POR ALEJANDRO POLI GONZALVO *
Antes de las elecciones presidenciales del año pasado discutíamos si la sociedad argentina se encontraba ante la posibilidad de iniciar una nueva trayectoria histórica que conserve los logros de la democracia como mecanismo de alternancia para elegir a los gobiernos pero incorpore los valores republicanos, razón principal del progreso en las naciones desarrolladas, degradados entre nosotros por el presidencialismo extremo, el populismo y el autoritarismo económico. La victoria de la coalición peronista-kirchnerista pareció poner en duda ese inicio. Sin embargo, por nuestra parte seguíamos pensando que esa trayectoria histórica se había incubado en los largos años de aprendizaje de los argentinos sobre nuestra decadencia y que, a pesar de todo, se abriría paso. Los primeros tres meses de gestión del presidente Fernández lo encontraron haciendo un delicado equilibrio de poder dentro de su coalición política pero mostrando que, bajo la superficie de sus declaraciones públicas, persistía el objetivo de buscar acuerdos a largo plazo con la oposición política, sabiendo él mismo que ésta representa al 41% de los argentinos.
La intención de llamar a un Consejo Económico y Social era la forma en que esperaba implementar esa búsqueda de acuerdos básicos.
TIEMPO DE REFLEXION
El cisne negro del coronavirus introdujo en ese escenario político en gestación un hecho disruptivo que constituye una gran oportunidad para consolidar una trayectoria institucional fundada en políticas de Estado que no sean discutidas con cada cambio de gobierno. Estamos en cuarentena. No solo sanitaria sino también política. La infausta grieta que nos paralizaba debería quedar al margen. Por la gravedad de la pandemia, dirigentes y ciudadanos estamos obligados a hacer un paréntesis en nuestras rutinas diarias.
Debido a la cuarentena, contamos con más tiempo libre para pensar. Conviene recordar que para Aristóteles el ocio no es la disponibilidad de tiempo libre para no hacer nada sino un espacio para la vida contemplativa y la teoría donde el hombre encuentra su auténtica plenitud. Deberíamos entonces aprovechar la excepcionalidad del presente para meditar esos consensos.
Es tiempo de reflexión. A pesar de que todos los esfuerzos están puestos en controlar la crisis sanitaria, el gobierno tiene la oportunidad de convocar a referentes de todos los sectores, sea bajo la figura de un Consejo Económico y Social o bajo cualquier otra forma, para no desperdiciar estas semanas donde los argentinos estamos unidos frente al duro tiempo presente. Es imperativo que mantengamos esta unidad de cara al futuro. No se trata, ni se podría, buscar unanimidad en las opiniones. Si estamos iniciando una etapa de afianzamiento de la República, el pluralismo es irrenunciable. De lo que se trata es de discutir de una vez por todas los principios y políticas de Estado que nos regirán durante décadas. De otro modo, superada la crisis volveríamos a recaer en enfrentamientos de patria chica y en la puja de intereses corporativos que son el signo distintivo de nuestra declinación.
VENTAJA ADICIONAL
Creo que tenemos una ventaja adicional, que se suma al espacio de reflexión que nos trajo el coronavirus. Ni Alberto Fernández, como tampoco lo era Macri, representan el estilo de líderes personalistas y carismáticos que por su sola presencia entusiasman a la población detrás de proyectos que finalmente no incluyen a la totalidad de los argentinos. En consecuencia, esta debilidad es una inesperada fortaleza: ante la magnitud de los desafíos que nos esperan, el presidente Fernández deberá buscar necesariamente consensos con las fuerzas políticas, sociales e intelectuales que apoyan un futuro diferente del clima de confrontación y verdades absolutas que animaban la grieta por ambas partes.
A medida que pasan las semanas y se extiende la cuarentena, los ánimos se exasperan y la grieta reaparece con sus fauces destructivas. Pero todavía estamos a tiempo y aunque la predicción histórica es muy difícil para los actores que viven en una época determinada, si creemos que la pretensión colectiva del pueblo argentino de cambio existe con la fuerza necesaria para apoyar el inicio de una trayectoria institucional superadora del pasado y fundada en políticas de Estado, el coronavirus nos presenta una oportunidad para pensar el futuro.
* Miembro del Club Político Argentino.