Nada de lo que le pasa en Argentina debe causar sorpresa, cualquiera fuera la gravedad de lo que ocurriese en los próximos meses o años. Como manejar un auto con los ojos vendados en la Panamericana a 200 km por hora, o hacer una picada borracho conducen infaliblemente a la catástrofe propia y sobre todo ajena, el gobierno kirchnerista del peronismo había condenado a un final trágico a la sociedad desde el mismo momento en que la unidad de los diversos sectores del movimiento inventado por Perón configuró el Frente de Todos, esa mistonga mezcla de intereses económicos impúdicos, corrupción, ideología e ineptitud que hoy gobierna al país. De nuevo.
En un grupo de hechos de los últimos días vuelven a evidenciarse los resultados de la falta de idoneidad, principios técnicos y honestidad con que se conducen los destinos de la sociedad. Se puede empezar, para poner un orden, por la inaudita decisión de inserción política de apuro que se ha tomado en un tema de alta sensibilidad como es la cuestión de medio oriente. Se podría enfocar este punto desde la incomprensible omisión en el análisis de los métodos terroristas ahora tecnológicos de Hamás, en alianza con el inefable Irán, financiador de ese terrorismo y proveedor indispensable de armamento, Pero ni siquiera hace falta recurrir a una argumentación principista que debería conmover a un país que ha gastado fortunas y fomentado divisionismos en resarcir a las víctimas del terrorismo de estado -reales e inventadas- (cierto que no a las víctimas del terrorismo guerrillero), mucho menos apelar a cuestiones éticas en un medio en el que vale Jesús lo mismo que el ladrón, como diría esa gran sociólogo e investigador del alma nacional que fuera Enrique Santos Discépolo.
Darle la espalda a Israel para apoyar a Hamás, como se acaba de hacer, no tiene ninguna utilidad para el país. Al contrario. Todo el mundo árabe junto no tiene nada para aportar a Argentina, ni cultural, ni económica, ni técnica ni financieramente. Es, además, meterse en una pelea que no comprende, extraña a toda su historia. Que el gobierno del presidente Biden circunstancialmente haya usado su influencia para persuadir al único aliado estratégico que EEUU reconoce, Israel, para que no barra con la franja de Gaza, como sería su derecho, no implica de ningún modo que la potencia americana haya abandonado a su aliado, ni que haya decidido apoyar a Irán o al terrorismo solapado que usa de herramienta. Y cualquier experto en relaciones internacionales sabe que aún el propio Biden, pese al latinoamericanismo a la violeta que inunda y empalaga su gestión, no dejará de estar del lado israelí. Y viceversa.
Solamente una profunda ignorancia, un resentimiento de conventillo, una política de alicate fácil, unos acuerdos espurios con Iran y China donde nadie sabrá nunca qué se negoció, pueden obligar a alinearse con quién sabe qué ideas, qué fines, qué oscuridades, qué intereses. Tampoco para sorprenderse, si se recuerda que la señora de Kirchner culpó al “sionismo internacional” del ataque a la embajada israelí, en conjura multiespectro con las fuerzas financieras internacionales, conjura que llega hasta la fábula de los Protocolos de los Sabios de Sion, pasando seguramente por la trama de alguna película de Hollywood. Grave. Pero no sorprendente, si se conoce lo que se llamaría generosamente el pensamiento de Cristina Kirchner. ¿Cuál es la estrategia detrás de este proceso?: ninguna.
Algo similar ocurre con la incomprensible, o comprensible, actitud con el gobierno de Maduro en Venezuela. Sorpresivamente, los crímenes denunciados por la insospechable Bachelet ya no tienen significado, “los crímenes contra los derechos humanos en Venezuela han ido desapareciendo”, dice Fernández. (En nombre de tantos venezolanos que sufren dentro y fuera de Venezuela, la columna no puede callar que Alberto Fernández es un mentiroso) Esto se ve reflejado en la incomprensible decisión de retirar su apoyo en La Haya al pedido de juicio internacional contra Maduro, como si de golpe éste se hubiera vuelto bueno y compasivo. Otra vez, sin ningún objetivo geopolítico, salvo el sistemático apoyo del populismo regional a la Patria Grande y la defensa a ultranza de su socio Chávez & sucesores en el negocio de los Boden 2015 de Cristina. ¿Algún aspecto de todo esto es algo que la lectora no sabía que iba a ocurrir?
Tampoco puede alegarse que semejantes pasos se han dado para ayudar a la mal llamada negociación de la deuda, más bien mendicación por la deuda, en lo que se ha logrado tan poco, a menos que se considere apoyo a la frase de compromiso de Merkel, que le ha dicho al presidente pro témpore que mejor vaya y arregle con el Fondo.
