Opinión
Con Perdón de la Palabra­

Carlos Saúl Menem­

­A edad avanzada ha muerto Carlos Saúl Menem. "El Turco", aunque no fuera turco sino de origen sirio. Como "El Turco" Seineldín, que era druso de ascendencia.­

De entrada cabe señalar que Menem fue un factor de concordia en la política argentina. Cosa que quedó plásticamente evidenciada cuando, durante su mandato, se realizó una emisión de estampillas que exhibían la figura de próceres nacionales de las tendencias más opuestas.­

Quiero referirme aquí a las dos oportunidades en que tuve contacto con Menem. La primera con motivo de una conferencia que dictó en el salón del Plaza Hotel sobre política exterior, donde yo concurrí invitado por Ignacio Bracht, encargado de las relaciones con la prensa del entonces candidato a presidente.­

Que hizo esperar más de una hora a un auditorio entre el que se contaba el embajador de los Estados Unidos y el Nuncio Apostólico.­

Llegó Menem con el más impresentable de sus aspectos: de traje y zapatos blancos, corbata violeta pálido y teñido rabiosamente, de negro el pelo y blancas las grandes patillas. A mí se me cayó el alma a los pies al pensar que un hombre con ese aspecto podía representarnos ante el exterior como Primer Mandatario. Más tarde, el doctor Cordero se encargó de asesorarlo al respecto, logrando que Menem vistiera de manera impecable.­

Pero mi desánimo duró poco. Al rato de escuchar hablar a Menem me fue ganando el encanto de sus palabra sencillas. Incluidas sus vacilaciones para encontrar a veces la palabra adecuada al expresarse. Vacilación que, según supe luego, es un recurso oratorio bastante conocido a fin de ganar la adhesión del auditorio, que tiende a auxiliar al orador en el trance.­

Por otra parte, la política exterior que manifestó aplicaría como presidente resultaba inobjetable. Señalando la importancia que se daría a la recuperación de las Islas Malvinas, utilizando todos los argumentos legales que cabe invocar al respecto.­

Concluida la exposición, todos nos acercamos para saludar al expositor. Yo me agaché (Menem es petizo y yo soy alto), lo felicité y le dije: `Lo felicito por su referencia a las Malvinas. Aunque yo creo que si es necesario derramar sangre para recuperarlas, habrá que derramarla nomás'.­

Hubo un murmullo de horror entre los circunstantes, salvo por parte de Menem, que me tomó de la nuca, me bajó a su altura y me dijo: Yo estoy de acuerdo con usted doctor pero no puedo decirlo. Con lo cual ganó mi voto. Aunque, los acuerdos de Madrid, celebrados durante su gestión, impulsarían la llamada "fórmula del paraguas" que desmentiría sus palabras. ­

También me cruzaría con Menem en Mendoza, donde nos alojamos en el mismo hotel. Esperaba yo un taxi cuando apareció Emilito Alzaga y después Menem, que lo saludó diciendo: Buenos días, doctor Alzaga. Pese a que no lo conocía ni nunca le había sido presentado.­