externos pueden brindar escenarios favorables para que se desarrolle.

- ¿Qué perfiles de personas son más propensas a padecer esta situación?

- Son más propensas aquellas personas que tienen un alto deseo por controlar. Es decir, que tienen una expectativa de tener certeza acerca de cómo van a resultar determinadas situaciones no definidas.

- ¿Percibe un aumento en la cantidad de personas que sufren preocupación excesiva actualmente? ¿Cuánto tiene que ver el contexto social actual?

- Por lo pronto, en las poblaciones clínicas se observa que hay un aumento en las consultas sobre este tipo de problema. Es posible que los escenarios de alta incertidumbre hagan que personas propensas se vean afectadas.

- En su libro "Preocuparse de más" explica que para identificar la preocupación excesiva deben tenerse en cuenta el grado de distrés que genera y el tiempo que consume. ¿Qué es el distrés?

- Es el grado de malestar y activación que se genera frente a un requerimiento del entorno. Es decir, cuán mal me pongo frente a una situación negativa o adversa. En otras palabras, la relación entre determinado contenido (por ejemplo que la puerta de mi auto aparezca rayada en un estacionamiento) y el nivel de malestar que eso me provoca, y por cuánto tiempo lo tengo en la mente.

- También señala que el modo en que uno procese la información incide en la aparición de la preocupación excesiva. ¿De qué forma?

- La información opera como un estímulo, que en determinado grado me baja la ansiedad, pero que por falta de información adecuada o por exceso de la misma puede incrementar la ansiedad en lugar de bajarla.

- ¿Cuáles son los riesgos -tanto para la salud física como psíquica- asociados con la preocupación excesiva?

- La preocupación excesiva sostenida en el tiempo está asociada con contracturas musculares y sus consecuencias, insomnio, pérdida de la concentración, irritabilidad, alta fatigabilidad. En líneas generales, si bien no pasa nada de carácter dramático, disminuye claramente la calidad de vida y el rendimiento del sujeto.

- Hay personas que "por naturaleza" tienden a preocuparse de más siempre y ante cualquier situación. En esos casos, ¿es realmente posible cambiar la tendencia?

- Es un camino que empieza por el reconocimiento de que hay preocupación excesiva, y la diferenciación entre la preocupación adecuada e inadecuada. A partir de ese proceso existen técnicas cognitivo comportamentales que permiten el control la preocupación, cuestionar los pensamientos catastróficos, tolerar la incertidumbre, aprender a manejar adecuadamente los tiempos.

- ¿La preocupación excesiva sólo debe tratarse cuando va acompañada de un TAG o existen tratamientos para quienes advierten la preocupación inadecuada sin padecer TAG?

- En personas que advierten esta tendencia a preocuparse de más, hay dos variantes. Un enfoque puede ser de naturaleza más psicoeducativa, con técnicas de autoayuda. Y otro enfoque es hacer un tratamiento de formato breve y específico en el contexto de un tratamiento profesional con pocas sesiones.

- En su libro ofrece una guía para el manejo de la preocupación excesiva. ¿Podría resumir algunos de los principales consejos que allí brinda?

- Primero es importante estar alertas y detectar cuándo la preocupación se arrastra a contextos o a momentos de descanso y esparcimiento, lo que impide la distensión.

Es conveniente trabajar sobre el armado de una agenda posible en la que haya un balance entre las obligaciones y el placer. Hay que recordar que alcanza con ser responsable, no es necesario ser sobre-responsable. Hacer actividad física. Tener un espíritu de cuestionamiento sobre la tendencia a preocuparse, y recordar que la preocupación no sustituye a los actos.