Opinión
Buena Data en La Prensa
A 30 años de Beijing
Precedida por los encuentros que se celebraron en 1975 en la Ciudad de México, en 1980 en Copenhague y en 1985 en Nairobi, la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, que se celebró en Beijing en 1995, marcó un punto de inflexión para la agenda mundial y tuvo un cíclico y estricto seguimiento.
Si nos aproximamos con una mirada sumamente inocente, su Plataforma de Acción establecía medidas y objetivos estratégicos que buscaban mejorar la salud de las mujeres, reducir la pobreza, ampliar los servicios esenciales para ellas y abogar para que reciban una mejor educación. Objetivos de por sí, muy loables.
Sin embargo, como no todo lo que reluce es oro, no tardaron en quedar al descubierto las intenciones antinatalistas y perversas de tales postulados que ya se preveían en la Conferencia de El Cairo sobre Población y Desarrollo, acontecida en septiembre de 1994.
El concepto de salud reproductiva acuñado en esos encuentros es ambiguo y reduce la sexualidad a la genitalidad tratando de excluir a la procreación. Tan es así que en los últimos tiempos hay quienes la han dado en llamar “salud no-reproductiva”. Género, una expresión intencionadamente confusa abre paso a las múltiples posibilidades de autopercepción desarraigadas de la natural corporeidad humana sexuada y binaria.
LAS RESERVAS DE LA SANTA SEDE
Desde el Vaticano, en su momento, no tardó en oírse la voz en disidencia. Respecto de “las expresiones ´salud reproductiva´, ´salud sexual´ y ´derechos reproductivos´…la Santa Sede reitera que no considera que el aborto o los servicios destinados al aborto son una dimensión de la salud reproductiva o servicios de salud reproductiva. La Santa Sede no aprueba ninguna forma de legislación que reconozca legalmente el aborto.”; “La Santa Sede interpreta el término “género” tal como se especifica en la declaración añadida a estas reservas”. estos es “fundado en una identidad biológico-sexual, varón y mujer”. “…excluye, así, interpretaciones dudosas basadas en concepciones muy difundidas, que afirman que la identidad sexual puede adaptarse indefinidamente, para acomodarse a nuevas y diferentes finalidades.”
EN ESTOS 30 AÑOS
La excusa de la salud de las mujeres y la no discriminación pasó a ser uno de los temas prioritarios para lograr la tan mentada igualdad de género, y con ella la promoción del aborto, la difusión masiva de anticonceptivos y la penetración de la ideología de género en todos los estratos de la sociedad. Como resultado de esta acción planificada y constante, más de cien países han promulgado leyes, implementado servicios e invertido en promoción y difusión de ideas antinatalistas con perspectivas ideologizadas y sesgadas que ignoran la natural complementariedad entre el varón y la mujer.
Estos conceptos fueron recogidos por la Agenda 2030 y el Pacto para el futuro.
VICTORIA EN UNA COMISIÓN DE LA ONU
El Dr. Sebastián Schuff, presidente de Global Center for Human Rights, nos informa que a fines de marzo se realizó la reunión anual de la Comisión por el Estatus de la Mujer en la ONU. En este evento, todos los años, la izquierda intenta avanzar con su agenda radical, en favor del aborto, la ideología de género y la eliminación de las naturales diferencias entre hombres y mujeres.
Al cumplirse el 30° aniversario de la Conferencia de Beijing, hito que el “progresismo” utilizó para avanzar con esta agenda, se logró frenar su avance gracias a la postura que presentaron países como Argentina y Estados Unidos. Global Center for Human Rights, asesoró a la delegación argentina en las negociaciones clave.
Ambos países desafiaron la narrativa imperante logrando defender principios fundamentales como: eliminar referencias ambiguas al género que habilitan la posibilidad a la autodeterminación de la identidad, proteger el concepto de familia en singular rechazando intentos de diluir su significado y frenar la agenda LGBTQI+ y los mal llamados “derechos sexuales y reproductivos”.
La Dra. Úrsula Basset, Directora de Derechos Humanos de la Cancillería, en su exposición, entre otros conceptos expresó: “La Argentina no considera vinculante la Agenda 2030, el texto final contiene 43 menciones de la palabra género, expresión confusa para la Argentina, por eso manifiesta que entiende género en el sentido del estatuto de Roma, es decir como varón y mujer”.
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