Había una vez…

Un testigo fiel

- Hoy les voy a contar la historia de Jimmy Lai, un empresario chino, mejor dicho, antes que empresario debería decirte “un católico chino” de Hong Kong, que, en un mundo difícil como el de hoy nos da su testimonio más fuerte desde la cárcel.

- ¿Está preso? ¿qué hizo de malo? – dijo uno de mis inocentes nietos.

- No siempre los malos van a la cárcel. No siempre ser bueno no te hace peligrar. Hay muchísimos lugares en el mundo en donde te suelen encarcelar por sin motivos “malos”: por razones religiosas y políticas, sobre todo. Hoy hay muchísimas más persecuciones a los cristianos que en los tiempos del Imperio Romano.

- Sí, pero en esos tiempos se los tiraban a los leones… -dijo un objetor.

- Estos tiempos son igual de crueles y más injustos probablemente. Porque los romanos al menos creían en el Derecho y los enjuiciaban. Con malos principios muchas veces los condenaron. Pero hoy esto es imperdonable. Te podría hablar de las persecuciones en los países islámicos; de las más cercanas de Nicaragua, Cuba o Venezuela; en África, continente de la esperanza, hay masacres continuas, pero la historia de hoy pasa en China.

Desde hace décadas, con la subida del comunismo, tomaron como enemigas a todas las religiones, no solamente a la nuestra. Todo desde entonces, debe depender de la voluntad del Partico Comunista Chino. Cuando se dieron cuenta de que no podían anularlas, empezaron a tratar de coparlas. Con los católicos hicieron esto: crearon una iglesia paralela, la llaman “Patriótica” y la hicieron obediente al Partido Comunista. Más Mao que Jesús…

- ¿Quién es Mao?

- ¡Uno de los Tres Chiflados! – dijo su hermana- ¡Esa serie que el abuelo nos hizo ver y se reía él solo…!

-¡Ojalá! Fue el primero de los dictadores chinos, pero volvamos al amigo Jimmy.

Tuvo una infancia durísima. Nació a mediados del siglo pasado en China continental, y tuvo que escaparse a los 12 años hacia Hong Kong, huyendo de la pobreza y la opresión. En ese momento, o era una colonia británica. Logró trabajando mucho y con mucho talento, pasar de ser el último de los obreros en una fábrica de guantes, a multimillonario dueño de muchas empresas exitosas.

Pero en 1989 sucedió en China una pequeña revolución fallida que terminó con lo que se conoce como la masacre de Tiananmen. Los comunistas la aplastaron sin misericordia y ni se saben cuántos chinos murieron. Eso marcó un quiebre en su vida. Pensó que no podía seguir como si nada, disfrutando sus riquezas, mientras sus compatriotas luchaban y morían. Para colmo, Gran Bretaña decidió abandonar Hong Kong y devolvérsela a China.

En verdad hubiese sido un acto de justicia, salvo que en este caso, entregaban también la libertad de los hongkoneses a un régimen inhumano. Hicieron pactos en los que supuestamente se respetarían las libertades. Pero un pacto entre los gobiernos de China comunista y Gran Bretaña no tiene ningún tipo de posible buena resolución. Ninguno de losdos son creíbles. Todo fue para peor y, lentamente la garra de China se ensañó con Hong Kong.
Jimmy comenzó su lucha y la renovó, cuando con la influencia de su mujer Teresa y del santo obispo del Lugar, el Cardenal Zen, se convirtió al catolicismo. Fundó un diario y fue la voz de la libertad. Al diario lo clausuraron, a Jimmy lo encarcelaron y hace cuadro años que convive en una cárcel con ratas y cucarachas. Fíjensé: primero, niño casi mendigo, luego millonario exitoso, hoy preso sin posibilidades de ser liberado.

- ¡Pero no hizo nada malo! -saltan en indignación los chicos…

- Así es esta vida, pero pongámosle un ingrediente más. Él podría haberse ido sin problemas, es también ciudadano británico. Sabía que si se quedaba luchando por su gente lo iban a encarcelar. Pero en vez de buscar una vida cómoda en el extranjero, eligió quedarse. En agosto de 2020 lo encarcelaron y lleva más de cuatro años en condiciones inhumanas, incluyendo aislamiento. Lejos de hacerlo un mal, como parece, para Jimmy fue para bien. Porque para los católicos el sufrimiento nos acerca a Nuestro Señor. Y así pasó. Hoy dedica largas horas en su prisión a pintar cuadros religiosos, como un crucifijo con flores que se exhibe en la Universidad Católica de Washington, y se mantiene con ejercicios, lecturas y escribiendo con gran fortaleza espiritual. En una entrevista antes de su detención decía: "Si me voy, no solo renuncio a mi destino, renuncio a Dios, renuncio a mi religión, renuncio a lo que creo".

Su juicio, que comenzó en diciembre de 2023 y sigue… Seguramente terminará mal. Porque Occidente mira para otro lado como siempre. Él no afloja y nos dice: "fuimos creados para la Verdad" y es nuestro deber mostrarla, decirla, sin importar el costo.

Existe un documental que muestra todo esto: “The Hong Konger”. El gobierno chino intenta prohibirlo, pero es imposible. Lo cierto es que el pobre Jimmy sigue en prisión de máxima seguridad y difícilmente los comunistas lo liberen.

Hoy ganamos un nuevo amigo: don Jimmy Lai, recemos por él, él reza por nosotros.