Cultura
A PROPOSITO DEL LIBRO DE ANTONIO CAPONNETTO SOBRE EL METODO MONTESSORI

Confusiones y errores de una figura controversial

POR ANA C. GALIANO MOYANO

 

“—Marta, Marta —contestó el Señor—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor y nadie se la quitará.”

(Lc 10, 41-42)

Si hay una victoria que podemos atribuirle a la Pedagogía moderna es la primacía de la práctica por sobre la teoría, la prevalencia de la actividad por sobre la contemplación, el culto a los medios en detrimento del fin. “A estas y otras incongruencias se llega cuando la escuela deja de ser lo que tiene que ser, el lugar del ocio contemplativo, para convertirse en el lugar de la explosión de la actividad” (pp. 15-16). Nada más alejado del verdadero sentido de educar.

Debo confesar que cuando recibí la noticia sobre la publicación del libro de Antonio Caponnetto María Montessori: Aportes para un análisis crítico (Bella Vista Ediciones, 2024) vi un destello de claridad en medio de la confusión, una muestra de verdad en medio del error.

La cuestión de los métodos de enseñanza ha logrado un poderío inimaginable en el ámbito pedagógico, y su aplicación se lleva adelante sin ningún reparo filosófico, antropológico, epistemológico ni ético. Y concretamente, el método Montessori -o incluso, solo los materiales didácticos- se ha instalado con una fuerza inaudita en los diversos ambientes educativos escolares y familiares.

Entonces, al reflexionar sobre este libro, deberíamos preguntarnos sobre la implicancia de este método y de cualquier método a utilizar, y la importancia de una recta doctrina pedagógica.

Una vez más, el maestro Antonio Caponnetto nos acerca theoría -para ver mejor- al respecto. El libro se nos presenta “como botella al mar con mensaje de aviso. Lo encomendamos a la buena voluntad del lector, a la acuidad del docente atento, a la solícita preocupación de los padres” (p. 211).

El objetivo de la obra es aclarar confusiones y denunciar errores en torno a la figura controversial de María Montessori. El autor, no solo lo logra sino que hace que el lector practique el noble ejercicio de pensar.

En tal sentido, presenta las ideas montessorianas y con precisión y fineza las refuta en diferentes niveles (teológico, filosófico, antropológico, gnoseológico y pedagógico). Esto nos lleva a adelantar que dichas ideas no soportan un análisis crítico por la cantidad de imprecisiones, contradicciones y errores expuestos en el pensamiento de la doctora.

Para este análisis, Caponnetto, hace una recopilación histórica de diferentes fuentes bibliográficas que expresan el pensamiento de Montessori a través del tiempo.

DISCUSION

Dijimos que la autora presenta una imagen controversial, y esto se manifiesta con claridad en los capítulos II y III, en los cuales el autor analiza su pensamiento desde defensores católicos y desde defensores masones respectivamente. Una recomendación al lector: no dejar de lado las notas a pie de página; contienen un aporte profundo que enriquece el análisis.

Solo por mencionar algunos de los errores que se analizan, encontramos: oposición dialéctica entre realidad y símbolo, rechazo al pecado original, evolucionismo como concepción antropológica, binomio actividad-pasividad como bien-mal, relación y jerarquía educativa entre alumno y maestro, autoridad pedagógica del docente, importancia de la experiencia en detrimento de la palabra, el desprecio de los cuentos y el juego.

“El de Montessori no fue un pequeño error, sino varios y mayúsculos” (p. 200). Esto nos lleva a preguntarnos junto con el autor, ¿por qué es referente en colegios católicos?, ¿por qué es reivindicada por educadores homeschoolers? Y más aún, ¿por qué se la considera como la gran educadora “católica”?

Tal vez, una tesis -a mi modo de ver- podría ser que quienes implementan la “Pedagogía Montessori” actualmente no son fieles al método original sino que ponen en práctica una versión “evangelizada” de Montessori. Aun así, es necesario y urgente aclararlo, porque si no confunde cada vez más.

