En un artículo Alvaro Delgado-Gal se refirió a la existencia de dos liberalismos. El uno político y el otro económico. Me voy a permitir discrepar con tal ambivalencia. El liberalismo surge del pensamiento de John Locke, tal como lo expresa fundamentalmente en sus dos Tratados Sobre el Gobierno Civil y en La Carta Sobre la Tolerancia. Allí manifiesta expresamente su oposición al derecho divino de los reyes. Y tomando en cuenta la naturaleza humana y refiriéndose a los monarcas dijo: "Pero yo deseo que aquellos que hacen esta objeción recuerden que los monarcas absolutos no son más que hombres".
Consecuentemente estableció los límites al poder político reduciendo las prerrogativas del rey y separando los poderes del Estado. Por supuesto, en contra del pensamiento de Rousseau estableció los derechos individuales incluyendo el derecho a la búsqueda de la felicidad, así como el derecho de propiedad. A partir de este reconocimiento, Delgado-Gal considera que frente al liberalismo político se encuentra el liberalismo económico generado por David Hume y Adam Smith.
Es cierto que hay diferencias entre Locke y Hume pero ellas no surgen de manifestarse en dos campos distintos. En tanto que para Locke los derechos individuales son naturales, para Hume son el resultado del aprendizaje de la historia sobre la naturaleza humana. Por ello, considero que el mayor aporte de Hume al concepto liberal es su análisis sobre la naturaleza humana para determinar el origen mismo de la justicia.
Así llega a la conclusión de que "la naturaleza humana es inmutable, por tanto si queremos cambiar los comportamientos debemos cambiar las circunstancias". Y seguidamente sostiene: "Si los hombres fueran generosos y la naturaleza pródiga, la justicia no tendría razón de ser".
Por otra parte, no es cierto que Hume proponga un gobierno absoluto, con tal que se atuviese a la ley. Lo que Hume está proponiendo al respecto es precisamente evitar la tiranía que puede surgir del reconocimiento del origen popular de los gobiernos. En ese sentido dice: "Pero si en lugar de protección y seguridad, se encuentran con la tiranía y la opresión, ellos (los pueblos) están liberados de sus promesas".
O sea Hume se opone al derecho divino de los pueblos que no es más que la demagogia impuesta desde el socialismo. Y es en este aspecto donde podemos encontrar alguna contradicción con el planteo de Locke.
Entonces no es que existen dos liberalismos, uno político y otro económico. Los principios en que Hume basa la estabilidad son: "La seguridad en la propiedad, la transferencia por consenso y el cumplimiento de las promesas", son éticos, políticos y jurídicos. Lo económico es la consecuencia de la aplicación de los mismos. En ese sentido de la defensa de la propiedad privada coincide plenamente con Locke.
LA MANO INVISIBLE
Pasando entonces a la supuesta economía de Adam Smith, debo rescatar igualmente un principio ético fundamental del liberalismo que es la conocida mano invisible y que la describió en la siguiente forma: "Persiguiendo su propio interés, frecuentemente promueve el de la sociedad más efectivamente, que cuando el intenta promoverla. Yo no he visto mucho bien hecho por aquellos que pretenden actuar por el bien público".
En la frase anterior encontramos la justificación del derecho a la búsqueda de la propia felicidad, que como tal fuera igualmente reconocido por Locke y aplicado por los Founding Fathers, a quienes considero los instauradores iniciales del sistema liberal, al que denominaron the Rule of Law.
Ese principio es fundamental en el ejercicio de la libertad. El mismo implica el reconocimiento jurídico de la eticidad de los intereses privados que no son contrarios al interés general. Cuando por el contrario se supone que el Estado representa al interés general, tenemos de nuevo la voluntad general y el gobierno se constituye en el poder absoluto, tal como lo propuso Hegel. Como se recordará para Hegel el Estado era la expresión de la ética, frente a la concupiscencia de las corporaciones. Principio fundamental del totalitarismo que nos regaló la Europa Continental.
EN LA HISTORIA
El liberalismo pues es un sistema ético, político y jurídico, en el cual el proceso económico es un resultado del ejercicio de los derechos reconocidos y respetados. Ese fue el sistema que se iniciara en Inglaterra con la Revolución Gloriosa en 1688 cuando se reconocieron los derechos tal como los había planteado Locke. Como antes dijimos. ese sistema fue llevado a sus últimas consecuencias por los Founding Fathers. Fue pues en Estados Unidos donde se adicionó el principio del rol fundamental del Departamento de Justicia y la Corte Suprema, para hacer que se cumplan los predicados constitucionales: Judicial Review (Revisión Judicial).
Es indudable que Madison estaba influenciado por el pensamiento de David Hume, cuando escribiera la Carta 51 de El Federalista. Allí escribió: "Si los hombres fueran ángeles no sería necesario el gobierno; si fueran a ser gobernados por ángeles ningún control externo ni interno sobre el gobierno sería necesario".
Las anteriores palabras registran un concepto fundamental: reconocer la naturaleza humana y al mismo tiempo la admisión de que el gobierno no es la entelequia de los universales en el sentido de la voluntad general y su consecuencia el Estado. Por la misma razón, seguidamente reconoce que las mayorías no tienen el derecho de violar los derechos de las minorías.
NO ES UTILITARISMO
Perdón pero confundir el pensamiento de Hume con el utilitarismo de Bentham y de Rawls es un pecado original que impide comprender la naturaleza ética de liberalismo. El utilitarismo per se es la negación del derecho del hombre a la búsqueda de la propia felicidad, y su consecuencia es el supuesto derecho a que se la provea el Estado. Y en esa trampa ha caído el artículo 25 de La Declaración Universal de los Derechos Humanos y ahí tenemos el resultado: la crisis europea a través del Estado de Bienestar y el populismo en América Latina. Lamentablemente el confundir el sistema liberal con el concepto tergiversado de la derecha, le ha permitido a la izquierda apropiarse de la ética acorde con la pretensión de la igualdad económica, cuyo resultado es la desigualdad política que significa el poder absoluto y por supuesto el riesgo de perder la libertad, cuya consecuencia es la pobreza.
En ese sentido es asimismo lamentable que la supuesta civilización occidental no haya tomado conciencia de que la filosofía ética y política de Kant, como complemento de Rousseau, es a su vez el sustento de Hegel. Al respecto puedo decir que en esa carencia ha caído la Escuela Austríaca que en general ha ignorado y confundido el pensamiento kantiano, y a la vez ha intentado mantener la defensa de la libertad en términos de la economía de mercado, y no su sustento ético político.
A mi juicio en la filosofía kantiana se encuentran los presupuestos liminares del totalitarismo al desconocer el derecho a la felicidad, por ser un acto deshonesto pues no se hace por deber. De hecho esa descalificación del comercio implica que la alternativa es la guerra. Tanto así, que Hegel la considera el momento ético de la sociedad.
No obstante, debo reconocer que en uno de sus últimos ensayos, La Paz Perpetua, Kant dio marcha atrás a su racionalismo moral y político, y bajo la influencia de Hume, reconocida por él mismo, se atuvo al empirismo racional. Fue así que distinguió entre la república como el reino del derecho y la democracia como la justificación del despotismo. Este criterio debe ser considerado en los instantes en que vivimos como presupuesto del liberalismo.