Niveles de flúor en el agua superiores al doble del límite recomendado están relacionados con un menor coeficiente intelectual (CI) en niños, según concluye un reciente informe del Programa Nacional de Toxicología de los Estados Unidos. Pese a que el impacto de esta sustancia sobre la salud humana ha estado en la mira desde hace más de 50 años y ha sido objeto de numerosos estudios, esta es la primera vez que una agencia federal estadounidense reconoce un posible riesgo neurológico asociado con altos niveles de flúor.
El informe del Programa Nacional de Toxicología revela posibles efectos adversos en el desarrollo cerebral de los niños, en especial en aquellos expuestos a concentraciones de flúor superiores a 1,5 miligramos por litro. La revisión del gobierno de EE.UU. se produce cuando un juez federal está a punto de decidir si la fluoración del agua supone un peligro neurotóxico para la salud humana.
La exposición al flúor, que se promociona ampliamente por sus beneficios para la salud dental y bucodental en general, procede principalmente del flúor presente en el agua potable, los alimentos, las bebidas y los productos dentales.
“Una evaluación realizada en 2006 por el Consejo Nacional de Investigación (NRC, por sus siglas en inglés) corroboró la existencia de una relación entre el consumo de altos niveles de flúor natural en el agua potable y efectos neurológicos adversos en humanos, y recomendó que se siguiera investigando. Las pruebas analizadas en aquel momento procedían de regiones de China donde la fluorosis dental y esquelética es endémica”, señalan los autores del informe. “Desde la evaluación del NRC, el número y la ubicación de los estudios que examinan los efectos cognitivos y neuroconductuales del flúor en humanos han aumentado considerablemente, incluidos varios estudios de cohortes prospectivos norteamericanos recientes que evalúan la exposición prenatal al flúor”, añade el documento.
Los autores recuerdan que desde 1945, “el uso del flúor ha sido una exitosa iniciativa de salud pública para reducir las caries dentales y mejorar la salud bucodental general de adultos y niños”. Sin embargo, admiten que “existe la preocupación de que algunas embarazadas y niños puedan estar recibiendo más flúor del que necesitan, ya que ahora obtienen flúor de muchas fuentes, incluyendo agua pública tratada, alimentos y bebidas añadidos con agua, tés, pasta de dientes, hilos dentales y enjuagues bucales, y la ingesta total combinada de flúor puede superar las cantidades seguras”.
En el informe, publicado el 21 de agosto último, el Programa Nacional de Toxicología, que forma parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., detalla las conclusiones de su revisión de ocho años de investigación sobre los posibles vínculos entre la exposición al flúor y el desarrollo neurológico y la cognición en los niños.
La larga evaluación incluyó una revisión sistemática de estudios epidemiológicos revisados por expertos y realizados en lugares fuera de Estados Unidos, como Canadá, China, India, Irán, Pakistán y México. En estas regiones, algunas embarazadas y niños están expuestos al flúor a niveles superiores al límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1,5 miligramos de flúor por litro de agua.
Los investigadores evaluaron los efectos sobre la salud de la exposición total al flúor procedente de todas las fuentes, no sólo del agua potable fluorada. Los resultados mostraron que de los 72 estudios que evaluaron el impacto del flúor en el coeficiente intelectual de los niños, 64 encontraron vínculos entre la exposición al flúor y un menor CI en los niños.
Los autores del trabajo también descubrieron que los resultados de 53 estudios de menor calidad proporcionaban pruebas que respaldaban los hallazgos de los 19 estudios de alta calidad. Señalan que 46 de los 53 trabajos informaron de una asociación entre la exposición al flúor y las puntuaciones más bajas de CI en los niños.
El análisis también reveló que ocho de nueve trabajos de investigación de alta calidad hallaron vínculos entre la exposición al flúor y otras afecciones del neurodesarrollo. En ese sentido, se vio que la exposición prenatal a los niveles de flúor que suelen encontrarse en el agua potable aumentan el riesgo de varios problemas neuroconductuales en los niños pequeños, incluidos síntomas del tipo autismo.
Para aclarar a qué nivel de exposición su revisión encontró daños con mayor seguridad, los autores del NTP utilizan el ejemplo de los niveles de exposición habituales en comunidades con 1,5 mg/L de flúor en el agua potable, o más. Entre las embarazadas y sus bebés, algunas beberán el doble de agua que la media, lo que situará su exposición justo en el rango con las pruebas más sólidas de causar pérdida de coeficiente intelectual. Esto es especialmente preocupante en el caso de los bebés alimentados con leche de fórmula elaborada con agua fluorada. Otras fuentes importantes de flúor son el té para las madres y la ingestión de pasta de dientes fluorada en los niños pequeños.
Al darse a conocer el reciente informe, Stuart Cooper, director de la Fluoride Action Network, declaró: “Este es un día histórico para quienes llevan más de 75 años advirtiendo de los riesgos evidentes de la fluoración. Este informe, junto con la gran cantidad de datos científicos publicados, deja muy claro que la cuestión no es si la fluoración es segura, sino cuántos niños han resultado innecesariamente dañados”.