Hablábamos en el artículo anterior "Trabajo: ¿salud o enfermedad?" respecto de las consecuencias de los cambios rápidos que se han sucedido en las últimas épocas en el mundo y cómo esto impactaba de manera directa en una de las partes más importantes de la vida de las personas: el mundo del trabajo.
Los cambios sociales, políticos económicos y desde ya tecnológicos han obligado a realizar diferentes ajustes que, tal como una carrera con obstáculos en la que los primeros han sido superados con cierta facilidad, pero la prueba se mantiene y no da señales de detenerse sino acelerarse, esos retos serán cada vez más importantes. Al igual que una carrera con imperativo darwiniano, están sobreviviendo los que logran adaptarse a esos cambios, no siendo necesariamente, según diría Darwin, los más fuertes o mejores, sino simplemente los que han podido hacerlo o que aún no se enfrentaron a cierto tipo de pruebas.
En esa carrera con obstáculos, hay inevitables consecuencias. Tanto en los que van superando cada uno de los obstáculos en su forma de afrontamiento, el conocido "coping skill" (habilidades de afrontamiento) o coping styles (estilos de afrontamiento) de la psicología del comportamiento, como en los efectos de los que van quedando en el obstáculo y continúan su camino por otra vía. Todos los sistemas vivos, una raíz, una neurona, un río, reproducen los mismo patrones y van adaptando su camino a estos principios, de facilitación en la superación del obstáculo o tomar otro camino ante un camino más posible.
Entre los efectos más frecuentes de quienes quedan detenidos en el obstáculo, están aquellos sobre la salud mental y un cuadro que hace unos años se consideraba una manipulación del empleado (y a quienes hablábamos de ello de explotar un nicho profesional), hoy no puede ser ocultado y es el ahora famoso Burn out o llamado coloquialmente "síndrome del quemado", un cuadro de desgaste profesional pero que va mucho más allá de ello.
La introducción es porque si no se entiende la dinámica de cómo se llega a ese estado, quizás una simple enumeración de síntomas sea artificial y descontextualizada. Interesantemente en algunos países se sigue usando la terminología que la precedió, como el de "neurastenia" (un artículo debería ser dedicado a explicar la historia y sentido del término que llegó a ser de uso coloquial y peyorativo), o el interesante y también utilizado hace décadas "surmenage" (otro concepto con una etimología e historias interesantes).
Herbert Freudenberger, desde la psicología de las organizaciones, fue unos de los primeros en conceptualizar un cuadro que explicaba la caída de rendimiento de las mismas, en las cuales la sobrecarga de trabajo o abordar aquel para el cual no se está preparado (impuesto por el medio o aun por sí mismo), va acompañada de estrés (y sus consecuencias en las diferentes áreas), agotamiento, frustración, sentimientos de inutilidad, incapacidad, cuestionamientos sobre su capacidad que se extienden luego a otras áreas de la existencia y más adelante seria Christine Maslach (famosa por quienes hacen leído o visto la película el experimento), quien elabora un concepto tridimensional en el cual agrega una manifestación clínica interesante y muy preocupante: la despersonalización.
Sobre este concepto señala el aspecto en que el sujeto pierde el anclaje que le da sentido a su tarea y en esa pérdida de sentido y significado, ya no puede encontrar razones que permitan realizar el esfuerzo de seguir superando las vallas en la carrera.
Las poblaciones más afectadas fueron inicialmente aquellas más en contacto con otros seres en situaciones de riesgo o de necesidad, así bomberos, policías, personas de salud, docentes, eran inicialmente aquellos en los cuales más los veíamos. Sin embargo, el cuadro hoy se ha extendido y si vemos en personal judicial, empleados de transporte o en respuesta al público, las tasas de ausentismo y/o licencias psiquiátricas en estos sectores han ido en aumento. A ello se le suma que la licencia, sin un real trabajo terapéutico durante ella, frecuentemente va acompañada por la cronificación del cuadro quizás con sintomatología menor, pero con planteos existenciales y emocionales persistentes. Hace unos años una médica del área judicial confesaba ante la "epidemia" de patologías orgánicas de sus colegas en licencia, que su única gratificación era el sueldo de fin de mes, mientras contaba los meses y años para su jubilación con la intensidad de un convicto.
Por ello este cuadro es como planteara Maslach, algo que va más allá de la clínica para entrar en los aspectos existenciales, y de allí la trascendencia que ocupa y la necesidad que el abordaje del mismo sea ligado a la modalidad, o cultura, de una manera general del trabajo. Entenderlo como una persona en una crisis vital extremadamente profunda, con manifestaciones clínicas y no a la inversa es el comienzo de su comprensión.
Hace unos meses en esta nueva cultura de las micro historias, las series, una fue muy popular a nivel mundial, "El juego del calamar". En ella vemos a sujetos caídos, por diferentes situaciones, de una sociedad frenética, que aceptaban entrar en un terreno de juego desconocido ante la esperanza de ganar una fortuna. Atrapados ya en ese acuerdo, en la serie un contrato (en la realidad es la existencia misma), no podían escapar y descubren que el reto era superar la prueba o perecer, en muchos casos simbolizado bajo forma de caída, una interesante metáfora a la caída en el curso vital y quedar en el camino. No casualmente la serie se origina en una cultura, en la cual la ética laboral estricta genera buenos resultados en los productos, pero a veces a costa de las personas que dejan de serlo en la despersonalización.
Como varios juegos, jugarlos bajo sus reglas implica una única posibilidad: la caída. Solo se sale del dilema cambiando las reglas o jugando otro juego.