Suplemento Económico

Billetes en fuga

Un año después de haber asumido la presidencia de la Nación, Javier Milei se pavonea orgulloso con un puñado de estadísticas que hablan de cierto encarrilamiento de la economía. Inesperados guarismos, como el de la inflación en 2,7% mensual y bajando, brindan la poco usual sensación de calma.

La enjundia con que subían los precios durante el primer trimestre ha dejado lugar a un escenario de mayor estabilidad, construido sobre la base de una recesión auto inducida en la que el sector productivo tuvo que pagar los platos rotos a partir del desplome del consumo.

A ojos del equipo económico la situación es mucho mejor de lo que ellos mismos esperaban cuando comenzó esta historia. Sin embargo, siempre hay señales de alerta. La principal variable que hoy mantiene los nervios crispados -más allá de la pobreza como problemática estructural- es el nivel de las reservas y la disponibilidad de dólares. Se teme lo que pueda ocurrir en verano con un tipo de cambio atrasado.

El dólar barato, en plena parábola descendente, es una invitación a veranear en otras costas. En el Gobierno saben que a partir del 25 de diciembre, cuando caiga el Impuesto País, una franja de la sociedad hará las valijas y volará a Brasil, llevándose los dólares que tanto cuesta conseguir.

Aseguran que el Banco Central estuvo elucubrando montar algún otro mecanismo impositivo para detener el aluvión, pero por ahora todo quedó en nada. El turismo, sin embargo, no es el único factor que lleva a un goteo permanente de divisas.

La ecuación es clara: la mejora en algunas ramas de la actividad económica demanda una mayor importación de insumos, que el gobierno en su visión liberal facilita con el paulatino relajamiento del cepo cambiario. De hecho, el jueves el BCRA informó que los importadores podrán cancelar sus compromisos utilizando las divisas propias, sin esperar los 30 días que establecía la normativa.

La dinámica facilita la salida de dólares. Sobre todo porque las importaciones y los viajes son acciones inmediatas mientras que los anuncios vinculados al arribo de inversiones extranjeras forman parte de un lento proceso de maduración.

El presidente, que si fuera opositor estaría despotricando contra el cepo cambiario por considerarlo un mecanismo que recorta libertades, hoy lo maneja con el timing de un estratega para evitar problemas mayores. Sabe que tarde o temprano tendrá que abrir el candado. Según el economista Miguel Boggiano, la salida no será de shock sino un encadenamiento de medidas que lo disolverán en el tiempo hasta que sea parte de la historia.

El tablero de control del Banco Central tiene encendidas luces de alerta. Las cifras de la balanza comercial exhiben el claro incremento de la salida de divisas. Si bien el superávit fue de u$s 888 millones, cuando octubre de 2023 había registrado un déficit de u$s 454 millones, este fue el mes más bajo de todo 2024 en cuanto al saldo del intercambio.

De acuerdo a los informes que mensualmente distribuye el Indec, en el mes de mayo salieron por importaciones u$s 4.966 millones; en junio, u$s 4.679 millones; en julio, u$s 5.646 millones; en agosto, u$s 4.830 millones; en septiembre, u$s 5.954 millones; y en octubre, u$s 6.128 millones.

A medida que la actividad económica se recomponga volverá a exigir insumos básicos que no se fabrican en la Argentina. El desafío del gobierno será armonizar esa salida de divisas con el ingreso de los dólares de la inversión extranjera que, RIGI mediante, deberían volverse palpables en 2025.

RESPALDO

Ni en el mejor de sus sueños los libertarios habrán pensado que iban a llegar al primer aniversario de gobierno con un escenario de paz cambiaria, inflación en baja y salarios registrados ganándole en el promedio al incremento general de los precios.

La contracara es una actividad productiva planchada que no logra crear empleo genuino -algo que no ocurre igualmente desde 2011- ni recuperar los puestos que se perdieron en el terremoto del primer cuatrimestre. Pero, pese a todo, la población respalda al Gobierno.

Años de despilfarro kirchnerista y de inoperancia macrista volcaron a los argentinos hacia una opción de liberalismo extremo que nadie podía imaginar triunfante sino sólo como emergente de una total falta de opciones políticas.

