La Cappella Mediterránea. Concierto del Festival Barroco, con música de Claudio Monteverdi. Dirección, espineta y órgano: Leonardo García Alarcón. Con solistas vocales y ensamble musical. El lunes 27 en el Colón.
Fue, sin duda, una experiencia musical diferente, provechosa y aleccionadora, esta presencia de la afamada Cappella Mediterranea, creada en 2005 por el músico compatriota Leonardo García Alarcón, nacido en La Plata hace 47 años, que ha ganado una fama notoria en el campo de la música en una carrera activa y ya reconocida, desde sus estudios realizados en el Conservatorio de Ginebra.
Y cabe agregar también como, desde la creación del mencionado ensamble, su exploración en la música barroca ha sido permanente. Por eso el concierto que comentamos, incorporado al llamado Festival Barroco del Colón, que cuenta con la curaduría de la soprano Verónica Cangemi, fue una clara y brillante manifestación musical y de acercamiento a la temática de Claudio Monteverdi, abarcando la referencia de los pecados capitales en alusiones operísticas que entroncaron también con ‘L’incoronazione di Poppea’ y con ‘Il ritorno di Ulisse in patria’.
Todo estaba milimétricamente controlado. El proscenio avanzado sobre el foso permitía ver en el sector izquierdo al director, a cargo de la espineta y órgano, marcando desde su posición con énfasis, las entradas e indicaciones diversas, acompañado al costado por un grupo de esa docena de instrumentistas con algunos ejemplares típicos de época.
Otro sector del lado derecho dejaba la zona central para los seis vocalistas, cuyas intervenciones fueron desarrollándose con absoluta convicción y ejemplaridad canora, los pasajes monteverdianos que comenzaron con ‘Il Fuoco’, del libro VIII de Madrigales, para seguir alternán- dose en ‘La Speranza’ de ‘L’íncoronazione di Poppea’.
Allí lució la soprano Mariana Flores, compatriota nuestra formada en la Universidad de Cuyo en su inicio, junto al contratenor británico Christopher Lowrey, y en otros fragmentos como ‘La Prodigalitá’ se completaba el sexteto con la mezzosoprano Coline Dutilleul (que estudió, entre otros maestros, con nuestra recordada Bernarda Fink) y con la participación de los tenores Valerio Contaldo, italiano, y Matthew Newlin, estadounidense de Illinois, y el bajo germano Andreas Wolf, de buen caudal y consistentes graves.
Todos ellos a lo largo de la extensa función que duró de corrido, sin solución de continuidad, algo más de una hora y media, fueron apareciendo, a veces desde el centro de la platea y otras desde el fondo de escena y sus laterales como certificando una suerte de régie bien articulada para la proyección de las voces y las gra- duaciones del sonido de la Cappella Mediterranea.
APLAUSOS
Un nutrido público se sumó a esta velada y corresponde su elogio de actitud ya que en ningún momento intentó aplausos fuera de contexto como a veces suele ocurrir, y fue siguiendo el nutrido programa que tras la exposición de los pecados capitales, apuntó también al instrumental ‘La Terra’, del propio director, cerrando con ‘L’Aqua’, del libro VIII de Madrigales. Todo fue manejado, diríamos, con precisión extrema y prolijidad puesta en los valores musicales.
Como números agregados se hizo el homenaje en pala- bras del propio García Alarcón al gran mérito del recientemente fallecido barítono argentino Alejandro Meerapfel en pleno escenario, en Francia, para lo cual hubo una comisión subiendo a escena de la Asociación de Cantan- tes Líricos. Y también la ya citada soprano Mariana Flores entonó ‘Alfonsina y el mar’, de Ariel Ramírez y texto de Félix Luna, cerrando así este valioso encuentro.
Calificación: Excelente.
FOTO: GENTILEZA A. COLOMBAROLI