Opinión
DESDE MI PUNTO DE VISTA

Carmen Mola, esa maldita traidora

Carmen Mola es una mujer horrenda y cruel que ha traicionado, ha envilecido y se ha burlado de una abultada y sensible porción de la sociedad y que, de paso y para colmo, se ha enriquecido con su accionar, la muy meretriz. Pero Carmen Mola no siempre fue odiada, de hecho fue muy admirada. ¿Quién es y cuál es la historia de la pérfida Carmen Mola?­

Carmen Mola es una escritora novel que en poco tiempo se convirtió en la revelación de la novela negra española. La prolífica Carmen Mola escribió desde 2018 una novela por año. Primero fue La novia gitana, luego La red púrpura (2019) y La nena (2020). Su pluma cruda y atrapante cautivó a los lectores alcanzando récords de venta y siendo traducida a varios idiomas. Las novelas de Carmen Mola tienen como protagonista a una mujer, la inspectora Elena Blanco y sus investigaciones son truculentas, siempre al frente de su equipo de la Brigada de Análisis de Casos (BAC). Carmen Mola no ahorra en horrores: asesinos que meten gusanos carnívoros en el cerebros de la víctima, psicópatas que secuestran niños para hacerlos pelear a muerte y cobrar apuestas, y toda una serie de aberraciones que conforman la saga de bestsellers que se completó con la venta de derechos para televisión y todo.­

ICONO FEMINISTA­

­Carmen Mola se transformó en un ícono de la literatura feminista, una mujer que no temía contar con despojo la crueldad del mundo criminal. Bibliotecas feministas la tenían entre sus preferidas, sobre todo por su marketinera pero acertada inclusión de la problemática LGTBI en sus relatos. Carmen Mola era el modelo a seguir, la que ponía en su perspectiva la relegada y ahora empoderada condición de mujer. La contrahegemónica, la distinta. 

La cosa es que la exitosa Carmen Mola se presentó al Premio Planeta 2021 con una novela llamada La bestia, un thriller que combina una epidemia de cólera con el descuartizamiento de pequeñas niñas en serie. Conforme la avalancha de éxitos que viene cosechando, Carmen Mola ganó el millonario premio y se alzó con la condecoración más jugosa del rubro. ­

 

Pero cuando Carmen Mola fue a retirar el premio su enorme maldad quedó a la vista: se presentaron a recogerlo tres hombres, tres varoncitos blancos cis, sin reclamos identitarios. Tres escritores que ni son ni se perciben víctimas y que habían inventado a Carmen Mola como un pseudónimo producto de sus tres mentes masculinas. Los atrevidos son Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero. El mundo feminista quedó en shock: de esa revelación en más no pararon de lloverles insultos, agravios y se comenzaron a retirar de las librerías las cruentas aventuras de la detective Blanco.­

Desde que se reveló cuál era la novela ganadora del Premio Planeta 2021 poco ha importado la obra literaria. El interés recayó en el escándalo suscitado por la identidad de la autora, es decir, en los tres señores que inventaron a Carmen Mola. Pero los geniales creadores de Carmen Mola no son los primeros en usarlos ni inventaron los seudónimos ni la escritura fantasma, ambas formas en la que una persona, ficticia o no, asume la autoría de un libro que otro escribió en las sombras. Por eso, bucear en las razones del enojo y frustración tal vez sirva para entender qué cosa hay detrás de los preceptos feministas, de sus ideales y de sus objetivos.

CONVENIENCIAS­

­Honorio Bustos Domecq es el autor de Seis problemas para don Isidro Parodi, Un modelo para la muerte, Crónicas de Bustos Domecq y Nuevos cuentos de Bustos Domecq. Pero Bustos Domecq, como Carmen Mola, no existía y era la genial combinación de las plumas de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Sin embargo, a nadie escandalizó la existencia ni la obra de Bustos Domecq como tampoco generó ira o rencor la obra de Fernán Caballero, seudónimo detrás del cual se escondía la escritora Cecilia Böhl de Faber. Del mismo modo, a nadie ofendió que a mediados del siglo XIX, Aurore Lucile Dupin de Dudevant inventara a un señor: George Sand, para que firmara sus obras y con ese seudónimo se convirtió en uno de los autores más exitosos del Romanticismo. Con el mismo criterio Mary Ann Evans creó a George Eliot para que se quedara con el crédito de sus piezas.­

