"El apostolado en el medio social, es decir, el esfuerzo por llenar de espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que uno vive -afirma el Concilio Vaticano II en Apostolicam actuosistatem, 13-, hasta tal punto es deber y carga de los laicos, que nunca lo pueden realizar convenientemente otros".
Esta introducción puede servir de marco para apuntar algunas primeras ideas sobre el catolicismo social argentino. Agradezco a La Prensa, nuevamente, por brindarme un espacio para hacerlo.
El tema del catolicismo social argentino puede ser considerado desde distintas perspectivas. En primer lugar, conviene hacerlo desde la histórica. Este punto es muy relevante para dejar en claro que, efectivamente, existe algo denominado "catolicismo social argentino" y que no se trata de una entelequia o de una expresión de deseos.
Dicho esto, voy al punto. El principal historiador que ha escrito sobre el asunto es, fuera de toda duda, Néstor Tomás Auza. Tengo a la vista tres de sus obras: "Los católicos argentinos: su experiencia política y social" (Editorial Claretiana, Buenos Aires, 1984); "Aciertos y fracasos sociales del catolicismo argentino en tres tomos" (Editorial Docencia-Ediciones Don Bosco-Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1987) y "Corrientes sociales del catolicismo argentino" (Editorial Claretiana, Buenos Aires, 1984).
Es muy interesante y actual recordar un texto de José Manuel Estrada (1842-1894), uno de los principales exponentes del catolicismo social argentino en el siglo XIX, publicado en La Unión (Buenos Aires, 1º de abril de 1883) y que cita Auza en uno de los libros antes mencionados. Afirma Estrada: "Los católicos argentinos han sido inadvertidos y lo son todavía. Han creído que su fe no debía influir en sus resoluciones políticas ni rectificar sus simpatías de partido. Por eso, multitud de hombres fieles a la fe han cooperado a la elevación de políticos, cuyas creencias, si ese nombre puede darse al escepticismo, estuvieron en abierta contradicción con las suyas. Este latitudinarismo ha desvirtuado las más de las veces precauciones con que la ley fundamental de la república quiso resguardar el carácter de la sociedad y de sus instituciones (...). Entre tanto, no se ha entendido que la apostasía notoria ataje a nadie los caminos de la presidencia. La armonía de ideas secundarias, y a veces subalternas preferencias de círculos y predilecciones personales, han bastado para reclutar adeptos y combinar acciones políticas sin miras altas ni profundas, cuyos frutos amargan, pero infortunadamente no aleccionan a muchos (...) Los católicos han prescindido de las cuestiones de su fe en sus combinaciones políticas, y por su tolerancia y abandono han contribuido indirectamente a que arraiguen las supersticiones del liberalismo en el régimen de los negocios públicos. Los males arrecian de día en día, y se acerca la hora de recobrarse y reflexionar".
El texto de Estrada, recuerdo, fue publicado el 1ø de abril de 1883. Sobra decir que parece escrito para 2022 en Argentina.
TRES COMENTARIOS
Tres comentarios para finalizar, por ahora. Estrada, como otros católicos sociales argentinos -podríamos mencionar a otros contemporáneos suyos como Pedro Goyena, Tristán Achával Rodríguez, Emilio Lamarca, Indalecio Gómez y muchos más- no eran católicos "de sacristía". Por el contrario....y el liberalismo decimonónico bien lo sabía. Eran de aquellos que se esforzaron -persecuciones incluidas- en "llenar de espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que uno vive", como se dijo al comienzo de esta nota. Además, no eran clericalistas bajo ninguna circunstancia. Por último, los católicos argentinos mencionados y tantos otros no redujeron la materia social al lugar común "que haya religión en las escuelas". Al fin de cuentas, que haya religión en las escuelas es, por cierto, muy importante pero, debido a la exigencia de la coherencia la fe y la propia vida tanto individual como social, no alcanza. Ese influjo de la religión -bien lo sabía Félix Frías, a quien Auza considera el precursor del laicado católico argentino- debe informar las costumbres, las leyes, la cultura o tantos otros ámbitos de la vida social. Alguna vez, en el Congreso Argentino -si se trata de hablar de leyes-, hubo católicos coherentes como Estrada, Goyena, Achával Rodríguez, Arturo Bas, Juan Félix Cafferata, por mencionar a algunos. A decir verdad, se extrañan, "como se extrañan las mañanas bellas" (Armando Manzanero).