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Una luz contra el globalismo

Hace dos semanas tuvimos el gusto de entrevistar en nuestro programa de radio al politólogo, conferencista y escritor Agustín Laje; con motivo del lanzamiento de su nuevo libro: “Globalismo”. Compartimos algunos de los principales conceptos.

LAS DIFERENCIAS

Frente al título del libro, en principio, podríamos preguntarnos ¿qué tiene de malo que todos los países se pongan de acuerdo, que comercien o que hagan en conjunto actividades complementarias? La respuesta llegó con claridad: “Globalización es una palabra que apareció en el lenguaje académico de la economía, de la administración de empresas en la década del 80 del siglo pasado y se popularizó en la sociedad hacia la década del 90.

La globalización sobre todo refería a fenómenos de tipo económicos, o sea, la interconexión global del mundo en términos de mercados, de capitales, de financiamiento, de trabajo, la posibilidad que abrieron las nuevas tecnologías de la comunicación, las tecnologías digitales, los nuevos transportes que explotan más o menos hacia las últimas décadas del siglo XX y genera una suerte de “achicamiento” del mundo. El mundo se interconecta y esa interconexión, sobre todo, insisto, comercial, financiera, económica, es lo que se denomina globalización. La posibilidad, por ejemplo, de tocar un botón y mover tu capital desde los Estados Unidos hasta Francia, o tocar otro botón y contratar a un empleado en la India, o tocar otro botón y comprar un producto que te lo van a mandar desde la China, es lo que habitualmente denominamos desde hace algunas décadas globalización.

El autor explica que, en cambio, “globalismo” es un término relativamente nuevo del lenguaje político que se entiende “como una forma de gobierno político que involucra a organismos que no son estatales, que no son de índole nacional, sino que son de naturaleza supranacional y supraestatal. Y ahí ya el cuento de qué tiene de malo empieza a cambiar de color, porque ya no estamos hablando del comercio entre las personas de distintos países, sino de la dominación sobre los hombres”.

Continúa diciendo que el término globalismo parecía tener una doble faz, por un lado, como término político que cada vez iba tomando más vuelo -usado por Vox en España, el trumpismo en los Estados Unidos, los húngaros del gobierno de Víctor Orban- y por otro empañado con teorías de la conspiración sobre grupos minúsculos y ultrasecretos que se juntaban para dominar el mundo. De allí surgió su idea de investigar metódicamente sirviéndose de documentación fidedigna, pública y oficial. “La documentación pública es clarísima al respecto”, en la ONU, en el Foro Económico Mundial, por ejemplo, se habla constantemente de la gobernanza mundial y se llama a sus propios miembros “ciudadanos globales”. 

El autor busca advertir sobre los peligros de algo que aún se encuentra en estado embrionario. “yo no pretendo decirle al lector que existe ya actualmente una especie de gobierno mundial totalmente consolidado que domina nuestros destinos de manera indefectible”, “yo afirmo que se están colocando las bases para lo que ellos mismos denominan gobernanza global”. 

PELIGRO

El globalismo es peligroso para las derechas: para los sectores más conservadores porque se apalanca en las agendas progresistas y woke, para los sectores nacionalistas o patriotas, porque transfiere la soberanía nacional hacia organismos de naturaleza supranacional y para los libertarios porque implica nada menos que la conformación de un megaleviatán más totalizante, más absorbente e interventor que el Estado. 

Con actitud realista pero esperanzada sostiene que aún es posible abortarlo. “Para eso escribí el libro y le muestro a los distintos sectores de las derechas por qué es peligroso”. Laje sostiene que es posible estableciendo un modelo de articulación en el que cada sector se reconoce distinto, pero forma un mismo frente, se comparte cada identidad particular y se produce la fusión de sectores conservadores, libertarios y soberanistas contagiándose mutuamente hasta generar una fuerza política nueva, con una nueva identidad.

Para clarificar más aún los conceptos, el entrevistado, lo pone en clave futbolera. “Necesito armar un equipo de fútbol y necesito ver cuál es el escenario actual”: “Tengo enfrente a los socialistas del siglo XXI, que son estatistas, interventores, destruyen nuestras economías, nos empobrecen, nos revientan impuestos y a regulaciones; yo quiero un jugador en la cancha llamado libertario. Necesito libertarios en la cancha para jugar contra esos. Ahora, también veo para el costado y tengo en el equipo del frente, a los woke y a los progres, que vienen con una agenda cultural disolvente, conflictiva, que va desgarrando la identidad de los individuos y los va vaciando de contenido. Yo en mi equipo para enfrentarlos quiero a los conservadores. Y veo al final también que en el equipo enemigo hay globalistas, gente que está tratando de imponer agendas desde organismos internacionales y desde entidades supranacionales. Quiero entonces en mi equipo a patriotas, a gente que defienda la soberanía nacional”. 

FUNDACIÓN FARO

Agustín Laje fue elegido director ejecutivo de la Fundación Faro, reciente creación que se reconoce en la misión de “Promover las ideas del liberalismo económico y los valores históricos de la cultura argentina, para contribuir al desarrollo económico y social de nuestra Nación, librando la batalla cultural.”

En 1972, Benjamín Solari Parravicini acompañó una de sus famosas psicografías con el siguiente texto: "Caminante tú que observas, ve hacia la playa de arenas argentadas, allí aguarda la paz. ¡Faro de faros!". Estas son las palabras inspiradoras para los iniciadores de Fundación Faro. Inspiradora también su psicografía que dio origen al isotipo que la identifica. 

 
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