Una pesadilla en dos actos

El baúl de los recuerdos. La Copa América le dio a Argentina un par de oportunidades para reponerse de la derrota en el Mundial 2014, pero en 2015 y 2016 perdió con Chile y volvió a quedarse con las manos vacías.

Dicen que el fútbol siempre da revancha. Argentina lo comprobó, pero dejó pasar dos oportunidades de reencontrarse con el éxito que tan esquivo le fue durante mucho tiempo. Después de la enorme frustración que le provocó la derrota a manos de Alemania en el Mundial de Brasil 2014, el destino le concedió un par de posibilidades que se le escurrieron como el agua entre los dedos. En 2015 y en 2016 perdió consecutivamente las finales de la Copa América. Se trató, sin dudas, de una pesadilla en dos actos.

Todavía el corazón argentino estaba hecho añicos por ese remate de Mario Götze que viajó sin escalas al fondo del arco de Sergio Chiquito Romero en Brasil 2014. Las lágrimas de frustración todavía surcaban las mejillas de los sufrientes hinchas cuando, apenas doce meses más tarde, la Copa América le hizo un guiño al Seleccionado que dirigía técnicamente Gerardo Martino. El Tata había tomado las riendas luego de la renuncia de Alejandro Sabella, el hacedor del equipo subcampeón del mundo.

Sin cambios sustanciales en el equipo en relación con la Copa del Mundo, Argentina empató 0-0 con Chile y sucumbió en la definición por disparos desde el punto penal. Ese triunfo les dio a los trasandinos su primer gran éxito internacional. Al mismo tiempo, profundizó las heridas que los albicelestes trataban infructuosamente de sanar desde las consagraciones en las Copas América de 1991 y 1993. Esas heridas se hicieron todavía más dolorosas solo once meses después, cuando la Selección volvió a encontrarse con el mismo rival y otra vez se extinguió desde los doce pasos luego de otra igualdad sin goles.

Las heridas causadas por el gol del alemán Mario Götze en el Mundial de Brasil todavía seguían frescas. 

Tres decepciones tan enormes en tan poco tiempo parecían la confirmación de que un maleficio pesaba sobre el Seleccionado. Varias generaciones de hinchas se habían resignado a conformarse con los relatos emocionados de sus padres, tíos y abuelos sobre épocas de vacas gordas. Les narraban los días felices en los que Diego Armando Maradona guio al equipo de Carlos Salvador Bilardo a la cima del mundo en México ´86, y aquellos más lejanos en el tiempo cuando Mario Alberto Kempes lideró al conjunto de César Luis Menotti a la gloria en 1978.

Es cierto: a las órdenes de Alfio Basile Argentina se había dado el gusto de consumar un doblete histórico en Chile 1991 y Ecuador 1993. Esos logros del elenco del Coco habían interrumpido más de tres décadas de tropiezos en Sudamérica. Habían pasado 32 años del título en la Copa de 1959, pero, después de haber tocado el cielo con las manos en 1978 y 1986, la Copa América no se antojaba un premio tan inmenso. Lo era, aunque la sensación única e inigualable de saberse el mejor equipo del mundo hacía que otros halagos parecieran pequeños…

Argentina acumulaba 14 títulos en el ámbito continental. Tenía uno menos que Uruguay, el gran dominador de estas latitudes, y se le hacia imposible alcanzar a los celestes. Había perdido las finales de 2004 y 2007 frente a Brasil y venía de un sonoro fracaso en la edición en la que había sido local en 2011. Por esa razón, cada vez que la pelota rodaba en Sudamérica, los albicelestes se aferraban a la ilusión de festejar. Era indigno de un Seleccionado con tan buenos pergaminos históricos seguir a la deriva en las tempestuosas aguas del fracaso.

Argentina afrontó la final de la Copa América de 2015 con una formación muy similar a la que perdió en 2014.

UNA DERROTA MUY DOLOROSA

Martino les había renovado el crédito a casi todos los miembros del equipo construido por Sabella en Brasil 2014. El buen papel del Seleccionado en esa Copa del Mundo instaba a olvidarse del trago amargo. O, al menos, a disimularlo. A pensar que se podía seguir confiando en los mismos hombres que habían caído contras los alemanes. En ese momento nadie proponía transformar a un eficaz goleador Gonzalo Higuaín en meme para graficar desaciertos ni en demandar la salida de un símbolo como Javier Mascherano y del ordenado Lucas Biglia.

¿Cómo podía alguien atreverse a cuestionar a ese equipo aunque su paso por las canchas chilenas haya sido bastante opaco si estaba en otra final? Un año después del maldito gol de Götze, Argentina volvía a un partido en el que estaba en juego un título. Poco importaba que salvo por la gran labor en la goleada 6-1 contra Paraguay en las semifinales, el equipo pasara con más pena que gloria por esa Copa América.

