El corazón es como una bomba que envía sangre a todo el cuerpo. Al contraerse, expulsa la sangre para que a través de la aorta llegue a todo el organismo. Como toda bomba, tiene que tener un sentido unidireccional de flujo. La válvula aórtica es la que abre para permitir el paso de la sangre hacia la aorta y cierra para evitar el reflujo. Cuando se produce una estenosis (estrechamiento) aórtica, ya sea por un fallo congénito, calcificación o proceso degenerativo, la válvula no deja pasar libremente la sangre y hay que reemplazarla.
Hasta hace sólo cuatro años, en el país eso sólo era posible mediante una operación. Los pacientes que no calificaban para una cirugía (un 30%) no tenían opciones. A partir de 2009, con la aparición de una nueva técnica no invasiva que permite implantar una nueva válvula mediante un catéter, eso cambió.
"El cateterismo se utiliza para pacientes que tienen una contraindicación o alto riesgo de operarse", explica el doctor Oscar Mendiz, jefe del departamento de Cardiología Intervencionista de la Fundación Favaloro. "Entra a tallar en pacientes muy añosos o que tienen otra cirugía cardíaca previa u otra enfermedad que lo aconseje", continúa.
"Muchos enseguida piensan que venimos a reemplazar a la cirugía tradicional. Puede ser dentro de un tiempo, pero no ahora", afirma Mendiz.
"Ahora sólo se trata de resolver la situación de pacientes que antes no tenían opciones", puntualiza. "La cirugía sigue siendo la técnica estándar, la primera arma de tratamiento, la más probada, la más demostrada, con buenos resultados y económica", asegura. Sobre la nueva técnica el doctor se muestra muy confiado pero cauto. Aclara que todavía no pasó la prueba del tiempo y por ahora es más cara.
En esto coincide el doctor Daniel Horacio Berrocal, jefe del servicio de Hemodinamia y Cardiología Intervencionista del Hospital Italiano de Buenos Aires. "La cirugía de reemplazo de válvula aórtica tiene 30 años o más", recuerda. "En el implante de válvula por cateterismo -en cambio-, el paciente que más seguimiento tiene en el mundo lleva seis o siete años. De manera que todavía tenemos que aprender mucho y estar muy seguros", añade.
"Todavía es para un grupo seleccionado de pacientes. No es para todos. Esto no quiere decir que no vaya a serlo en el futuro", anticipa.
EL PROCEDIMIENTO
"El procedimiento -según el doctor Mendiz- se realiza con sedación del paciente y consiste en un corte de unos dos centímetros en la ingle para avanzar desde allí con la válvula a través de las arterias femorales. Una vez en la estrechez de la válvula aórtica se cruza la misma con un alambre guía que sirve de riel, para avanzar el catéter en el cual está montada la válvula, que está plegada. Luego la colocamos en su lugar y la vamos liberando. La válvula se abre con la temperatura de la sangre".
"La válvula anterior no se saca", aclara el profesional. "Ese es el gran secreto. La nueva válvula aplasta la válvula del paciente contra la pared de la aorta y el stent gigante que sostiene la válvula -una vez que está abierto- aplasta a la otra".
El implante, hecho con el pericardio del cerdo (no se usa vaca por el "mal de la vaca loca"), cumple la función de la válvula: abre y cierra.
En sentido estricto "no se trata de un reemplazo de válvula, como el que hace el cirujano", explica Berrocal.
"La válvula que se coloca por cateterismo no extrae la válvula previa, sino que a través del anillo de implante de la válvula, que es como un stent, uno aplasta la válvula contra la pared de la aorta y la válvula original queda ahí. Es un implante, no un reemplazo", señala.
Si bien la técnica es compleja y se la indica con prudencia, está evolucionando muy bien, según la evaluación de Berrocal.
A partir de 2009, y en una primera etapa, las prácticas fueron supervisadas por médicos que venían al país desde Alemania. Pero desde entonces ya se hicieron más de 300 implantes por cateterismo, puntualiza el profesional.
En su opinión, los registros tomados en nuestro país indican hoy que los resultados obtenidos por este procedimiento son los mismos que en Europa.
Con el implante de válvula aórtica por cateterismo, "el éxito se logra en aproximadamente un 96% o 97% de los pacientes", según el doctor Mendiz. "Exito significa haber puesto la válvula en el lugar correcto, el paciente se va a su casa y vive un mes correctamente. No hubo que operarlo ni tuvo ninguna complicación", explica.
¿A cuántas personas afecta la estenosis aórtica? Según el doctor Mendiz, "hasta los 70 años se produce en un 5% de la población, mientras que después de esa edad puede llegar a casi el 10%".
El profesional aclara que "no todos requieren operarse pero a medida que va avanzando la edad va aumentando la prevalencia".
El riesgo para estos pacientes es ínfimo. Mendiz asegura que "la posibilidad de muerte por la intervención es baja y en la Fundación Favaloro es del 3%, mientras que la posibilidad de un accidente cerebro vascular (ACV) es del 2%".
Berrocal señala que los síntomas de la estenosis aórtica son: falta de aire, síncope (pérdida de conocimiento brusca) o presíncope, y angina de pecho, identificable porque es un dolor agudo.
Por desgracia, reconoce que cuando los síntomas se empiezan a sentir es cuando la enfermedad está ya avanzada. "En general, cuando aparecen quiere decir que ya la válvula se ha cerrado a tal punto que genera al paciente severas dificultades para que le llegue sangre a todo el organismo", continúa.
A la hora de referirse a los factores de riesgo, indica que "puede haber una coincidencia con los que son propios de la enfermedad coronaria, y uno de ellos es el colesterol elevado".
Mendiz llama la atención sobre el hecho de que, "si un paciente tiene una estenosis aórtica severa, y no se opera, la posibilidad de morirse en el curso de un año es de aproximadamente un 50%". Sin embargo, resalta que "con el cateterismo logramos que la mortalidad baje a un 20%".
BENEFICIOS
La práctica tiene además múltiples ventajas. Como los pacientes no sufren la apertura del tórax, cosa que sí ocurre en las cirugías tradicionales, uno de los principales beneficios del cateterismo es que la recuperación es sumamente rápida, apunta Berrocal.
"Es un procedimiento mucho menos traumático que una cirugía, sobre todo si se tiene en cuenta que muchos pacientes son añosos y tienen una cierta fragilidad clínica", dice. "La estadía hospitalaria también es muy corta", describe el experto del Hospital Italiano.
De acuerdo al doctor Mendiz, luego de esta intervención los pacientes "tienen una mejor calidad de vida porque pueden hacer más cosas".
"Hay pacientes -dice- que directamente no pueden ni dormir, o duermen sentados por los síntomas que les provoca la estenosis: edema de pulmón, falta de aire, internaciones reiteradas".
"El resultado es muy importante. Hay muchos pacientes que quizás tienen 87 o 90 años y piensan que no vale la pena someterse al procedimiento, pero ésta técnica permite mejorar la cantidad y calidad de vida", remarca.