Opinión
Buena Data en La Prensa

¡Con los chicos, no!

 

La identidad personal es sagrada. Cada uno es quien es, en la vida terrena, desde el inicio cuando era un pequeño embrión unicelular hasta el fin de sus días. 

La identidad no fluctúa, se enriquece, se adorna a lo largo de la vida, pero en esencia permanece independiente del agrado o desagrado que provoque. La congruencia entre lo que uno es y lo que uno siente que es, da confianza y armonía. Sin embargo, hay niños que no se sienten cómodos con el sexo con el que han nacido, se sienten incongruentes y angustiados. No se sienten bien con lo que les ha tocado… 

A 12 AÑOS

Nuestra ley de identidad de género -una de las más progresistas del mundo- fue tratada y aprobada en 2012 por diputados y senadores, sin estruendos ni manifestaciones públicas y con una gran liviandad. Basta leer las versiones textuales de las Cámaras.

Definida la identidad de género, en el artículo 2, como “la vivencia interna e individual de género tal como cada persona la siente…”, nos focalizaremos en lo que atañe a los niños. “Los niños, niñas y adolescentes que deseen efectuar un cambio de género y nombre deben hacer el pedido a través de sus representantes legales, y con expresa conformidad del menor” (…) Cuando por cualquier causa se niegue o sea imposible obtener el consentimiento de sus representantes legales, se podrá recurrir a la vía sumarísima para que los jueces correspondientes resuelvan”, enuncia el art. 5.

Más adelante la ley, explica que respetar la identidad de género adoptada por el niño, -es decir, denominarlo con el pronombre y nombre que elija- a su solo requerimiento es considerado un trato digno. 

NO ES EMPATÍA

Por esta razón, es posible que algunas personas crean que llamar al niño con el nombre del sexo opuesto o con un nombre ambiguo a su elección, o referirse a él con el pronombre del otro sexo, sea una manera de hacerlo sentir mejor.  

En realidad, es una forma de confirmarle que verdaderamente se encuentra “encerrado en un cuerpo equivocado”.

LOS TRES ABORDAJES

Para ser científicamente estrictos, existen tres modelos básicos para enfrentar esta situación: el terapéutico (indaga, entre otras cosas, qué le está sucediendo al niño y qué experiencias pudo haber transitado para que no se sienta a gusto con su sexo), el de “Observar y Esperar” (dejemos que el desarrollo siga su curso y evaluémoslo cuando pase la adolescencia) y el afirmativo (como el niño es lo que siente, entonces hay que adecuar la realidad a su sentir). Como se habrán dado cuenta, nuestra legislación solo admite el enfoque afirmativo. Es decir, aceptar la transición social y poner al niño en predisposición a continuar con la transición física (hormonas y/o cirugías). 

LA REALIDAD SE IMPONE 

Tanto Noruega, como Suecia, Finlandia y recientemente Reino Unido, que también tenían legislaciones progresistas, han revisado sus normativas sobre el cambio de género en niños y llegado a la conclusión que utilizar el enfoque afirmativo no sólo no arroja resultados positivos, sino que suma problemas a los ya existentes. Son muchos los jóvenes que piden detransicionar y reconocen que estas terapias no solucionaron sus problemas, sino que los ocultaron durante un tiempo. Y ahora, además llevan estigmas y dolencias de por vida.

También, el Colegio Americano de Pediatras y otras organizaciones médicas de EEUU tomaron cartas en el asunto y piden que se suspendan los protocolos de afirmación social, los bloqueadores de pubertad, la hormonización cruzada y las cirugías en menores con incongruencia con su sexo biológico porque son nocivos. El uso de hormonas masculinizantes o feminizantes en menores presenta muchas incognitas. 

Todos van virando a adoptar un enfoque terapéutico que ayude al niño a aceptarse, a sí mismo y a su realidad. Hoy se sabe que la inmensa mayoría de los niños que sufren angustia por su sexo logran asumirlo pasada la adolescencia. 

A CONFESIÓN DE PARTES…

Los autores del Documento de Consenso: “Inhibición e inducción en niñeces y adolescencias trans, travestis y no binaries” elaborado en marzo de 2023, por el Ministerio de Salud de la Nación bajo la presidencia de Alberto Fernandez, acuerdan con el enfoque afirmativo que se corresponde con la ley nacional, sin embargo no pueden menos que reconocer que ”Actualmente es escasa la evidencia disponible de los efectos que podrían ocasionar la inhibición puberal y/o la hormonización con esteroides sexuales en NyA TTNB a largo plazo. Existen trabajos e investigaciones con muy diferentes niveles de evidencia que refieren efectos sobre la mineralización ósea, la talla adulta, los parámetros metabólicos y el compromiso de la fertilidad. El potencial impacto de la inhibición puberal prolongada en el desarrollo neurológico en jóvenes trans, ha sido identificado como un área que necesita ser estudiada”. (p.56)

Casi equivalente a decir que se está experimentando con menores. Aún siguen vigentes esos protocolos. Sería momento de revisar qué es lo que se está haciendo con los niños. 

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