En 1914, Mussolini se casó con su primera esposa, Ida Dalser, con quien tuvo a su primogénito, Benito Albino. Dalser luego fue internada en un manicomio por la policía fascista. Un año después, Rachele Guidi, proveniente de una familia campesina de Predappio, Italia, se casó con Benito en una ceremonia civil -que, diez años más tarde, se complementaría con una ceremonia religiosa-.
Rachele dio a luz a cinco hijos: Edda, Vittorio, Bruno, Romano y Anna Maria, y se retrataba como la ama de casa ejemplar. Se mantuvo siempre al margen de la política, fiel a su marido. Mussolini, por su parte, comía en familia, aun en períodos de máximo poder.
Sin embargo, una nueva mujer cobraba protagonismo. Clara Petacci, una romana muy atractativa de clase alta, desde joven había manifestado admiración por il Duce. Estaba casada con Riccardo Federici, un teniente de la aeronáutica italiana, a quien abandonó en 1936. Clara se las ingenió para llegar a su Benito, y así dio inicio a una relación paralela de extrema incondicionalidad. Rachele, desde casa, sabía de este affaire pero poco podía hacer al respecto.
En 1945, Mussolini viajó a Suiza, acompañado por Petacci. Una patrulla reconoció a los amantes y los llevó cerca de Bonzanigo, al norte de Italia. Se dio oportunidad a Clara de que se rindiera, pero se negó. El 28 de abril, ambos fueron ametrallados, y sus cadáveres se expusieron en la plaza de Loreto de Milán.
Rachele rogó que se le entregara el cuerpo de su marido para poder enterrarlo. Recibió una pensión de la República de Italia, hasta su muerte, el 30 de octubre de 1979.