Cultura
UN VOLUMEN RECOPILA MISIVAS ENVIADAS ENTRE 1949 Y 1960

Camilleri en cartas a sus padres

El teatro, la Academia, Roma, los grandes autores y los encuentros que despliegan una galería del mundo cultural de Italia en la posguerra. Eso ofrecen las cartas que un joven Andrea Camilleri envió a su familia durante más de un decenio entre 1949, cuando se trasladó a la capital, y 1960.

Se publicaron ahora en el volumen Les volveré a escribir -cartas a la familia 1949-1960, editado por Salvatore Silvano Nigro, con la colaboración de Andreina, Elisabetta y Mariolina Camilleri, por Editorial Sellerio.

"Pasado mañana cumpliré veintiséis años. Dicen que nosotros, nacidos bajo el signo de Virgo, tenemos un poco de suerte retrasada, alrededor de los 30 años. Esperemos que haya excepciones a la regla", escribía Camilleri el 4 de septiembre de 1951.

Halladas por la familia y recopiladas en volumen con la colaboración de las hijas del escritor, las cartas se publicaron el pasado 26 de noviembre por la editorial Sellerio, con vistas al centenario del nacimiento, el 6 de septiembre de 1925, del gran novelista y dramaturgo, fallecido el 17 de julio de 2019.

Se trató de "un 'descubrimiento' importante e inesperado entre los papeles de nuestro padre. Cuando ya habían comenzado los trabajos de censado de la documentación, los encontraron en un lugar que no imaginábamos que pudiera conservarlos intactos durante años y años. Un sótano", explicaron las hijas del escritor en una nota incorporada al libro.

"Unas doscientas cartas escritas por nuestro padre a sus padres desde 1949 hasta los años 1960, es decir, desde su primer año en Roma como estudiante 'externo' en la Academia de Artes Dramáticas, hasta que sus padres se trasladaron de Porto Empedocle a Roma", relatan.

La correspondencia termina "como una novela de tiempos pasados, con una boda. Camilleri se casa con Rosetta Dello Siesto. Y nace 'una hermosa criatura', diría Manzoni. Se llama Andreina", completa Salvatore Nigro.

Enviadas a sus padres desde Roma, cuando era un estudiante libre, las cartas están dirigidas sobre todo a su madre, a quien Camilleri le cuenta casi todo en una especie de relato de la vida cotidiana.

EL VERTIGO

El futuro gran escritor, creador del inspector Montalbano, debía hacer malabarismos con los problemas económicos de su vida en Roma, las frustraciones pero también los grandes encuentros entre los que se destaca la extraordinaria relación con Orazio Costa y la más difícil con el crítico Silvio d'Amico, quien, sin embargo, lo alentó a presentarse a las selecciones de la Academia Nacional de Arte Dramático de la capital.

"El joven Camilleri es una maratón de trabajo. Mantiene un ritmo infernal, vertiginoso. Corre de un lado a otro sin aliento y con frenesí. Y con una comicidad autocrítica pregunta a sus padres: '¿Qué les parece este tipo de carrusel?'", subraya Nigro.

Las cartas, en su mayoría escritas a mano, fueron transcriptas por el Fondo Andrea Camilleri de Roma.

"Hemos hecho pocos recortes respecto a los originales para proteger algunos aspectos personales y privados de aquellos que lamentablemente ya no existen. Cortes indicados en el texto por tres puntos entre corchetes", advierten las hijas.

Hijo muy cariñoso, el escritor no quería decepcionar a su familia, pero sabía lo que quería y se movía con tenacidad y determinación. Su formación teatral habría de condicionar también su escritura, según lo reconoció muchos años después.

"Cuando tengo que insertar un personaje en la historia, la mayoría de las veces escribo primero el diálogo. Sólo después lo describo, pero todo es una consecuencia de la forma en que lo hago, hablo y expreso: no hay duda de que se trata de un tipo de escritura teatral", escribió.

Camilleri nunca volvió a salir de Roma desde que obtuvo una beca para el curso de dirección de Orazio Costa en 1949.

"En conjunto, las cartas son lo más parecido a un diario: por su concreción, el diligente registro diario compuesto de disparates ocasionales, de repeticiones, de monotonía (siempre redimida por la ligereza casual del dictado), y también del ir en vano a veces; sin reticencias y sin falsa modestia", observó Nigro.

Por lo tanto, esta correspondencia recuperada puede leerse como una especie de autobiografía de los primeros 35 años del escritor, que dice mucho respecto de su gran éxito futuro.

(C) ANSA