Acaba de cumplir 154 años el barrio de La Boca, el de mayor fama a nivel mundial de todas las barriadas porteñas. En efecto en 1870 logró la autonomía jurisdiccional mediante la ley N° 654 que creaba su Juzgado de Paz, separando la circunscripción de San Juan Evangelista de la de Santa Lucía, de la que hasta entonces dependía. Dícese pues que el 23 de agosto de 1870, fecha de la sanción de la ley que además designó a Sebastián Casares en carácter de juez de Paz, es el Día de La Boca del Riachuelo, la que así adquirió personería y vida institucional propias.
Dicha norma fijaba además los límites jurisdiccionales de la circunscripción y estableció como lugar de desarrollo de los actos electorales al atrio del templo ubicado en Olavarría y Martín Rodríguez a la sazón Iglesia de San Juan Evangelista.
Desde entonces y por espacio de varias décadas allí se congregaron los ciudadanos boquenses en las convocatorias comiciales, muchas de ellas no exentas de altercados y violencias propias de los métodos agonales de acción política en boga en aquél tiempo.
Precisamente en alli se hizo la primera experiencia de sufragio en tierra boquense el 21 de junio de 1871, resultando electo como primer concejal por la barriada el señor Emilio V. Bunge como consecuencia de una elección de segundo grado, en la que los inscriptos en el padrón eligieron un cuerpo de electores que fue el que finalmente consagró al mencionado Bunge.
AGITADA ACTIVIDAD CIVICA
La populosa barriada ribereña supo tener una agitada actividad cívica. Por su numerosa población de origen xeneize, naturalmente simpatizantes de la causa garibaldina, siempre fueron fuertes los partidarios de Bartolomé Mitre, acaudillados en un tiempo por el legendario Pepe Fernández, quien luego mutó de mitrista a roquista, de lo que se deduce que el transfuguismo político hunde sus raíces bien hondo en nuestra historia política.
Pero volviendo al sentimiento mitrista de buena parte de la comunidad ribereña, boquenses memoriosos recuerdan que en 1901 con motivo del octogésimo aniversario del nacimiento de Mitre, que fue una verdadera apoteosis nacional, la comunidad boquense acuñó una medalla recordatoria en homenaje al vencedor de Pavón.
En 1874 los mitristas pretendieron desconocer el triunfo electoral del Presidente Avellaneda, apoyado por los partidarios de Adolfo Alsina, histórico adversario porteño de Mitre. Se llamaban a sí mismos “crudos” y “cocidos”, respectivamente.
La revolución de 1874 enroló a La Boca más decididamente en las contiendas políticas. El peso de la influencia de Pepe Fernández se hizo sentir. Se produjo un enfrentamiento armado en La Verde, provincia de Buenos Aires, y las fuerzas del gobierno derrotaron a las del ex presidente. Muchos boquenses participaron de la batalla en las líneas mitristas, llevados allí por don Pepe.
POLITICA MILITANTE
En La Boca, los inmigrantes y sus hijos van tomando ubicación activa en los cuadros de la política militante y la lucha de ideas.
El ochenta trajo consigo el enfrentamiento entre el Estado nacional y la provincia de Buenos Aires por la sucesión presidencial de Avellaneda y la federalización de la ciudad de Buenos Aires para establecer en ella la Capital de la República. Hubo revolución y guerra civil. En los avatares de la contienda se halló envuelta La Boca ya que hubo sucesos bélicos acontecidos en su territorio. Dice Antonio J. Bucich que fue en el Riachuelo más precisamente frente a la Barraca Peña donde tuvo lugar una de las escaramuzas del alzamiento. En sus aguas y orillas hubo un intento de desembarco de armas para fortificar la insurrección del bando de gobernador Tejedor que fue repelido por fuerzas oficiales. Se trenzaron el “Riachuelo”, vapor que transportaba material bélico con el “Talita” lanchón de la Prefectura, afortunadamente sin víctimas fatales.
