Espectáculos
Crítica: "Juegos de muerte", morbo y sadismo

Con variados tonos de sangre

Lo formal es como siempre impecable, se destaca el uso del sonido y tiene que gustar a los fanáticos del horror y la sangre cinematográfica.

"Juegos de muerte" (The collection). Estados Unidos, 2012. Dirección: Marcus Dunstan. Guión: Marcus Dunstan y Patrick Melton. Fotografía: Sam McCurdy. Música: Charlie Clouser. Actores: Josh Stewart, Christopher McDonald, Navi Rawat, Randall Archer y Andre Royo. Presenta: DCA. Duración: 82 minutos.

En épocas lejanas, las películas sobre coleccionistas eran más o menos exquisitas. Ya en la década de 1950, apareció el bueno de Henry Jarrod, que protagonizaba Vincent Price, en "Museo de cera", que reunía seres humanos luego de asesinarlos y los ubicaba en su museo (previo proceso de conservación).

Después la cosa se simplificó. Fue la época en que un bancario, simplemente, coleccionaba mariposas, pero después se le dio por pasar a los humanos y raptó a una chica. El era Terence Stamp, el filme se titulaba "El coleccionista" y nada tenía que ver con éste que estamos viendo desde la inicial "El juego del terror" (2009).

Esta suerte de "Fantasma de la Opera", que incorpora al coleccionismo humano, la variante de las sádicas formas en que mata a sus víctimas, más los siniestros obstáculos que hay que sortear para ganarse la muerte final.

EL DIVINO MARQUES

En esta "Juegos de muerte", aunque la historia de morbo y horror se repite, ciertos elementos se depuran. Se aprecian creaciones estéticas en paneles de agua que harían las delicias del Marqués de Sade, aparece la famosa silla de púas de "La condesa sangrienta" y hay una escena de aplastamiento en un garaje utilizado para una fiesta disco, digna de un asesino serial.

Aquí aparece una señorita de nombre Elena (Emma Fitzpatrick), que no es la de Troya, pero que por ser elegida por el siniestro coleccionista (Randall Archer), desencadena una guerra en la que participarán, desde un ex prisionero de la "Casa de la muerte", hasta mercenarios contratados por el millonario padre de Elena y que logran entrar en el hotel del horror. La atmósfera es la misma, el sadomasoquismo y la morbosidad permanecen, pero el manejo de ciertas líneas argumentales, características de los personajes y motivaciones de conducta dan al "thriller" una onda diferente.

Lo formal es como siempre impecable, se destaca el uso del sonido y tiene que gustar a los fanáticos del horror y la sangre cinematográfica. Correctas las actuaciones de Emma Fitzpatrick (Elena), Randall Archer (el coleccionista) y Andre Royo (Wally), una de las víctimas.

Calificación: Buena