CLASICA: Con Martha Noguera, en el magnífico Palacio Paz

Una bellísima velada chopiniana

Chopin: Nocturno en do menor, opus 48 N° 1, Balada en la bemol mayor, opus 47, Andante spianato y gran polonesa brillante, opus 22; Rondó, opus 16, Vals, opus 42 N° 1; Sonata N° 3, en si menor, opus 58; y Polonesa, opus 53, “Heroica”. Por: Martha Noguera, piano, El miércoles 29, en el Palacio Paz.

En la hermosa mansión que fue residencia de los fundadores de La Prensa, el miércoles tuvo lugar el cierre del Festival Chopiniana, único en nuestro país consagrado exclusivamente al piano. Sin subsidios oficiales y ya con larga trayectoria, corolario de muy tesoneros esfuerzos puestos al servicio del arte de Santa Cecilia, la velada estuvo a cargo de Martha Noguera, directora de la Fundación organizadora. Dedicado por entero al ilustre compositor polaco (siete obras, genuino tour de force), se trató por cierto de un recital de encumbrado rango, que sorprendió por la enorme afluencia de público que colmó la capacidad del magnífico Salón Levalle y terminó ovacionando de pie a nuestra estupenda compatriota.

GRAN POLONESA

En la plenitud de su madurez artística y su virtuosismo técnico, la jornada puso en evidencia los frutos de una carrera estelar iniciada a los cinco años y consagrada principalmente al gran compositor romántico: Martha Noguera, que tocó todo de memoria, perfeccionó sus estudios en Varsovia.

Ya desde el comienzo se pudieron advertir su infalible digitación y justeza de acentos, al igual que el esmaltado cromatismo de los trozos de mayor entramado sonoro, incluso en los forte y fortísimos. Siempre con acordes de plástico acabado, la tecladista porteña mantuvo también en todo momento un control absoluto de intensidades, a lo largo de una jornada que fue sin duda extensa.

La traducción del ‘Andante spianato’ (abierto, despejado) y la ‘Gran Polonesa brillante’, que cerró la primera parte, fue decididamente luminosa no sólo por sus impecables juegos dinámicos, sino también debido a su expresiva y contundente transparencia (pese a que las características acústicas del recinto no son las mejores). Depurado estilo, sensibilidad expositiva, buen manejo de tiempos y claroscuros, se sumaron además a un discurso de agraciada fluidez y comunicativa vibración.

TERCERA SONATA

La función se había iniciado con unas palabras de la embajadora de Polonia, Aleksandra Piatkowska, y en su segunda sección incluyó al Vals opus 42 N° 1, tan admirado por Schumann, pieza de por sí harto difícil, ya que la mano derecha se ajusta a un compás binario y la izquierda, paralelamente, sigue veloz un tiempo ternario.

Pero el plato fuerte fue la famosa Sonata N° 3, opus 58, vertida por Martha Noguera con nobleza y sin la mínima vacilación conceptual. Es cierto que el exquisito largo debe ser desenvuelto con mayor lentitud de fraseo y reconcentración de matices. Pero el scherzo fue objeto de una exposición de encantadora levedad, el finale lució superlativa agitación, y en todo el contexto de la ejecución, en definitiva, destacaron la finura de las complejas escalas ascendentes y descendentes, el dominio inalterable del sonido y gradaciones y su comunicativa riqueza melódica.

Como terminación, la infaltable Polonesa ‘Heroica’ clausuró este verdadero Festival, que se desarrolló a lo largo de seis jornadas.

Calificación: Excelente