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Colombia le faltó el respeto a Yashin

El baúl de los recuerdos. Dirigido por Adolfo Pedernera, el seleccionado cafetero le empató 4-4 con la Unión Soviética en Chile ´62. Perdía 3-0, se recuperó y hasta le hizo un gol olímpico a la mítica Araña Negra.

“Marcos Coll se perfila, hace el envío con la pierna derecha, la bola va al arco… y se metió la pelota. ¡Gol de Colombia! ¡Gol olímpico de Colombia!”. El relato de Gabriel Muñoz López a través de los micrófonos de la cadena Caracol sacudió a todo un país. Un mediocampista de América Cali al que solo conocían en su tierra le faltó el respeto a Lev Yashin, el mejor arquero del mundo. El espectacular tanto cafetero quedó en la historia porque nadie esperaba que la famosa Araña Negra sufriera tamaña afrenta. Y porque fue el símbolo de una proeza del equipo sudamericano: perdía 3-0 y le empató 4-4 a la Unión Soviética en el Mundial de Chile, en 1962.

Yashin ya era una leyenda. Después de la Segunda Guerra Mundial se desempeñaba como arquero de hockey sobre hielo y soñaba con la gloria olímpica en esa disciplina. Sin embargo, a los 17 años, se encontró de casualidad con el fútbol cuando regresaba a su casa tras una ardua jornada de trabajo en una fábrica de herramientas.

Sus compañeros, conscientes de sus llamativos reflejos para contener discos sobre la fría y plana superficie de las pistas de hockey, lo invitaron a atajar en el equipo de fútbol de la fábrica ante la ausencia del habitual guardavalla. Ese flaco alto de manos enormes se lució y poco después, en 1952 -a los 23 años-, se transformó en el arquero del Dínamo Moscú, el club de la policía soviética. El siguiente paso fue la selección nacional, la medalla olímpica en los Juegos de Melbourne 1956 y el título en la primera edición de la Eurocopa, en 1960.

Le decían la Araña Negra por dos motivos muy evidentes: a) sus atajadas eran dignas de un hombre con más de dos brazos; b) solía vestir un uniforme oscuro. Quizás la primera de las razones pueda considerarse una exageración, pero quienes tuvieron el privilegio de verlo en acción ratifican su condición de arquero casi invencible.

Colombia jugó en Chile su primera Copa del Mundo. Había conseguido la clasificación a las órdenes de un sabio director técnico como el argentino Adolfo Pedernera. El otrora centrodelantero de La Máquina de River en la década del ´40 fue el padre del fútbol de ese país. Para todos era Don Adolfo o el Maestro.

Ese 3 de junio de 1962 nadie imaginaba que el conjunto sudamericano iba a ser capaz de evitar una derrota a manos de la poderosa Unión Soviética. Además de Yashin, el emblema de equipo, las huestes de Gavril Kachalin contaban con un famoso mediocampista como Igor Netto y delanteros importantes como Valentin Ivanov, Mikhail Meskhi y Viktor Ponedelnik.

Los campeones europeos tenían todas las de ganar. Y lo demostraron no bien arrancó el partido, pues a los 11 minutos se imponían 3-0 con dos goles de Ivanov y uno de Igor Chislenko. El descuento de Germán Aceros se antojaba poco menos que como una casualidad a favor de los dirigidos por Pedernera.

UNA REACCIÓN INOLVIDABLE

En las páginas del libro La Máquina, una leyenda del fútbol (librofutbol.com, 2021) se relata una escena insólita: “Cuando finalizó la primera etapa el equipo entró en el vestuario con la cabeza gacha, vencido. Lo que sucedió en esos 15 minutos de entretiempo tiene mucho de leyenda y parece extraído de una película de Hollywood. Pedernera vio a sus jugadores y les preguntó si sabían cantar. No habló de fútbol, ni de cuestiones tácticas. El técnico escuchó alguna tímida afirmación, casi de compromiso. Entonces redobló la apuesta y repitió la consulta en un tono mucho más enérgico. A los gritos le contestaron que sí. Adolfo empezó a cantar el Himno colombiano. Los futbolistas lo imitaron elevando cada vez más la voz. Así salieron a jugar el complemento”.

Es difícil saber si la canción patria les devolvió la fe a los colombianos, en especial porque poco después de los 11 minutos del complemento Ponedelnik estableció el 4-1 transitorio.

Pero algo había cambiado. Tal vez Pedernera logró alcanzar las fibras íntimas de sus jugadores. No les importó el marcador adverso. Creyeron en un imposible y se atrevieron a atacar a los soviéticos. Con pelota dominada. El estilo de Don Adolfo. El primer gran golpe lo asestó Coll con el remate que tomó desprevenido al célebre Yashin.

La Araña Negra pareció no poder tolerar tamaño papelón. Les cuestionó a sus defensores la falta de cobertura, pero en realidad el único culpable había sido él. Para colmo de males, un rato después un disparo de Antonio Rada también terminó dentro de su arco. El 4-1 se había convertido en un increíble 4-3.

Cuando faltaba un cuarto de hora se produjo el milagro. Un ataque colombiano terminó con Marino Klinger mano a mano con el arquero. El delantero dio una muestra de seguridad en sí mismo y se atrevió a gambetear a Yashin y sellar el 4-4. Histórico. Fabuloso. Sorprendente. Inesperado… Todos los adjetivos eran posibles.

La pesadilla de la Araña Negra acabó a tiempo, ya que cerca del final le tocó salvar a su equipo de una derrota inimaginable. Más allá del empate, el mundo estaba asombrado. Colombia, el equipo del Maestro Pedernera, le había faltado el respeto nada más y nada menos que al famoso Lev Yashin.

LA SÍNTESIS

Unión Soviética 4 - Colombia 4

Unión Soviética: Lev Yashin; Givi Chokheli, Leonid Ostrovski, Valeri Voronin, Anatoli Maslyonkin; Igor Netto, Igor Chislenko; Valentin Ivanov, Viktor Ponedelnik, Viktor Kanevski y Mikhail Meskhi. DT: Gavril Kachalin.

Colombia: Efraín Sánchez; Aníbal Alzate, Jaime González, Óscar López, Héctor Echeverri; Rolando Serrano, Marcos Coll; Germán Aceros, Marino Klinger, Antonio Rada y Héctor González. DT: Adolfo Pedernera.

Incidencias

Primer tiempo: 8m gol de V. Ivanov (URSS); 10m gol de Chislenko (URSS); 11m gol de V. Ivanov (URSS); 21m gol de Aceros (C). Segundo tiempo: 11m gol de Ponedelnik (URSS); 23m gol de Coll (C); 27m gol de Rada (C); 31m gol de Klinger (C).

Estadio: Carlos Dittborn (Arica). Árbitro: Joao Etzel Filho, de Brasil.  Fecha: 3 de junio de 1962.