Muchas escritoras de siglos pasados eligieron no sólo el anonimato sino una identidad masculina para firmar sus trabajos. Las razones residen en que sabían que tenían más posibilidades de ser tomadas seriamente si adoptaban el género que tenía más preponderancia y prestigio en el rubro en esa época. Entonces, tiene lógica concluir que Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez eligieron ser una mujer porque se dieron cuenta de que marketineramente los beneficiaba. Estos hombres del Siglo XXI eligieron ser mujer para firmar su obra porque consideraron que era más fácil que les publiquen y que llegaran a las librerías. Los tres son escritores, los tres conocen el negocio y los tres sabían que ser una mujer los beneficiaba como Mary Ann Evans o Aurore Lucile Dupin sabían que las beneficiaba ser hombres.­

La primera cuestión que el affaire Carmen Mola pone al descubierto es que en este siglo, ser mujer es más ventajoso que ser varón y que por tanto, de existir un techo de cristal, está sobre las cabezas masculinas. Carmen Mola demostró que ser mujer no es un obstáculo para lograr el éxito. Un tiro al corazón del victimismo feminista.­

Existe otro elemento que es digno de estudio alrededor del enojo feminista con el caso Mola: qué se hace con los litros de tinta vertidos en sesudos analisis sobre la nueva literatura feminista, el rol de la mujer en la construccion del relato policial y toda una sarta de afirmaciones que iban a sostener un corpus ideologico que resultó, finalmente, ser un grupo de señores usando el signo de los tiempos para vender muchos libros.­

OTRO ANZUELO­

Uno de los aciertos de los tres autores fue incluir en los libros de Carmen Mola elementos de la ideología LGTBI como si se tratara de una receta para ser incluidos en bibliotecas, reseñas y todo tipo de circuitos específicos. Gran parte del éxito de ventas fue la astucia de estos señores para entender el funcionamiento de la actualidad literaria. Una vez descubierta la identidad de Carmen Mola, la denuncia de estafa y timo fue inmediata, Carmen Mola mostraba los hilos de la costura.­

Acá la paradoja se hace más profunda: la indignación parte de quienes sostienen que no existen diferencias entre los sexos, que la biología es un constructo y que por lo tanto sólo es válido lo que se expresa mediante la autodeterminación. ¿Cuál sería entonces el problema de que los tres autores tuvieran pito, hecho irrelevante si todo depende de lo que se perciban eventualmente? Si Díaz, Mercero y Martínez al momento de agarrar el cheque se sentían mujeres: ¿la estafa era tal?­

Las feministas que habían encumbrado a la pobre Carmen Mola a las más altas esferas de la sororidad la están borrando del mapa. El caso más gracioso es el de la librería Mujeres & Compañía de Madrid que publicó un video mostrando como se deshacían de los libros de Mola. En todo el mundo, el negocio feminista se basa en los subsidios y extorsiones que el colectivo protagoniza y por eso es más importante sostener el relato que vender libros honradamente. Es comprensible que la librería especializada en obras escritas por mujeres se desprenda de uno de los productos más exitosos antes que renunciar a las prebendas estatales.­

LECTURAS FEMINISTAS­

La ofensa que generó el caso Mola se entiende muy profundamente ya que, por ejemplo, el año pasado el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha recomendó sus libros como "lecturas feministas'', y la revista Elle recomendó sus obras por estar "escritas por mujeres''. El absurdo queda muy expuesto, el feminismo no quería el trabajo de Mola por sus virtudes sino sólo porque lo había escrito una mujer. Un acto de condescendencia y discriminación monumental: -miren, es mujer y ha tenido éxito, quién lo hubiera dicho, pobrecita. De ahí que aunque de las novelas no se haya cambiado ni una coma, todo se pudra porque en realidad hay tres tipos firmando la obra.

Los lamentos y enojos muestran motivaciones bien básicas. Cuando el humor, la ironía, el artilugio engañan al sistema tan impúdicamente, el sistema exhibe una fragilidad conceptual asombrosa. Tiene sentido que las feministas estén enojadas: si la biología no tiene importancia y te pueden acusar e incluso castigar por transfóbico por decirle a un hombre que se percibe mujer que es, de todas maneras, un hombre, entonces: ¿cuál es el problema con la biología de los tres señores detrás de Mola? Es más, si sólo importa la autopercepción, ¿los tres señores no podrían percibirse uno solo? ¿O veinte? ¿Qué les impediría mañana percibirse niños y presentarse a un concurso de relatos infantiles?