En cambio, en otros combates de esas luctuosas batallas La Boca hizo su parte ya que varios de sus hijos se vieron envueltos en la conmoción sucumbiendo no pocos de ellos. En esos trances se lució el boticario de la zona Giuseppe Ragozza que alcanzó enorme gravitación y prestigio social.
Fue fuerte el sentimiento provincialista de La Boca en aquellas jornadas. Una anécdota graciosa refiere que el comisario de la seccional, un tal señor Rodríguez intentó convencer al ministro de Guerra Levalle de tomar parte en la revolución del lado del porteño contra la autoridad central. Levalle resolvió su relevo y también lo encarceló, lo que dejó al barrio sin autoridad policial durante el período bélico.
El mitrismo era comandado entonces por el joven Francisco Cárrega ya que Pepe Fernández se había alejado de Mitre y por ende del gobernador Tejedor para apoyar al General Julio Roca para la presidencia de la Nación. Estuvo pues en el bando vencedor y eso le valió una banca de diputado nacional, convirtiéndose así en el primer legislador que salió de este emblemático barrio en el que vivió hasta su muerte, acaecida en 1889 en su casa de la Avenida Brown 939. Jamás llegó a habitar el palacio que había mandado edificar en lote contiguo del 951 y que fue sede del Club Boca Juniors.
UNION CIVICA RADICAL
Pero La Boca siguió siendo protagonista de los grandes cambios que se produjeron en nuestra ciudad y nuestro país. Fundamentalmente en el terreno político. Hacia fines del siglo XIX, cuando la corrupción y el desgobierno eran las características principales de la administración del Presidente Juárez Celman; lo más sano de la sociedad tuvo una reacción moral.
Nació así la Unión Cívica de la Juventud en septiembre de 1889, agrupación que contó desde el vamos con el beneplácito del doctor Leandro N. Alem y que en pocos meses se convirtió en Unión Cívica bajo la presidencia de éste último y que contaba entre sus prestigiosos dirigentes a Bartolomé Mitre, Aristóbulo Del Valle, Marcelo de Alvear, Francisco Barroetaveña, José Manuel Estrada, Vicente Fidel López, Bernardo de Irigoyen, Hipólito Yrigoyen y Pedro Goyena, entre otros.
El Club Independiente de San Juan Evangelista que presidía el prestigioso vecino Rufino Pastor se sumó a ella en un acto celebrado el 15 de diciembre de 1889 en el teatro Ateneo Iris ubicado en la avenida Brown 1377. En el acto hablaron Francisco Barroetaveña, Emilio Gouchon, y nada menos que el ex Presidente Mitre. Alem no pudo concurrir a su inauguración por motivos de salud, aunque envió una conceptuosa carta en la que manifestaba aplaudir “con toda la efusión de mi alma la digna actitud de ese noble y viril vecindario y el patriótico entusiasmo con que vienen a ocupar su puesto en las filas de los altivos e independientes”.
Rufino Pastor es recordado en La Boca por su actuación en la Unión Cívica y en la revolución del 90 con su posterior gravitación en el radicalismo, fruto legítimo de dicha rebeldía cívica argentina. Además era un reconocido y respetado empresario teatral. Tenía su escritorio en donde alguna vez funcionó uno de sus teatros, en la avenida Brown 1451. Fue un consecuente y leal seguidor de Alem desde los días en que éste hizo su magnífico discurso en la legislatura en contra de la federalización de Buenos Aires.
REVOLUCION DEL 90
Desde entonces hubo entre Alem y los boquenses, por obra en gran medida de Pastor algo más que una relación. Fue un auténtico romance; de esos que se dan en forma espontánea entre un líder y su pueblo. Dice Hebe Clementi en ‘De La Boca...un pueblo’ que esta barriada experimentó por el fogoso tribuno una profunda adhesión. A esa causa se adscribieron centenares de boquenses de ley que fueron al Parque de Artillería en julio de 1890 para luchar por su derecho al voto.