Gerardo Martino le da las últimas instrucciones a Ezequiel Lavezzi, quien está a punto de ingresar en lugar de Ángel Di María.

Había transitado la fase de grupos con dos exiguos triunfos por 1-0 sobre Uruguay y Jamaica y con un empate 2-2 con Ecuador. Ya en cuartos de final, una victoria por penales sobre Colombia tras un cerrado 0-0 gracias a los buenos reflejos de Chiquito Romero (contuvo el remate de Camilo Zúñiga) y a la mala puntería de los cafeteros (fallaron Luis Muriel y Jeison Murillo) invitaban a seguir creyendo en un equipo con más sombras que luces. Pero estaba en la final. Y la oportunidad para borrar el pasado reciente se antojaba propicia.

Chile arribaba a ese duelo abrazado a la esperanza de hacer realidad su primer festejo. Jorge Sampaoli, el mismo que tiempo después encabezó un estrepitoso fracaso con Argentina en Rusia 2018, le había dado su sello personal a La Roja. Era muy respetado en ese país por una excelente campaña en la Universidad de Chile (tres títulos de Primera División, uno de Copa Chile y otro Copa de Sudamericana) y, en cierta medida, encabezaba un proceso que intentaba darle a esa selección el rol protagónico que no había tenido desde la generación encabezada por Iván Zamorano y Marcelo Salas en la segunda mitad de los 90.

El DT oriundo de Casilda había reemplazado en el cargo a Claudio Borghi, quien encabezó un breve ciclo de un año dominado por las polémicas. El Bichi, a su vez, había sucedido a Marcelo Bielsa, de notable trabajo en una gestión que tuvo como punto más alto el acceso a los octavos de final del Mundial de 2010, en Sudáfrica. Sampaoli era visto como un continuador de la obra del Loco. La percepción era correcta. Por eso Chile creía en el título.

Gonzalo Higuaín no llega a empujar la pelota dentro del arco de Claudio Bravo. 

La final fue durísima. Los locales prevalecieron con el manejo de Jorge Valdivia y se acercaron al gol a través de Alexis Sánchez en dos ocasiones. Lo mejor de Argentina se vio mientras estuvo Javier Pastore -uno de los nuevos-, pero el cansancio lo venció y lo reemplazó Éver Banega. Las huestes del Tata dispusieron de un buen intento de Sergio Agüero bien conjurado por el arquero Claudio Bravo y de una llegada mal definida por el Pipita Higuaín.

Messi se fue apagando y por un rato caminó la cancha buscando una explicación con la mirada hundida en el césped del estadio Nacional, de Santiago. Ángel Di María se fue muy temprano por una lesión. Llegó el momento de demostrar sangre fría y buena puntería desde el punto penal. Los chilenos festejaron con Matías Fernández, Arturo Vidal y Charles Aránguiz. Argentina se encomendó a La Pulga, que acertó. Sin embargo, Higuaín falló con un disparo muy elevado y luego Bravo se lo negó a Banega. Alexis Sánchez clavó la pelota en el arco y Chile fue campeón.

Chile logró en 2015 su primer gran éxito internacional.

OTRO GOLPE ARTERO DEL DESTINO

Quizás para certificar que efectivamente el fútbol da revancha, otra vez se vieron las caras argentinos y chilenos en una final. La Copa América del Centenario, en Estados Unidos, fue un suplicio para Di María en una época en la que no estaba tocado por la varita mágica. No hacía goles decisivos -salvo por el de los Juegos Olímpicos de 2008- y perdía la batalla con las lesiones. Pastore, que había jugado bien un año antes, entró poco y nada y aparecieron nombres nuevos como los de Gabriel Mercado y Ramiro Funes Mori.

Por un capricho del destino, debutó contra el campeón reinante en la fase de grupos. Y en esa ocasión se quedó con la victoria por 2-1 con goles de Di María -cuando todavía estaba sano- y Banega. Messi vio ese partido desde el banco de suplentes por problemas físicos y entró faltando media hora contra Panamá. Esos 30 minutos le bastaron para marcar tres tantos en el 5-0 en un encuentro en el que Nicolás Otamendi y El Kun Agüero -a diferencia de lo que pasó en 2015, le tocó ser suplente de Higuaín- terminaron de darle forma al éxito.

Martino hizo mìnimos retoques en el equipo que jugó la Copa América del Centenario en 2016. 

Con la clasificación a la siguiente fase consumada, los suplentes dieron cuenta de Bolivia 3-0 en otro cotejo en el que Messi recién ingresó en el segundo tiempo. La Pulga recuperó la titularidad en el 4-1 frente a Venezuela en los cuartos de final, sellado con una conquista del capitán, dos de Higuaín y una Erik Lamela. El contundente 4-0 contra Estados Unidos con otro doblete del Pipita y tantos de Ezequiel Lavezzi y Messi puso a Argentina en la final. Sí, el fútbol daba revancha y al equipo de Martino se la otorgaba nada más y nada menos que contra Chile.