Pero lo cierto es que La Libertad Avanza encontró el resquicio por donde llegar al poder y hoy ejecuta su plan de medidas de ajuste del gasto público y achicamiento del Estado. La Deep Motosierra de Federico Sturzenegger nunca se queda sin combustible. La semana pasada bajó sus persianas la exCiccone, firma que pertenecía a la Casa de la Moneda y se dedicaba a imprimir los billetes; se anunció la privatización por 30 años de la hidrovía; y se derogaron 43 normas que buscan lubricar la economía en su objetivo por convertirla en “la más libre del mundo”.

El ala político progresista no logra entender cómo la mitad de la sociedad apoya el veloz desguace del Estado. Sin embargo, los números de las encuestas exhiben el vigor del Gobierno en términos de respaldo. Un capital que piensan poner en juego en las legislativas del año próximo, donde una victoria contundente depositaría a Javier Milei en la senda de la reelección.

Un informe de la consultora Isasi-Burdman destaca que el presidente Milei tiene una imagen positiva del 53%, contra una negativa del 40%. De acuerdo al documento, un 52% de la población aprueba su gestión de gobierno, mientras que el 39% la desaprueba.

Comparado con administraciones anteriores, Milei llegó a su undécimo mes de gestión con un 53% de respaldo, mientras que Alberto Fernández y Mauricio Macri lo hicieron con el 42%. Ante la consulta de por quién votarían en las elecciones 2025, el 50% respondió que por Milei, contra un 36% que elegiría a cualquier candidato opositor.

En el plano económico, pese a la crisis, los indicadores no dejan de ser sorprendentes. El 40% sostiene que 2024 ha sido mejor que 2023, mientras que el 51% de los encuestados considera que 2025 será superior al año actual. Los argentinos sueñan con el despegue. El tiempo dirá si esto es más ilusión que realidad.

Aunque parezca mentira, la muestra de Isasi-Burdman deja en claro que la inflación ha cedido lugar en la preocupación de la gente a manos de la pobreza (27%). De hecho, el 68% sostiene que los precios no escalarán de manera agresiva el año próximo, y el 55% piensa que el Gobierno ha tomado el rumbo correcto para recuperar la economía.

APOGEO

La Libertad Avanza en general, y el presidente Milei en particular, están en el mejor momento de su construcción política. Empiezan a cosechar ciertos frutos tempranos en el campo económico -aunque la pobreza ronda aún el 50%- y reciben como pago la moneda de la confianza.

De hecho, el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Torcuato Di Tella registró en noviembre un salto de 6,1%, posicionándose en 45 puntos, el nivel más alto del año. Sin lugar a dudas la desaceleración de la inflación, ese impuesto que pagan mayormente los que menos tienen, es un elemento clave para la lectura política del fenómeno libertario.

Ni lerdo ni perezoso, el Gobierno no demora en difundir las buenas noticias en las redes sociales. Así es que el Ministerio de Capital Humano informó durante la semana que la suma de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar ya permite cubrir el 100% de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), mientras que en diciembre del año pasado apenas alcanzaba para el 54,8% de la misma.

"Los números se desprenden del último dato del IPC del Indec, que registró una inflación del 2,7% en octubre. Además, los niños de 0 a 2 años que perciben el plan mil días y los jóvenes de 16 y 17 años que tienen la beca progresar obligatorio cuentan con una cobertura de la CBA del 124% y 125%, respectivamente", especificó el comunicado oficial.

Las mejoras que produce el orden en la economía no le llegan a todos por igual ni al mismo tiempo. De hecho, un informe elaborado por la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA remarca que desde noviembre de 2023 hasta octubre de 2024 el salario mínimo real acumuló una caída de 28%, ubicándolo en términos reales en un valor inferior al de 2001, antes del colapso de la Convertibilidad.

De allí que el consumo per cápita de carne vacuna en Argentina haya descendido a 47,2 kilos anuales por habitante, marcando el nivel más bajo en 28 años, según un documento de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra). Es, además, 11,2% menor que en el mismo período de 2023.

También es heterogénea la realidad en las provincias. Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe se favorecieron de una mayor cosecha de granos; Neuquén y Río Negro disfrutan las mieles de Vaca Muerta; y Mendoza, el alto rendimiento de las vides. En el tablero provincial se juega buena parte de la suerte del país. Canceladas las transferencias desde la Nación, los gobernadores han quedado divididos entre los que avalan el ajuste libertario y la disciplina fiscal, y los que resisten en la trinchera a fuerza de emitir cuasimonedas y aumentar impuestos. No lo saben, pero ya han perdido la batalla.