Una organización católica estadounidense afirmó que el papa Francisco se demoró en tomar medidas contra dos sacerdotes argentinos que fueron acusados y condenados de abuso sexual; le pidió que se disculpe por la supuesta protección que la Iglesia católica argentina le habría ofrecido a los clérigos y le solicitó que haga público los expedientes de ambos casos.
Un abogado de algunas de las víctimas dijo que el hoy papa Jorge Mario Bergoglio no se había reunido con las personas que sufrieron abusos ni las había ayudado y denunció que funcionarios de nivel medio de la Iglesia Católica, que trataron de encubrir uno de los casos, siguen en sus puestos de trabajo.
La exigencia de la organización Bishop Accountability (Rendición de Cuentas de Obispos), que rastrea casos de menores víctimas de abusos, se refiere a los sacerdotes Julio César Grassi y Napoleón Sasso, a quienes la Justicia argentina condenó por pederastia.
Grassi encabezó la Fundación Felices los Niños, que tiene a cargo hogares para menores y fue condenado a 15 años de cárcel en primera instancia en junio de 2009 por la justicia argentina, por el abuso sexual de un menor. El sacerdote permanece en libertad hasta tanto la apelación no sea resuelta por la Cámara de Casación argentina.
El recurso jurídico fue presentado ante el tribunal en su nombre por la Iglesia católica argentina, entonces encabezada por Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires.
El Papa también supervisaba la conferencia obispos de Argentina cuando Napoleón Sasso fue designado a un comedor popular instalado en una capilla y cuando más tarde se convirtió en un fugitivo, que se escondió durante un año dentro de una propiedad de la Iglesia en la misma diócesis, dijo Ernesto Moreau, abogado de parte de las víctimas.
Dicha designación ocurrió después de que Sasso recibió psicoterapia en un sitio para sacerdotes descarriados, al que se le envió tras de ser acusado de cometer abusos sexuales en una remota provincia argentina.
Tras su paso por ese comedor, Sasso fue condenado en noviembre de 2007 a 17 años de cárcel por haber abusado de un grupo de 25 niñas de entre 3 y 16 años que iban al centro en la localidad bonaerense de Pilar, entre 2002 y 2003.
Desde noviembre de 2012, este sacerdote goza del beneficio de salir una vez al mes de la prisión.
La co-directora de Bishop Accountability, Anne Doyle, dijo que estos casos demuestran que Bergoglio se demoró en tomar acciones en la lucha global de la Iglesia católica por enfrentar los abusos sexuales de sus sacerdotes, un escándalo que estalló en 2002, cuando miles de casos se hicieron públicos en Estados Unidos y el mundo.
"El hecho es que lo hizo hace cinco años, cuando otros obispos de otros países ya se habían reunido con las víctimas y habían aplicado estrictas leyes que los obligan a presentar informes. Esto lo pone detrás de algunos de sus colegas estadounidenses, eso es seguro", acusó Doyle.
"Las víctimas de estos dos sacerdotes son los mismos hijos de Dios sobre quien estaba hablando en su homilía de hoy. Ellos son los más vulnerables entre los pobres. Esperamos que Francisco haga de esto una prioridad, que se comunique con las víctimas y rectifique su terrible indiferencia para con ellos cuando era arzobispo", agregó.
El grupo sostuvo que para enviar un mensaje de "cero tolerancia" frente a estos casos de abuso sexual, el papa Francisco debe pedirle a la arquidiócesis de Buenos Aires que: 1) haga públicos los expedientes de estos dos casos; 2) que identifique a otros sacerdotes sobre los que pendan acusaciones que sean creíbles; 3) que apoye públicamente la obligación de denunciar ante las autoridades cualquier sospecha de abuso; 4) que admita que se equivocó al defender a los sacerdotes condenados; 5) que ofrezca disculpas a las víctimas de Grassi y Sasso y 6) que programe una reunión inmediata con las víctimas.
Bergoglio, quien se convirtió en cardenal de Argentina en 2001, no ha estado involucrado directamente en escándalos de abusos sexuales o encubrimientos, pero no logró destituir a los sacerdotes acusados y se negó a reunirse con las víctimas, dijo Moreau.
"Bergoglio es el hombre más fuerte de la iglesia argentina desde el principio del siglo", dijo Moreau. "Nunca la cúpula de la Iglesia hizo algo para sacar las personas de estos lugares, tampoco hizo nada para aliviar el dolor de las víctimas".
Según Moreau y la organización Bishop Accountability, Bergoglio se reunía con Grassi y quiso evitar que ese sacerdote fuera encarcelado después de que se le condenó a prisión. En una entrevista periodística antes de que su proceso judicial se fallara en primera instancia, Grassi dijo que el arzobispo de Buenos Aires "jamás" le "soltó la mano".
Pero el Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, que actuó como querellante en el juicio contra Grassi, dejó en claro que nunca se le solicitó a Bergoglio una audiencia para que recibiera a las víctimas de abuso del religioso.
El Comité, que asumió la representación de los menores, incluso destacó que el ahora Papa intervino personalmente para reubicar a los niños del comedor infantil que dependía de la fundación liderada Grassi y que fue cerrado por falta de dinero.
Esta organización, no obstante, espera que en su nuevo rol de papa, Bergoglio tome medidas concretas contra los sacerdotes pedófilos.
Cuando se dio a conocer la condena contra Grassi, la Conferencia Episcopal Argentina, encabezada por el entonces cardenal Bergoglio, no emitió su opinión al respecto.
La Iglesia puso en conocimiento de la Justicia los resultados de una investigación interna por el caso de Grassi en 2009, que reiteraba las denuncias sobre las irregularidades ocurridas en el Hogar San José Obrero de Buenos Aires.
Esa indagación propició la investigación judicial que luego dispuso el desalojo de los menores al cuidado de la fundación Felices Los Niños, a cargo de Grassi. En ese entonces, el arzobispado de Buenos Aires, liderado por Bergoglio, dijo que los encargados de la indagación interna "obraron correctamente". Entre ellos estaban monseñor Horacio Benites Astoul.