Ciencia y Salud

Covexit: es tiempo de ponerle fin al estado de “emergencia”

El coronavirus debería ser tratado ya como un asunto médico y no social, gestionado de forma ordinaria, aseguran tres especialistas estadounidenses. Enumeran los motivos por los que esta enfermedad no amerita prolongar una situación de excepcionalidad. En Argentina, en tanto, vamos en dirección opuesta con un decreto que extiende hasta fines de este año la contingencia.

Hay que finalizar la emergencia, ahora. Con ese título los profesores Harvey Risch y Jay Bhattacharya, junto al Dr. Paul Alexander, instan a ponerle fin a la situación de excepcionalidad que se ha impuesto en los últimos dos años con la excusa de proteger a las poblaciones del covid-19. En el texto, publicado por el Brownstone Institute, estos especialistas detallan los motivos por los que no se justifican los controles, los confinamientos, las restricciones, los plexiglás, las pegatinas, las exhortaciones, las manifestaciones de pánico, los anuncios de distanciamiento, los anuncios publicitarios omnipresentes, el uso forzoso de barbijos, ni los mandatos de vacunación. No se justifican ahora y tal vez no se justificaron nunca, según se desprende de sus argumentos.

Risch es profesor de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de Yale y Escuela de Medicina de Yale. Bhattacharya es profesor de medicina en la Universidad de Stanford e investigador en la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos. Y Alexander es epidemiólogo, ex consultor de la OMS y asesor principal del Departamento de Salud de los Estados Unidos en 2020 para la respuesta a covid-19.

Los tres hacen hincapié en que si bien el virus no ha desaparecido y puede que circule para siempre, con un enfoque normal en la protección de los vulnerables, es posible tratarlo como un asunto médico en lugar de social y gestionarlo de forma ordinaria.

"Una emergencia declarada necesita una justificación continua, y eso ahora no existe”, insisten. Mientras la cepa variante delta -la versión agresiva más reciente de la infección- ha ido disminuyendo y declinará hasta el punto de desaparecer esencialmente como las cepas anteriores, ómicron es lo suficientemente leve como para que la mayoría de las personas, incluso muchas de alto riesgo, puedan soportar adecuadamente la infección, explican.

"La infección por ómicron no es más grave que la gripe estacional, y generalmente lo es menos”, subrayan los expertos, quienes enfatizan que hemos aprendido mucho sobre la utilidad de los suplementos baratos como la vitamina D para reducir el riesgo de enfermedad, al tiempo que hay una gran cantidad de buenas terapias disponibles para prevenir la hospitalización y la muerte en caso de que un paciente vulnerable se infecte.

"Para las personas más jóvenes, el riesgo de enfermedad grave -que ya era bajo antes de ómicron- es minúsculo”, agregan.

Risch, Bhattacharya y Alexander también apuntan a lo que se hizo evidente, a pesar de que se han empecinado en hacernos creer lo contrario: incluso en lugares con estrictas medidas de confinamiento, hay cientos de miles de nuevos casos de ómicron registrados a diario e innumerables positivos no registrados procedentes de pruebas caseras.

"Las medidas como el uso de barbijo y el distanciamiento obligatorios han tenido efectos insignificantes o, a lo sumo pequeños, en la transmisión. Las cuarentenas poblacionales a gran escala sólo retrasan lo inevitable”, lamentan. 

Además, ponen de manifiesto que la vacunación y las dosis de refuerzo no han detenido la propagación de la enfermedad por ómicron. “Naciones fuertemente vacunadas como Israel y Australia tienen más casos diarios per cápita que cualquier otro lugar del planeta en este momento”, afirman y luego agregan: “Esta ola seguirá su curso a pesar de todas las medidas de emergencia”.

INMUNIDAD NATURAL

Por otra parte, estos expertos se refieren al rol crucial de la -curiosamente negada- inmunidad de rebaño. “Aunque la variante ómicron puede reinfectar a los pacientes recuperados de la infección por cepas anteriores, dicha reinfección tiende a producir una enfermedad leve. Es poco probable que las futuras variantes, evolucionadas o no a partir de ómicron, evadan la inmunidad proporcionada por la infección de ómicron durante mucho tiempo”, detallan.

"Con la propagación universal de ómicron en todo el mundo, es probable que las nuevas cepas tengan más dificultades para encontrar un entorno propicio debido a la protección proporcionada a la población por la inmunidad natural por ómicron, ampliamente extendida”, prosiguen.

Al igual que se ha alertado ya en la Declaración de Great Barrington, de la cual Bhattacharya es coautor, en este nuevo texto los tres firmantes insisten en que los confinamientos, los despidos, la escasez de personal y las interrupciones en las escuelas han hecho al menos tanto daño a la salud y el bienestar de la población como el virus.

 Argentina está en otra sintonía, ya que prorrogó hasta el 31 de diciembre de 2022 el decreto que establece la “emergencia sanitaria”. Pero estos tres profesionales estadounidenses remarcan que dado que ómicron, con su infección leve, está llevando su curso hacia el final, no hay justificación para mantener el estado de emergencia. “El estado de emergencia no está justificado ahora, y no puede justificarse por el temor a una hipotética reaparición de alguna infección más grave en algún momento desconocido del futuro”, enfatizan.

Para finalizar, hacen una reflexión que también es válida para la realidad que hemos vivido los argentinos: “los estadounidenses ya han sacrificado bastante sus derechos humanos y sus medios de vida durante dos años al servicio de la protección de la salud pública en general. Ómicron está circulando, pero no es una emergencia. La emergencia ha terminado. La actual declaración de emergencia debe ser cancelada. Ya es hora”.

En la práctica, todo parece indicar que el “covexit” ya es una realidad, si bien no declarada. El actual conflicto entre Rusia y Ucrania ocupa ahora todas las primeras planas de los diarios y concita la alarma mundial que antes suscitaba esta enfermedad, un discurso que era omnipresente. En silencio, se han ido desmantelando ya en algunos países las inefectivas medidas de distanciamiento, uso de barbijo y pedido de pases sanitarios. El tiempo dirá si se trata del fin de una pandemia o solo un impasse hasta la próxima alarma.