Podemos coincidir o no en el estilo del autor, pero no podemos negar que las verdades que expresa son irrefutables. Sin dudas, el libro marca una distinción entre el error y la verdad y, por eso mismo, no deja inmóvil a quien lo lee.

Este libro nos hace pensar acerca de la “neutralidad” del método -y en este análisis, podemos reflexionar acerca de todos los métodos pedagógicos-. Los educadores, ¿somos conscientes del fundamento último de los métodos que utilizamos?, ¿es conveniente utilizar un método por su eficacia?, ¿se justifica implementar algunos elementos de los métodos aunque no estemos de acuerdo con la cosmovisión de éste?, ¿asumimos una posición intelectual y ética al asumir un método determinado?

Adelanto únicamente esta respuesta del autor: “el uso de los mismos [métodos pedagógicos] modifica la forma mentis, la perspectiva cosmovisional, la toma de decisiones, la rectitud del criterio” (p. 204). Es decir, nos demos cuenta o no, “trae consecuencias en la escala de predilecciones intelectuales, morales y espirituales” (p. 204-205).

Para un mayor aprovechamiento del análisis, considero que es necesario conocer el método antes de leer el libro, puesto que se presentan algunos tecnicismos pedagógicos que, en caso de no conocerlo, necesitan explicación (ej. estímulos, estadios, periodos sensitivos, constructivismo, naturalismo pedagógico).

INTERROGANTES

Posiblemente, en quienes se adentren en estas páginas pueden surgir algunos interrogantes: ¿cuál es la opinión sobre la Catequesis del Buen Pastor -que si bien no la crea Montessori, se elabora a partir de su pensamiento-? ¿Es posible utilizar algún elemento técnico del método y “actualizarlo” por ejemplo desde una Pedagogía Realista? o más aún, ¿hay algún elemento en todo su pensamiento -de diferente orden- que sea digno de rescatar?

Advierto una posible respuesta: “El método de María Montessori no es inocuo, ni neutro, ni indiferente ni insípido. Es más, hablando con rigor, ni siquiera podría ser llamado un método, según su fundadora, sino, ante todo, un sistema, una organización educativa, un régimen pedagógico, una filosofía existencial y hasta una mística” (p. 204).

Antes de terminar, es necesario hacer una defensa de la Pedagogía realista. En diversos ámbitos, se la ha presentado a Montessori no sólo como educadora católica sino como referente del realismo pedagógico. Pero el “realismo” que presenta en sus ideas es opuesto a la filosofía perenne. Caponnetto lo explica con precisión: “su idioma, poblado de innecesarios neologismos (...), sumado a su modo expositivo abstruso y su dependencia directa del pensamiento científico evolucionista, empirista y aun constructivista en un sentido epistemológico, la ubican muy fuera de la cosmovisión tradicional y de la Filosofía Perenne” (p.118).

REALISMO

No es lo mismo educar entendiendo la realidad del pecado original que olvidándose de éste; no es lo mismo, dar un lugar preponderante a los materiales didácticos que subordinarlos al contenido que se enseña; no es lo mismo entender la educación con la figura de un maestro como causa ejemplar que sin éste. Entonces, con justicia para la Pedagogía realista -aquella propuesta educativa que hunde sus raíces en un profundo conocimiento de la realidad de la naturaleza humana, en donde encuentra la necesidad y posibilidad de perfeccionamiento en orden al estado de virtud, por medio de la ayuda ejemplar del maestro- por todo lo mencionado en líneas anteriores, debemos decir que Montessori no califica para tal hazaña.

En tiempos en los cuales el activismo metodológico reina, este libro nos invita a la contemplación pedagógica y nos deja el desafío de descubrir modos adecuados de educar conforme a una pedagogía perenne y a no olvidar a los grandes maestros, “arquetipos pedagógicos, modelos de educadores, paradigmas de enseñantes, de altos dechados de magisterio edificante y perenne” (p. 208) de los cuales el autor ha hablado en repetidas ocasiones, en su serie de “Educadores Católicos”, y entre los cuales también lo identificamos a él.

Sin dudas, este libro dará muchos frutos para quienes sepan recogerlos.