ENTREVISTA A ANA WAJSZCZUK, AUTORA DE ‘FANTASTICLAND’

Variaciones sobre la maternidad

“Nada es más auténtico que lo que se hace sin obligación” reza uno de los principios basales del arte. Eso que se realiza simplemente por el deseo de la creación, por las ganas de transmitir un pensamiento o una sensación. Y Ana Wajszczuk, escritora argentina y autora de Fantasticland así lo demuestra en cada uno de sus pasos.

Lectora de raíz, periodista y editora de profesión, y comunicadora en su totalidad, hizo de la libertad un camino de migas que la llevó a los lugares más deseados. Escribió para Rolling Stone, LNR, CQ y Clarín entre otros medios, editó la icónica revista Los inrockuptibles, vivió diez años en Costa Rica disfrutando de sus paradisíacas playas, y cuando volvió, manejó la comunicación de la editorial Planeta, mientras se lanzaba como escritora con El libro de los polacos, para luego posicionarse con su exitoso y premiado Los chicos de Varsovia (2017). Hoy muestra orgullosa su nueva “novela de no ficción”, Fantasticland, en la cual detalla la experiencia de querer ser madre y cómo pudo transitarla.

Fantasticland nace de la estupefacción con mi propia maternidad. Me encontré con una vivencia arrasadora y multifacética que creo debe ser, entre las experiencias humanas de alguna manera universales, la que más distancia abre entre lo que uno se imagina y lo que resulta ser. Pero no es una autobiografía o una memoir, aunque tiene mucho de mi propia experiencia, sino que se basa un poco en ella para construir una ficción, que me permitía avanzar más con los temas que me interesaban como el amor, el deseo, los límites de ese deseo, las preguntas éticas y filosóficas en torno a la reproducción asistida, la maternidad y la crianza, sin depender de lo que me hubiera sucedido o no a mí”.

-Si bien es una historia suya, ¿por qué esa lejanía en la forma de escribirla?

-Porque la ficción me daba más libertad para explorar el tema más allá de la base autobiográfica y las lecturas que tenía sobre el tema. Me gusta decir que es una “novela de no ficción”, que es un concepto que le escuché al escritor español Javier Cercas para hablar de las novelas donde él se pone como personaje, o al menos existe un personaje que se llama como él.

ABRIR PREGUNTAS

-En su libro abre su corazón hasta los pensamientos más sombríos de un ser humano. ¿Tuvo resistencia o preocupación por alguna cuestión en especial?

-Al tratarse de personas reales me costó un poco “desmarcarme” lo más posible y no siempre resultó fácil. Pero mi principal preocupación no fue lo personal sino no equivocarme en cuanto a los procedimientos médicos y todo lo que rodea al mundo de los procesos de reproducción asistida, algo de lo cual no hay mucho escrito desde la literatura, así que por deformación profesional, soy periodista, investigué bastante el tema, además de todo lo que viví.

-¿Es ‘Fantasticland’ una catarsis, una vivencia para compartir con personas que no se animan a vivir lo mismo o un diario a futuro sobre uno de los momentos más importantes de su vida?

-Quizá tenga un poco de todo eso, pero me interesaba más que desde la ficción se pudieran abrir preguntas, que me parece lo más maravilloso que tiene la literatura para la vida de las personas. También me interesaba formar parte y ampliar los relatos sobre maternidad, que si bien se pueden rastrear en muchas escritoras, como Virginia Woolf o Alice Munro, históricamente la maternidad fue un tema relegado a la vida doméstica, sin rango siquiera para ser considerado un tema literario per se. Y para mí es uno de los campos más ricos para la exploración, para ver las tensiones y los conflictos, una experiencia que nos atraviesa a la humanidad toda, porque aunque no tengamos hijos, somos hijos de alguien.

-Su libro anterior, ‘Chicos de Varsovia’, también la hizo viajar en el tiempo, pero no como madre sino como hija junto a su padre a una historia tan dura como la de Polonia.

-Chicos de Varsovia está muy ligado a Fantasticland, de hecho en este último recreo una escena del primero, porque ambos hablan de las relaciones familiares. En Chicos… había una búsqueda del origen, de las raíces, de las historias que muchas veces se callan en una familia y que esa narradora quiere contarle a su padre como una suerte de cuento de buenas noches al revés, donde es la hija la que narra. En Fantasticland, la hija se quiere convertir en madre, cerrar la puerta de ser hija para abrir una nueva, hablar de la descendencia en vez de sobre los ancestros y poner en escena, esta vez, a su propia madre y hermana.

-Podríamos decir que usted conoce todas las instancias de un libro, desde que surge como proyecto hasta que está en una librería. ¿Allí reside lo efectivo de sus trabajos?

-La clave para que un libro sea exitoso es realmente insondable, porque por suerte los libros siguen siendo artefactos misteriosos, si no las editoriales serían únicamente máquinas de hacer best-sellers. Hay algo más allá del libro en sí que es que conecta o no con cierto aire de época y eso quizá se puede intuir pero nunca es una certeza absoluta. En cuanto a mis libros, a mí me interesa contar una historia lo más honestamente que puedo. Esto significa escribir porque realmente necesito hacerlo, porque hay algo que me conmueve o me perturba y me hace ponerle el corazón a ese proceso que siempre es largo y a veces es tedioso. No se lo puedo entregar a cualquier tema, diría. No me interesa “ser escritora” y no soy una escritora prolífica, me interesa ayudar a darle vida a una historia que siento que está pidiendo ser contada.