La revolución del 90 tuvo también fuerte repercusión en la vida boquense. Efectivos de la entonces seccional 20 de la policía, silenciosos y cabizbajos, equipados con cartucheras, bayonetas y remington fueron subidos al tren en la estación general Brown, de Olavarría y Garibaldi para ser conducidos a engrosar las fuerzas represivas al mando del Coronel Alberto Capdevila, muchos de ellos no regresaron vivos.
Cuenta José M. Brignone que las noches del 26 y 27 de julio la Vuelta de Rocha presenció “un espectáculo único en su historia, pletórico de inquietudes y de zozobras. Todas las ventanas de las casillas de madera que formaban ya compacto núcleo, se habían convertido al parecer en cantones: aquellos viejos revólveres y pistolas que acompañando al cuchillo o la navaja formaban el equipo infaltable de todos los inmigrantes obreros de puerto que sin familia vivían de a cuatro o cinco en una pieza habitación, salieron a relucir al amparo de la ausencia o vigilancia policial y durante largo rato hasta agotar las municiones, innúmeros fogonazos y formidables estampidos, ofrecieron involvidable espectáculo de peligrosa pirotecnia y de diversión imprudente”.
Los boquenses de legendario espíritu solidario recurrieron la organización de festivales y eventos para recaudar fondos en beneficio de las víctimas de la revolución radical.
Poco más tarde, cuando la división de la Unión Cívica (1891) trajo consigo el nacimiento de la Unión Cívica Radical también bajo la conducción patriarcal de don Leandro Alem, fue La Boca uno de sus principales puntales. Crónicas de la época recopiladas en “Alem. Mensaje y Destino” (Editorial Raigal, 1955) reflejan una masiva concurrencia a la asamblea de la UCR de San Juan Evangelista celebrada el 1° de febrero de 1892 en el Teatro Iris, donde se proclamaban las candidaturas a senador y diputados, donde hicieron uso de la palabra Cichero (Presidente del Club seccional), Rufino Pastor, Francisco Barroetaveña y Leandro Alem.
Dijo en ese acto Alem: “Se nos dice intransigentes. Pero es claro; cómo vamos a transigir con el vicio, con el abuso, con la opresión...”. En la disidencia que alejó a Mitre y Alem, Rufino Pastor no dudó en quedar al lado del hijo del mazorquero ahorcado, caudillo éste que era amado por la comunidad boquense, quien lo obsequió en numerosas oportunidades y supo contar con su presencia en numerosos actos y mitines cívicos.
A Pastor, por su consecuente conducta radical, sus correligionarios de La Boca le obsequiaron en 1892 una placa con la inscripción “en digno premio a la entereza cívica y abnegado patriotismo con que habéis luchado por los principios augustos del partido”. Falleció el 26 de setiembre de 1919 cuando el partido al que había consagrado sus mejores días y esfuerzos estaba en el gobierno de la Nación junto al presidente Hipólito Yrigoyen.
Otra asamblea radical boquense celebrada el 26 de junio de 1893, celebrando el segundo aniversario de la U.C.R. contó asimismo con la presencia y la palabra de Leandro Alem, quien hizo un discurso elocuente, lleno de energía patriótica, llamando a la gran causa de la libertad y el derecho. Terminado el mitin, “los asistentes se organizaron en manifestación, acompañando al Doctor Alem hasta la esquina de la Avenida General Brown y calle Alegría (Hoy Wenceslao Villafañe). Allí el doctor Arraga pronunció un breve discurso despidiendo la concurrencia y agradeciendo la manifestación en nombre del doctor Alem”.
Esa simbiosis existente entre el pueblo de La Boca y Leandro Alem se manifestó también en ocasión de un almuerzo campestre ofrecido por el Club General Brown al gran caudillo popular, circunstancia inmortalizada en una fotografía tomada por Arquímedes Imazio, fotógrafo y óptico del barrio que luce en las páginas de la obra “Leandro Alem. Mensaje y Destino” editada por la Editorial Raigal de los hermanos Sobral en 1955 y que compila los discursos parlamentarios y políticos como las iniciativas legislativas del fogoso tribuno radical.