Ha quedado en evidencia que el gobierno no tiene un rumbo ni sabe para dónde va. Y eso se nota. Argentina es hoy una mezcla de paria y mendigo internacional. Y lo será aún peor. Mal puede eso llamar la atención en un gobierno que ha despreciado el profesionalismo y la capacidad también en el manejo de sus intereses internacionales y su política exterior. Todo lo que ocurre era previsible.
En otro rubro, casi no tiene tampoco sentido hablar de la política sanitaria oficial en la pandemia. Criticar el accionar del Gobierno sería, como dice la calle, lo mismo que pegarle a un chico. Sin vacunas, con muertos que lo interpelan, con ocultamientos, trampas, mentiras y datos falsos, los despropósitos locales exceden con creces los del resto del mundo, aún aceptando que nadie manejó bien la pandemia. Los nuevos cierres y las nuevas falsedades en la explicación y en los datos volverán y serán millones. Detrás del drama sanitario, tanto de la cuareterna como del parate económico criminal, los daños a la sociedad y la economía son ya irrecuperables por mucho tiempo. Nada que llame a sorpresa, si se analizan los antecedentes judiciales, policiales y de escándalo sanitario de buena parte de los funcionarios que decidieron la suerte de, o que condenaron a muerte a tantos. Desde la efedrina y sus crímenes a los escándalos de los remedios, pasando por el PAMI. El invento de intermediarios para producir vacunas fue, además de un desperdicio de recurso y esperanzas, vomitivo.
Tampoco en la economía había derecho a esperar nada distinto de lo que ocurre. Siempre se supo que el gobierno cumpliría las órdenes de la viuda de Kirchner, y la señora ama la prepotencia económica, las pulseadas con quienes percibe como sus adversarios, someter a los factores de producción, obligarlos a “ir al pie”. Tiene poca escuela, y la que tiene, le fue impartida por su marido, que sufría de los mismos tics. Esta absurda prohibición a la exportación de carne, por caso, es un compendio de la ignorancia acumulada sobre el comportamiento de la economía, de los productores, y de la acción humana en general. Pero es lo mismo que ya hizo la vicepresidente cuando era formalmente presidenta, y por supuesto tendrá igual resultado. Empieza manoseando el tipo de cambio buscando contener la devaluación y la inflación que ha provocado, y termina con un sistema parado de cabeza en un equilibrio imposible. Así perdió 8 o 9 millones de cabezas cuando bajó manu militari el precio de la carne, y ahora va a perder dólares vitales y además va a hacer perder clientes que no entenderán tan fácilmente que su proveedor deje de venderles porque se le canta.
No habrá que abundar sobre un tema del que tanto se ha explicado, pero los discursos con amigos del presidente han llevado el tema a nivel del ridículo. No deja de mover a risa dentro de lo trágico, que la explicación oficial proponga virtualmente, y así lo espere, que se faene la media vaca que se consume localmente y se deje viva a la otra mitad, que se exporta. Del mismo modo que se culpe a la exportación de vacas viejas en pie del aumento del precio en la carnicería del barrio. Nuevamente, incompetencia múltiple unida al voluntarismo de impedir la suba de los precios que, como es reconocido hasta el aburrimiento, no suben por estos factores, sino por la emisión acumulada, que, tras algunos meses, está cumpliendo su ciclo inexorable de pérdida de valor del peso. Aunque ahora se busquen culpas y culpables y teorías diversas. Como lo ha hecho el peronismo en toda su historia. Desde el alambre de fardo hasta aquí. De nuevo, nada de sorpresa. Es lo que ha hecho siempre el peronismo, lo que ha hecho siempre Cristina y lo único que han aprendido a hacer –o a argumentar, simplemente– sus colaboradores, y colaboradoras, para no dejar a nadie afuera.
El infantil argumento de que estas medidas suicidas se toman para evitar la proliferación de algunos avivados que, para quedarse con dólares que supuestamente pertenecen al país -cosa que es falsa-se improvisan como exportadores, es en el mejor de los casos consecuencias de intentar prohibir el normal devenir de la vida, cosa a las que son tan afectas las burocracias totalitarias del mundo, en especial cuando fracasan. Esto ocurre siempre, en todo lugar, en todo ámbito y en toda época en que un grupo de iluminados pretenda decidir la cantidad de leche a producirse para el día siguiente. Tomen nota los que aplauden con esperanza el reseteo universal, que no es más que este tipo de sandeces institucionalizadas.
Para quienes crean que la columna es pesimista, tiene sentido leer la advertencia del expresidente del Banco Central, Guido Sandleris, que tuvo una misión imposible durante el gobierno de Macri. Se preocupa con razón de que se haya permitido a los bancos, dentro de la desesperación reinante característica de esta gestión de improvisados con tendencias histéricas, reemplazar las Leliqs de sus encajes por bonos argentinos. Esto los torna sumamente frágiles ante cualquier default futuro, (para nada imposible) que puede pasar con este permiso de ser una crisis de deuda a ser una crisis bancaria de impredecibles consecuencias. Se debe tener en cuenta, como han puntualizado varios analistas, inclusive el autor de esta columna, que cuando hoy se coloca deuda no se está informando el porcentaje que se “enchufa” a los entes estatales, una especie de trampa contable a la que sería peligroso e irresponsable agregar a los bancos. El punto es importante por los riesgos y por lo que significa como indicador de desesperación.
