Ya diez años sin Mercedes Sosa
La ausencia de la que fuera la voz integradora de la música popular argentina aún duele. A los 14 años ganó un concurso que significó el puntapié inicial de una carrera que dejó una huella imborrable dentro de la cultura nacional. Falleció el 4 de octubre de 2009, a raíz de una disfunción renal.
AMBICION INTEGRADORA
Nació un 9 de julio, el Día de la Independencia, como quien empieza a trazar las simetrías de una narrativa que, sabe, será abarcadora. Es conocida su primera aventura en la industria: en una escapada de sus padres se presentó (y ganó) a los catorce años un concurso en LV 12 con el pseudónimo de Gladys Osorio. Ya no la pudieron detener.
Como descendiente de calchaquíes, hija de un obrero de la industria azucarera y una lavandera, comprendió que había una voz profunda que no se detenía en el relumbrón pasajero. Siempre supo qué cantar, pero esa pulsión intuitiva encontró forma, reflexión, sistematización y militancia a través de lo que se conoció como el Manifiesto del Nuevo Cancionero, al que llegó de la mano de Oscar Matus, el padre de quien iba a ser su único hijo (Fabián).
En 1962 lanzó su primer álbum, `La voz de la zafra', que prefiguraba ese movimiento estético que se anunciaría al año siguiente. El contexto era el impresionante estallido comercial del folclore en esa década que se proponía hacer de la canción una mercancía más.
Su irrupción en Cosquín, contra el mandato de la organización, y el álbum `Canciones con fundamento', ambos en 1965, consolidaron su afirmación de la canción social. Se profundizó un camino abrazador que rescató el legado compositivo de Atahualpa Yupanqui y que progresivamente se fue abriendo hacia otras voces fundamentales de América.
La secuencia es difícil de sintetizar: recorrió Europa, grabó `Mujeres argentinas', `Cantata sudamericana', `Homenaje a Violeta Parra', `Traigo un pueblo en mi voz', `Mercedes Sosa interpreta a Yupanqui'. La trascendencia también le significaba resistencias.
Una serie de atentados la empujó, en febrero de 1979, al exilio. Formalmente podía entrar y salir del país, pero no cantar. El exilio atravesó su vida y dejó una secuela que erosionó su salud. Su despliegue por Europa, sin embargo, la arrojó hacia conciertos memorables y un salto exponencial en su reconocimiento público.
Regresó a un escenario argentino el 18 de febrero de 1982, un par de meses antes de que la dictadura se embarcara en la cruzada de Malvinas. Como hizo siempre, se relacionó con sus contemporáneos: primero trabó relación con León Gieco, luego invitó a Charly García a un histórico concierto en Ferro. Años después conoció a Fito Páez. Con todos dejó alguna huella musical.
Tras un mes de convalenscencia, Mercedes Sosa murió la madrugada de un domingo 4 de octubre. La familia en ese momento aceptó despedirla en el Congreso de la Nación donde dos horas después de haber anunciado el lugar, ya había una multitud que permaneció hasta el día siguiente.
"Un artista debe ser libre de cantar lo que quiere, como quiere y donde quiere'', afirmaba Mercedes. Ella eligió cantar a su territorio y a su tiempo. A su patria, a la la democracia, a la libertad y a los humildes.