PROTESTAS OBRERAS
Hacia comienzos del siglo XX el alza de la protesta obrera y de los reclamos sociales por la pureza del sufragio y el respeto de los gobiernos por la soberanía popular hizo que algunos exponentes lúcidos de la oligarquía gobernante exploraran alternativas de una reforma electoral acotada, que abriera perspectivas de participación ciudadana sin amenazar de peligro el orden establecido.
Fue por inspiración de Joaquín V. González, ministro del Interior de la segunda presidencia del general Roca que en 1902 se sancionó la ley 4161 que procuraba una mayor accesibilidad de los ciudadanos hacia sus representantes mediante el establecimiento del voto uninominal y por circunscripción. El nuevo régimen se aplicó por primera vez en las elecciones de 1904 de renovación legislativa. Fue así que La Boca del Riachuelo volvió a convertirse una vez más en epicentro de intensas contiendas cívicas y atrajo la mirada del resto de la ciudad y del país.
ALFREDO PALACIOS
La campaña electoral por el escaño de diputado por la cuarta circunscripción tuvo la virtud de catapultar al escenario político nacional a una figura nueva pero de enorme relieve, que llegó a la política de la mano de los obreros inmigrantes afincados en La Boca y que no la abandonaría hasta su deceso ocurrido sesenta y un años después.
Fue Alfredo Palacios, por entonces joven abogado y elocuente tribuno popular el candidato del novel Partido Socialista, fundado en 1896 por el médico Juan B. Justo.
Este singular personaje se alejaba de la metodología usual de sus adversarios políticos. No escapaba a la tribuna ni al acto callejero en los que se lució su oratoria florida y su estampa mosqueteril. Recorrió las calles del barrio, visitó los inquilinatos y las sedes de las asociaciones de trabajadores para palpar de cerca sus necesidades y reclamos. Lo guiaba en ese itinerario otro lugareño que tendría más tarde su lugar en el Congreso, Antonio Zaccagnini, obrero electricista.
Seis candidatos se disputaban la banca boquense en la Legislatura nacional. Ninguno de ellos a excepción de Miguel Ungaro estaba afincado en La Boca. Hasta el secretario del presidente de la República Jaime Llavallol intentaba ser electo; lo mismo que un descendiente del presidente Avellaneda cuyo único vínculo con el barrio parecía ser la posesión de una lujosa garconière, según refiere Felix Luna.
La abstención radical y maniobras de última hora entre candidatos perdidos o sin posibilidades (sobre todo del mitrismo) que decidieron volcar sus votos para impedir el triunfo de los candidatos oficialistas favorecieron el triunfo y consagración de Alfredo Palacios como primer diputado electo por la circunscripción de La Boca y primer legislador de inspiración y pertenencia socialista en el continente americano.
De acuerdo con Bucich y García Costa, los resultados del singular comicio fueron los siguientes:
Dijo entonces Florencio Sánchez “La Boca ya tiene dientes”. Desde entonces La Boca aportó una numerosa pléyade de vecinos oriundos y afincados en su barriada dispuestos a engrosar las filas de servidores de la cosa pública desde distintas tiendas partidarias. Los hubo socialistas, radicales, conservadores, peronistas e independientes. Incurriendo seguramente en omisiones injustas se podría mencionar a Leónidas Anastasi, Tomás Le Breton, Rómulo Juan Ponziolo, Reinaldo Elena, Emilio Leveratto, José Campobassi, Santos Gonzalez, Carlos Bello, entre otros que a lo largo del siglo XX, con mejor o peor recuerdo por parte de sus conciudadanos respecto de su acción cívica y su dedicación al barrio que los proyectó al escenario público nacional.
Sin embargo ello es indicativo de la innegable gravitación política de La Boca del Riachuelo desde que adquirió su personería institucional y que persiste hasta la actualidad.