En la anterior presidencia de la señora Fernández ocurrían las mismas cosas, que tenían que ver con su imperiosa necesidad de pagar los Boden que había vendido a Chávez, o a su sociedad. Las consecuencias de semejante paquete de política cambiaria-bancaria cayeron sobre las faldas de Macri, que las piloteó bastante bien en los aspectos específicos, pero bastante mal en lo fiscal. Ahora no hay a quién tirarle el fardo, y volverán a caer sobre las cabezas del propio gobierno o lo que quede de él cuando todo pase. Con lo que el peligro de que todo empeore es evidente. Ya la venezonalización es un hecho, de modo que no es cuestión de amenazar con ello, sino de revertirlo, si se pudiese. Casi se puede pensar que el gobierno se siente mejor con un país empobrecido y con empresas, Pymes y cuentapropistas quebrados, porque tiene a una población sometida y viviendo exclusivamente de sus subsidios y dádivas. Como ese remedio se agota pronto, el paso que sigue es concluyente o mejor, concluye con todo. Con lo que es posible pensar que habrá más y mayores vueltas de tuerca. Y cada vez menos empleo privado, el único que cuenta.
Todos saben que, por ahora, se está tratando de que postergar toda la gravedad de los efectos y la aplicación de nuevos ajustes para después de las elecciones. No sería popular ir a los comicios con una declaración de paria por parte del mundo entero. (Menos Hamás, Venezuela y China, probablemente) Habrá que ver si ese pensamiento es un argumento real, con el que se hace creer que se volverá a la civilización después de las elecciones, o es otra vez una engañifa kirchnerista y tras la votación se seguirá en esta agonía, en esta muerte lenta y anunciadas en que se cocina a la sociedad.
Otro reciente hecho sigue la línea de irresponsabilidad conque actúa el estado kirchnerista. Se acaba de publicar que la ANSES quiere permitir, en medio del desastre presupuestario, que las mujeres compensen los años que les falten de aporte para su jubilación reconociéndoles tres años de aportes por cada hijo que tengan. Más dos por cada beneficiaria de AUH. La medida puede justificarse o no, no es el punto de esta columna, dentro del muestrario de dádivas que se otorga a los que no trabajan, que exceden los ingresos de los que sí trabajan. Lo grave es que, como en tantos despojos de los que está plagado el sistema jubilatorio, se mezcle este beneficio con lo que perciben los jubilados legítimos, aumentando un déficit que no es culpa de ellos actuarialmente, pero que terminan pagando con decisiones alevosas como las del DNU y ley de la pareja Fernández, que de un plumazo los empobrecen y los obliga a subsidiar a otros que son menos pobres que ellos. Otra vez la historia del Movimiento Justicialistas a full. De paso, haría falta una ley para semejante barbaridad, si no es demasiada exigencia.
Tampoco esto es una exclusividad. Así se ha comportado el populismo, no sólo el peronismo reinante, en toda su historia. Y así se seguirá comportando. En esa línea, ayer se condenó a dos años en suspenso, pero con inhabilitación para continuar su trabajo, a Luis Chocobar, que cometió el tremendo delito de enfrentarse a un delincuente que estaba acuchillando a un turista. Mal mensaje. Si Fernández se preocupara en serio por el país, como dice, (por lo menos esta semana) indultaría a Chocobar y le permitiría retomar su tarea de inmediato.
Obvio que esto es un ensueño que no ocurrirá. Con lo que se logra atemorizar a las fuerzas de seguridad, castrarlas en su voluntad y su vocación de jugarse la vida, y deja a la sociedad desprotegida en otro aspecto trascendente, la seguridad, además del sanitario y el económico. Objetivos típicos de Big Brother orwelliano.
Como si hiciera falta ratificar el camino por el que se va y su similitud con lo que ya pasó desde 1946 a hoy, ayer el gobierno de Mendoza y el gobierno nacional rescataron, una vez más, a la empresa IMPSA, cuyos números, utilidad y esencialidad nadie explicó ni explicará nunca. Las miles y miles de otras empresas, Pymes y emprendimientos que el estado ha colaborado a quebrar con tipos de cambio mentirosos, encierros, inflación, prohibiciones, retenciones, regulaciones y controles no han merecido ninguna consideración ni rescate. Esos no son amigos, evidentemente. Son enemigos, o sea que pretenden trabajar.
El modelo no cambió nunca. Sólo cambiaron los millonarios que lo usufructúan y dirigen. La leal militancia oligarca de la arrogante burocracia estatista.