Ya existieron casos de gente que se percibió de otra edad y sexo y con esto consiguió jubilarse anticipadamente o cumplir penas por violación en cárceles de mujeres aún portando un pene que todos tienen que hacer de cuenta que no está. Entonces, si el feminismo integrista ha logrado criminalizar a quienes no aceptan la autopercepción y ha logrado que sea el criterio que se impone en la justicia, en la educación y en la cultura. ¿Por qué tiene tanto problema en que tres hombres firmen como si fueran una mujer?­

Es notable que el entramado feminista le de más importancia a la firma que al contenido pero más notable aún es dejar expuesto que las verdugas de género y las catadoras de empoderamiento no son capaces de distinguir la prosa genuinamente femenina de la que no lo es. Otra mentira que se cae a pedazos. Todos los críticos que creyeron ver en la literatura de Carmen Mola la sensibilidad de un colectivo, las huellas de la opresión patriarcal, la lucha contra la hegemonía masculina no se dieron cuenta de que los pasos de la detective Elena Blanco eran diseñados por tres tipos que representaban literalmente a su enemigo declarado.­

EL CASO SOKAL­

­Pero lo que luce más atrapante en el escándalo Mola es lo que lo diferencia del escándalo Sokal o del posterior escándalo Sokal al cuadrado. Veamos: En 1996 el físico Alan Sokal pergeñó una irónica venganza ideológica para exponer la inconsistencia de la revista académica Social Text a la que acusaba de privilegiar lo políticamente correcto, apoyando el consenso social por sobre la seriedad académica. Según Sokal, la revista publicaba cualquier pavada si replicaban los prejuicios ideológicos de los editores. 

Sokal escribió un artículo titulado: La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica (Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity), en donde afirmaba que la gravedad era un constructo social que determinaba el comportamiento de la sociedad. 

También afirmaba que las especulaciones psicoanalíticas de Jacques Lacan habían sido confirmadas en la teoría cuántica de campos y que el axioma de igualdad en la teoría matemática de conjuntos era análogo al concepto homónimo en la política feminista. Y todo fue publicado.

En la misma tónica tuvo lugar en 2017: El asunto de los estudios del agravio (Grievance Studies affair), cuando James A. Lindsay, Peter Boghossian, y Helen Pluckrose inventaron artículos académicos con la temática queer, de género y sexualidad para exponer la locura que se había apoderado del mundo académico. Los autores también inventaron a una autora mujer Helen Wilson, que había escrito artículos totalmente delirantes como Reacciones humanas a la cultura de la violación y la performatividad queer en los parques urbanos para perros en Portland, Oregón (Human reactions to rape culture and queer performativity at urban dog parks in Portland, Oregon) publicado con honores en la revista Gender, Place & Culture, dónde se podían leer párrafos del tipo: "¿Qué problemas rodean la performatividad queer y la reacción humana al sexo homosexual entre perros? y ¿Sufren los perros opresión basada en el género (percibido)? Aplicando categorías de criminología feminista negra a través de las cuales se pueden entender mis observaciones e infiriendo de lecciones relevantes a las interacciones entre humanos y perros para sugerir aplicaciones prácticas que interrumpen las masculinidades hegemónicas y mejoran el acceso a los espacios emancipatorios''.­

O:  "Las normas culturales que operan dentro y sobre estos espacios forman microculturas donde el comportamiento aceptable e inaceptable en las comunidades humanas puede reflejarse en la forma en que los compañeros humanos construyen sus interacciones con los perros, particularmente en lo que respecta a la cultura de la violación y queering''.­

Tanto Sokal como Lindsay, Boghossian y Pluckrose buscaron denunciar la demencia totalitaria de la ideología dominante, en cambio Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero se propusieron usarla a su favor y vaya si lo consiguieron. Además de hacerse con un premio millonario y de haber vendido cantidades envidiables de libros, se burlaron del dogma más hegemónico de los últimos tiempos, y no lo hicieron por ideología, lo hicieron leyendo las tendencias del mercado. Un éxito histórico que explora un camino nuevo, tal vez mucho más eficaz, para combatir el totalitarismo de género.­

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