Los trasandinos ya no tenían a Sampaoli, quien se había mudado a Sevilla. El técnico era Juan Antonio Pizzi, otro argentino. Su etapa fue breve y pobre en cuanto a resultados. También lo era la actuación en esa Copa América hasta que el implacable 7-0 frente a Estados en cuartos de final con cuatro goles de Eduardo Vargas le devolvió la confianza al equipo. Y en la final aprovechó que la gloria estaba decidida a gambetear a la Selección albiceleste.

Lionel Messi fue duramente golpeado por la derrota. Hasta renunció a la Selección, pero volvió y se dio el gusto de ganar todo. 

En Estados Unidos se repitió el choque duro y parejo de unos meses antes en Santiago. Resultó más brusco y por fuertes infracciones se fueron expulsados Marcelo Díaz y Marcos Rojo. Higuaín volvió a dilapidar una buena oportunidad para anotar y Agüero, su sustituto, perdió ante la seguridad de Bravo. Mientras Messi fue muy bien marcado y peleó para llevar adelante a su equipo, Alexis Sánchez lideró a un Chile que contó con buenas llegadas del peligroso Vargas.

Como una burda mueca de la fatalidad, los penales nuevamente fueron lapidarios para las aspiraciones de los del Tata. Falló un Messi abatido por la responsabilidad y lo imitó Biglia. La Pulga hasta anunció su renuncia a la Selección… Así de doblegado estaba por las frustraciones… Romero le ahogó el grito de gol a Vidal, pero no pudo con los restantes disparos. Chile obtuvo su segunda Copa América consecutiva en un lapso de menos de un año. Argentina, pobre Argentina, se volvió a quedar con el amargo sabor de la derrota. Vivió una pesadilla insólita dividida en dos actos dolorosos, muy dolorosos.

Messi sufre su amargura. Sus compañeros lo acompañan en el sentimiento. Argentina tuvo dos frustraciones inmensas en menos de un año.

LAS SÍNTESIS

2015

Chile 0 (4) - Argentina 0 (1)

Chile: Claudio Bravo; Mauricio Isla, Francisco Silva, Gary Medel, Jean Beausejour; Arturo Vidal, Marcelo Díaz, Charles Aránguiz; Jorge Valdivia; Alexis Sánchez, Eduardo Vargas. DT: Jorge Sampaoli.

Argentina: Sergio Romero; Pablo Zabaleta, Martín Demichelis, Nicolás Otamendi, Marcos Rojo; Lucas Biglia, Javier Mascherano, Javier Pastore; Lionel Messi, Sergio Agüero, Ángel Di María. DT: Gerardo Martino.

Incidencias

Primer tiempo: 29m Ezequiel Lavezzi por Di María (A). Segundo tiempo: 29m Gonzalo Higuaín por Agüero (A); 30m Matías Fernández por Valdivia (CH); 36m Éver Banega por Pastore (A). Primer tiempo suplementario: Ángelo Henriquez por Vargas (CH).

Definición por penales: M. Fernández (convertido), Messi (convertido), Vidal (convertido), Higuaín (desviado), Aránguiz (convertido), Banega (atajado), A. Sánchez (convertido).

Estadio: Nacional (Santiago, Chile). Árbitro: Wilmar Roldán, de Colombia. Fecha: 4 de julio de 2015.


2016

Argentina 0 (2) – Chile 0 (4)

Argentina: Sergio Romero; Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Ramiro Funes Mori, Marcos Rojo; Lucas Biglia, Javier Mascherano, Éver Banega; Lionel Messi, Gonzalo Higuaín, Ángel Di María. DT: Gerardo Martino.

Chile: Claudio Bravo; Mauricio Isla, Gonzalo Jara, Gary Medel, Jean Beausejour; Arturo Vidal, Marcelo Díaz, Charles Aránguiz; José Pedro Fuenzalida, Eduardo Vargas, Alexis Sánchez. DT: Juan Antonio Pizzi.

Incidencias

Primer tiempo: 28m expulsado M. Díaz (CH); 42m expulsado Rojo (A). Segundo tiempo: 12m Matías Kranevitter por Di María (A); 24m Sergio Agüero por Higuaín (A); 34m Edson Puch por Fuenzalida (CH). Primer tiempo suplementario: 13m Francisco Silva por A. Sánchez (CH). Segundo tiempo suplementario: 3m Nicolás Castillo por Vargas (CH); 5m Erik Lamela por Banega (A).

Definición por penales: Vidal (atajado), Messi (desviado), N. Castillo (convertido), Mascherano (convertido), Aránguiz (convertido), Agüero (convertido), Beausejour (convertido), Biglia (atajado), F. Silva (convertido).

Estadio: MetLife Stadium (East Rutherford, Estados Unidos). Árbitro: Héber Lopes, de Brasil. Fecha: 26 de junio de 2016.