El sueño de ser el mejor del mundo es tan grande como difícil hacerlo realidad. Pocos pueden jactarse de haber logrado tal pretensión. Ocurre en cualquier manifestación de la vida. Los elegidos son pocos. Y entre esos pocos, está Obras Sanitarias. En 1983, el equipo que juega como local en el Templo del Rock de la avenida Del Libertador, en la ciudad de Buenos Aires, conquistó la Copa Intercontinental de Clubes, conocida en ese entonces como Copa William Jones. Ese trofeo era la confirmación de que Obras podía darse el lujo de saberse el mejor del mundo.
El Tachero se quedó con el título con una notable campaña y una formación inolvidable que hizo posible que la Argentina tuviera por primera y única vez a un equipo de clubes campeón del mundo. Ese dato confirma el valor del triunfo de Obras. Por si fuera poco, se consagró ganando todos sus partidos. En su última presentación derrotó nada más y nada menos que a Jollycolombany Cantú, un conjunto italiano que participó de la competición como vencedor de la Copa de Europa. Los peninsulares, que hoy juegan con el nombre de Pallacanestro Cantú, habían obtenido la Copa William Jones de 1982.
La edición del 83 fue la 16ª desde que la Copa Intercontinental vio la luz en 1966. La competición estaba dominaba por los equipos europeos -especialmente el Real Madrid- y por los conjuntos no profesionales de los Estados Unidos. La famosa National Basketball Association (NBA) no intervino jamás en este certamen. Tanto es así que entre 1987 y 1999 la redujo a la nada por el surgimiento de la McDonald's Championship FIBA-NBA. En ese período, la Intercontinental dejó de existir y renació en 2013. Se trata de un torneo que tuvo marchas y contramarchas, pero que a lo largo del tiempo siempre sirvió para dirimir al club más destacado del planeta.
La pelota en manos de Carlos Romano, una figura clave de Obras.
DE LA MANO DE FLOR MELÉNDEZ
En 1983, la competición llegó a Buenos Aires, tal como lo había hecho en 1976 y 1978. En cada una de esas oportunidades, el escenario escogido fue el estadio de Obras Sanitarias. Eso les permitió a los tacheros ser uno de los protagonistas, junto a los dos mejores equipos de Europa, los dos más destacados de Sudamérica y un representante estadounidense. Como la NBA no era de la partida, jugó el ganador de la división I de la NCAA, la liga universitaria de ese país: Oregon State Beavers. Los otros participantes fueron Jollycolombany Cantú y Simac Milano (ambos de Italia), Peñarol (Uruguay) y Monte Líbano (Brasil).
Obras había quedado a un paso de la gloria en 1978, cuando cayó apenas por un punto (104-103) a manos de Real Madrid. Esa actuación había marcado el punto más alto de un plan de proyección internacional liderado por Ranko Zeravica, un respetado exjugador y entrenador que había llevado a Yugoslavia a ganar el título mundial de 1970 y la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de 1980, en Moscú. Zeravica había llegado a la Argentina por primera vez en 1971 al frente del seleccionado balcánico. En esa oportunidad, sufrió una recordada derrota a manos de Bahía Blanca.
Cuando Zeravica dejó su puesto en 1982, el dirigente Miguel Mancini, quien conducía el básquet de la entidad, no dudó un segundo y contrató a Flor Meléndez. Se trataba de un entrenador portorriqueño que, a pesar de sus jóvenes 36 años, tenía bastante experiencia y había llevado a su país a ganar el Torneo de las Américas de 1980. Afrontaba un desafío enorme, pues Obras había sido un actor estelar de ese deporte en los años anteriores. Acumulaba los títulos del Campeonato Argentino de Clubes de 1975 y 1976 y había sido subcampeón en 1974 y 1978.
Esteban Camisassa fue otro pilar en la gran campaña.
Las vitrinas del club también exhibían los trofeos metropolitanos de 1974, 1975, 1977, 1979 y 1981. Eran tiempos en los que todavía no existía la Liga Nacional creada por León Najnudel, el visionario que entendió que se necesitaba una estructura que catapultara al básquet argentino a un plano superior.
De la mano del portorriqueño, Obras volvió a ganar el Argentino de Clubes del 82 y alcanzó el segundo puesto en el Sudamericano de Clubes Campeones, lo que le permitió igualar la buena actuación del 75. Pero el objetivo era la Copa William Jones. Y Meléndez disponía de un equipo espectacular que invitaba a pensar que la tercera vez como local era la vencida. El Tachero estaba ilusionado. La cuarta posición de 1976 y el subcampeonato de 1978 avalaban esas aspiraciones.
FIESTA EN EL TEMPLO DEL ROCK
El brillo del plantel encandilaba. El talento del Tola Eduardo Cadillac, Esteban Camisassa, el Negro Carlos Romano, Vicente Pellegrino y del casi adolescente Héctor Pichi Campana asomaba como argumento muy firme para acercarse a la concreción del sueño que acunaba Obras. Sí, también estaba Carlos Raffaelli, otro fenómeno, pero una lesión en el tendón de Aquiles le impidió ser parte del equipo. La defensa de los tableros corría por cuenta de los panameños Rolando Frazer y Mario Butler… Sí, como no se iba a pensar seriamente en el título…
El plantel que hizo historia con la obtención de la Copa Intercontinental de 1983.
La campaña triunfal se inició el 20 de septiembre con una victoria por 92-77 sobre los estadounidenses del Oregon State Beavers. Un día después llegó el 91-86 sobre Monte Líbano y luego el 104-81 contra Peñarol. En la penúltima jornada Obras derrotó 84-75 a Simac Milano. Faltaba una fecha y debía vérselas con Cantú, que había sumado tres éxitos y era el único que estaba en condiciones de arrebatarle el título a los tacheros. Claro, para eso los italianos debían quitarle el invicto a un equipo demoledor en ataque y durísimo en defensa.
Seis mil personas colmaban las tribunas del estadio de la avenida Del Libertador. La expectativa era enorme. La ilusión, también. Meléndez le confió a Romano la marca de la figura del Cantú, Antonello Riva. El Negro no se limitó a custodiar al jugador más destacado del equipo rival, sino que se despachó con 20 puntos para liderar la ofensiva de Obras junto a Pellegrino, quien también llegó a las dos decenas. Si bien Riva fue el máximo anotador con 28 y Pierluigi Marzorati lo escoltó con 19, el conjunto argentino se las ingenió para controlar al resto de los integrantes del elenco italiano.
Obras cerró su impecable campaña con un 89-76 que demostró que los sueños pueden hacerse realidad. La Copa William Jones estaba en las manos del capitán Cadillac. Ese 24 de septiembre, los tacheros pudieron darse el lujo de gritar a los cuatro vientos que jugaban el mejor básquet del mundo.
Obras Sanitarias 89 – Jollycolombany Cantú 76
Obras: Eduardo Cadillac (7), Carlos Romano (20), Vicente Pellegrino (20), Rolando Frazer (14), Mario Butler (11). Ingresaron: Norton Barnhill (11) y Esteban Camisassa (6). DT: Flor Meléndez.
Cantú: Antonello Riva (28), Denis Innocentin (6), Jim Brewer (4), Pierluigi Marzorati (19), Les Craft (13). Ingresaron: Giorgio Cattini (0), Fausto Bargna (2) y Giuseppe Bossa (4). DT: Gianni Asti.
Parcial: 44-28 (primer tiempo). Gimnasio: Obras Sanitarias. Partido jugado el 24 de septiembre de 1983.