El accidente cerebrovascular (ACV) es una patología neurológica que se caracteriza por una alteración de la circulación cerebral y puede ser de dos tipos: isquémico, cuando se produce una obstrucción de los vasos del cerebro y existe pérdida súbita de flujo sanguíneo. El otro tipo es el ACV hemorrágico, causado por la ruptura de vasos que causa el sangrado o hemorragia alrededor o dentro del cerebro.
Según los últimos datos de las proyecciones a nivel nacional realizada por el estudio denominado EstEPA, en la Argentina el 2% de la población mayor de 40 años vive con secuelas de un ACV previo, lo cual representa a más de 340 mil personas. “A su vez, se calcula que anualmente se producen entre 50.000 y 60.000 nuevos casos de ACV. De allí la importancia de reconocer los síntomas y actuar rápidamente para evitar la muerte en algunos casos y en otros reducir la discapacidad”, explica el doctor Sebastián Ameriso, jefe del Departamento de Neurología de Fleni.
En cuanto al ACV hemorrágico, la doctora Virginia Pujol Lereis, subjefa del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni, comentó que se produce en el 10-15% de los casos de ACV y se asocia a tasas de mortalidad de entre el 40% y el 50% a los 30 días.
“Si bien ha habido grandes avances en torno a los tratamientos de los ACV isquémicos como la trombolisis endovenosa o la trombectomía mecánica; en lo que refiere a la atención del ACV hemorrágico esta no se ha desarrollado de la misma manera, hasta hace poco tiempo. Por ello, el Código de ACV Hemorrágico busca proporcionar una atención más rápida y coordinada, fundamental para mejorar los resultados en estos pacientes”, detalló.
CÓDIGO ACV HEMORRÁGICO
El Código de ACV Hemorrágico es un protocolo que surge del estudio INTERAC-3 y representa un cambio significativo en la forma de manejar los ACV hemorrágicos. Este protocolo integral propone un enfoque basado en la acción coordinada de equipos interdisciplinarios y tiene como objetivo lograr intervenciones tempranas y agresivas.
Es un protocolo de acción que se fundamenta en la evidencia de que un conjunto de medidas implementadas de manera coordinada tiene un impacto más significativo (para el pronóstico de los pacientes), en lugar de realizar cada una de ellas de manera aislada.
Pujol Lereis describe que estas acciones “deben realizarse en menos de 60 minutos desde que el paciente es atendido e incluyen: el control rápido y eficiente de la presión arterial, la glucemia, la temperatura y la reversión de la anticoagulación”.
Para lograr estos objetivos se requiere de un equipo de profesionales que involucra a equipos de emergentología, neurología, cuidados intensivos, y neurocirugía para coordinar la atención. “La adopción del Código de ACV Hemorrágico es un paso crucial en Fleni para transformar la atención a los pacientes con este tipo de ACV y superar las barreras existentes en el pronóstico de los pacientes. Además, nos recuerda que tanto para el ACV isquémico como para el ACV hemorrágico, el tiempo es cerebro”, sostuvo Pujol Lereis.
Es fundamental poder reconocer los síntomas de un ACV y accionar ante ellos para evitar la muerte o discapacidad. Para esto, las primeras horas desde el inicio son esenciales para la recuperación del paciente. Los síntomas más frecuentes son:
* Falta de fuerza o sensibilidad en la mitad del cuerpo
* Pérdida del equilibrio y coordinación de movimientos
* Alteración en el lenguaje
* Pérdida o dificultad para ver en un solo ojo
* Alteración de la capacidad cognitiva y/o cambios emocionales
* Dolor de cabeza muy fuerte y de aparición repentina
Ante la aparición de estos síntomas es importante no subestimarlos ni esperar que se desaparezcan solos. Se recomienda NO aplicar remedios caseros o cualquier acción que nos dilate o retrase la llegada a una guardia equipada para tratar a la persona.