Espectáculos
Claudio Tolcachir: un regreso a Buenos Aires con gusto a rabia
El actor y director presentará el unipersonal que aplauden en España. Hará una única función, en el Metropolitan. Dice que se trata de un thriller que encierra para él varias novedades. Su mirada crítica sobre la gestión cultural.
Por Natalí Harari
Agencia NA
Claudio Tolcachir es dramaturgo, actor y director teatral, creador de varios éxitos de la escena local que comenzaron en el under y llegaron a convertirse en suceso masivo. Hace veinte años tiene en cartel uno de sus clásicos, ‘La omisión de la familia Coleman’, mientras continúa con el trabajo en su sala, Timbre 4, aquella casa que supo transformar en espacio teatral, espacio de ensayo, lugar de aprendizaje y sitio donde presenta al público sus creaciones.
Actualmente divide su vida entre la Argentina y España porque tiene varios proyectos laborales en Madrid. Pero esta vez quiso venir a Buenos Aires para retomar una de sus pasiones: se subirá al escenario para protagonizar ‘Rabia’, un monólogo que ha tenido muy buena recepción allí donde presentó y que promete atrapar al espectador. Lo ofrecerá el próximo martes en el teatro Metropolitan.
-¿De qué va obra?
- ‘Rabia’ está basada en la novela de Sergio Bizzio, con una adaptación realizada junto a Mónica Acevedo, María García de Oteyza y Lautaro Perotti. Cuenta la historia angustiosa de José María, que tras un grave incidente se esconde en la buhardilla de la mansión donde trabaja su amor, Rosa. Allí se convertirá en un fantasma testigo de la vida de los dueños y de Rosa, sin poder hacer nada ante las injusticias de las que es testigo. Tendrá que ingeniárselas para vivir desde la buhardilla: buscar comida o poder hablar con Rosa, al tiempo que deberá huir de su propio yo interior.
-¿Qué lo atrapó del texto?
-Es una maravilla, una especie de thriller que desarrolla un personaje con amplitud y originalidad. Un juego que a mí cuando lo leí hace más de diez años, casi quince, me había vuelto loco. Nunca había pensado en hacerlo teatro, pero el año pasado estábamos buscando un nuevo proyecto para hacer algo que nos interesara, que sea desafiante, y se me presentó ‘Rabia’ como monólogo. Nunca había hecho la adaptación de una novela. Era algo nuevo, además, porque nunca había actuado yo solo en el escenario. Existen proyectos que nos toman el cuerpo de manera prácticamente obsesiva y no nos sueltan hasta poder ver la luz. ‘Rabia’ es uno de esos. Desde que leí la novela quedé atrapado por imágenes, sensaciones, instantes que me marcaron profundamente hasta que intuí que ese placer morboso que me provocaba revisitar la historia podía ser una ceremonia teatral única y fascinante.
INSPIRACION
-Dirige junto a Lautaro Perotti esta vez.
-En general, soy yo el que lo dirijo a él, pero esta vez compartimos la responsabilidad. Así que eran cantidades de desafíos nuevos para emprender, que se ponían interesantes. A mí lo que me encanta de este proyecto es que el teatro sea un espacio de inspiración. Porque el espectador, a partir de lo que va escuchando y de lo que va viendo, pero sobre todo de lo que él mismo va imaginando, empieza a construir esta historia.
-¿Hará una única función?
-En este caso sí. Estoy yendo y viniendo entre la Argentina y España todo lo que puedo. Apenas aparece un trabajo aquí aprovecho para venir.
-Está hace tantos años en en esta actividad. ¿Cómo ve el teatro hoy?
-Depende del punto de vista. Desde lo creativo es fascinante. Me parece que siempre hay propuestas interesantes, hay mucha producción,mucha sorpresa. Hay un estado de investigación permanente en las condiciones que sean. Desde el punto de vista de poder hacerlo, de la producción, digamos, de que la gente pueda producir, ya ni te digo poder vivir del teatro, que siempre fue difícil, pero ahora te diría que se transformó en algo casi imposible. Las salas se están cerrando porque es imposible sostenerlas entre alquileres, impuestos y producir, crear una escenografía, hacer un vestuario. Producir teatro se volvió algo imposible. Pero bueno, los grupos siguen, seguimos haciendo, ayudándonos, y el público, por suerte, se acerca, nos cuida, nos acompaña y eso se agradece. Hay obras que tienen mucha suerte y obras a las que les cuesta mucho. Por supuesto, el público tiene menos dinero para comprar entradas y para que la gente las pueda comprar, las entradas deben ser razonablemente económicas. Estamos tratando de sostenernos. No hay una propuesta que dinamice o que contenga lo que es la producción teatral. Ese es el momento en el que estamos como país. Con tanto talento que hay acá debería ser al revés, debería estimularse todo el arte. Lo mismo sucede con la ciencia, con el deporte, con cualquier emprendimiento que tenga que ver con la producción. Hay un gran pie que está aplastando todo el deseo de hacer, el deseo de desarrollarse. Lo están haciendo muy difícil. Pero el contrapeso ante eso, desde el punto de vista del teatro, es que sí están la creatividad y el sacrificio enorme de la gente para seguir haciendo cosas.
-Al trabajar también en España nota la diferencia.
-Es muy distinto. Digamos que, por un lado, allá no hay un teatro independiente como existe acá. Es un modo de producción que no está desarrollado. Sí hay muchos espacios de exposición, muchas posibilidades de hacer giras internas por España, muchos teatros oficiales donde se puede recalar. Por supuesto, siempre es difícil, el teatro es un esfuerzo, pero está muy lejos de esta idea que se trata de instalar acá de que el arte lo hacen unos vagos que quieren planes para sobrevivir. Se entiende que el teatro es un oficio y el arte es algo fundamental, y se entiende que ese desarrollo también implica un movimiento económico y de trabajo. Entonces hay profesionales, técnicos, artistas que están en un circuito de trabajo. Y ese mercado, por supuesto, lo organiza también el Estado.
-Me va quedando claro qué piensa de Javier Milei.
-Me parece una tragedia, una tragedia tremenda, absurda y muy dolorosa. Muy dolorosa, sobre todo, por haber sido elegido democráticamente. Eso es lo más doloroso y lo más desconcertante. Pero es una tragedia comprobable. Con ver cómo está la gente, cómo la están pasando, las cosas que están ocurriendo. Pero parece ser una tragedia aceptada por ahora. Ojalá que haya un cambio.