Opinión
Siete días de política

Arrancan prematuramente las maniobras electorales para 2025

Como la crisis no derrumbó al gobierno todos los partidos buscan reposicionarse. Milei debe armar un oficialismo apto para gestionar, Macri, blindar el PRO y el PJ dejar atrás la etapa “K”

Mientras Luis Caputo batalla con los mercados para bajar la inflación y paliar la escasez de dólares, gobierno y oposición ya se dedican full time a desplegar su estrategia de cara a las elecciones del año próximo (ver “Cómo viene la inflación”). Cada cuestión de la agenda es analizada bajo esa perspectiva y cada posición se definide con ese propósito todavía lejano para el resto de la sociedad, pero omnipresente para la dirigencia partidaria. Tres casos de amplia repercusión en los últimos días ilustran la situación.

El primero fue el fraude electoral chavista, seguido de represión, muerte y encarcelamiento de opositores que recibió el inmediato repudio del gobierno y una reacción ambigua de la oposición más firme a Javier Milei: el peronismo “K”. Hubo kircheristas que salieron a defender al régimen de Nicolás Maduro -Pablo Moyano, Andrés Larroque- mientras otros criticaron el atropello a la democracia como Facundo Moyano o parte de la cúpula cegetista.

La ex presidenta se mantuvo en silencio durante seis días mientras los gobiernos de la región tomaban posición. Enfrentaba dos opciones igualmente negativas: solidarizarse con la barbarie política o condenarla y quedar del mismo lado que Milei, es decir, perder identidad. Lenta de reflejos optó finalmente por alinearse con Lula y López Obrador, defensores vergonzantes del régimen de Maduro. Tanta expectativa para tan poco resultado.

Entretanto la confusión había ganado a prácticamente a todos sus seguidores y al peronismo que sigue sin encontrar un liderazgo alternativo que le devuelva la competitividad en las urnas.

Un fenómeno similar ocurrió con la disputa entre las provincias de Río Negro y Buenos Aires por captar una inversión multimillonaria para la instalación de una planta de gas licuado. Finalmente el binomio YPF-Petronas optó por construir la planta en la localidad rionegrina de Punta Colorada, asestándole una derrota política inimaginable hace pocos meses  al gobernador Axel Kicillof

En realidad Kicillof también había quedado frente a una antinomia en la que las dos alternativas lo perjudicaban. Debía aceptar un régimen de protección de inversiones que era condición “sine qua non” para hacer el negocio o rechazarlo y quedar fuera de carrera. Primero atinó a prometer aprobar un régimen similar al nacional (identificado con la sigla RIGI) en la Legislatura bonaerense, lo que era por lo menos un contrasentido. Si quería dar garantías a los inversores, alcanzaba con que adhiriera al régimen aprobado por el Congreso Nacional; si, en cambio, reducía los beneficios, los inversores se irían a Río Negro.

El proyecto provincial nunca apareció y como no podía seguir demorando la decisión se le ocurrió decir que el RIGI nacional ya tenía vigencia legal en su provincia. El resultado fue la pérdida del negocio. Mientras tanto su competidor, el gobernador Alberto Weretilneck, hacía aprobar en tiempo récord por la legislatura y los municipios rionegrinos involucrados todas las garantías requeridas.

A la hora de repartir culpas Kicillof se autoabsolvió y apunto contra Milei, acusándolo de “vengarse” de Buenos Aires por haber perdido las elecciones del año pasado en el distrito. El intendente de Bahía Blanca, perteneciente a la Campora en privado culpó a Kicillof y en el entorno del gobernador responsabilizaron de lo ocurrido directamente a Cristina Kirchner por haber mandado al peronismo a votar en contra del RIGI en el Congreso y negarse a hacer concesiones a los inversores.

El problema de Kicillof y de CFK con las inversiones no se circunscribe, sin embargo, al RIGI; es el pasado que los condena. Estatizaron YPF con un enorme perjuicio patrimonial para el Estado. Representan la parte del peronismo que es más difícil de reciclar a menos de que una catástrofe económica genere una nueva crisis institucional como la de 2001. La oposición más cerril es su única respuesta.

El resto del peronismo sigue paralizado. Lo que hoy hace Javier Milei debería estar haciéndolo un peronista como lo hizo Carlos Menem ante la hiperinflación alfonsinista. Pero, dominado por el kirchnerismo, el PJ perdió la oportunidad.

Otra señal de que los tiempos electorales se aceleran fue la reaparición de Mauricio Macri. El primer objetivo del ex presidente es recuperar su partido y evitar la cooptación por parte de la Libertad Avanza de la mayoría de sus dirigentes. Esa misión es imposible porque el poder y la caja son un imán irresitible.

El ex presidente se quejó de que Milei no invita a cogobenar al PRO y le recomendó alejarse de Sergio Massa. La misma queja de, por ejemplo, los radicales durante el gobierno de Macri. Nada cambia demasiado. El año próximo las listas del oficialismo serán hechas una vez más en la Casa Rosada por el presidente de turno y su círculo áulico.