Un modelo de liderazgo y entrega absoluta a la vocación y a la Patria

Se realizó una emotiva ceremonia en el Edificio Libertador para despedir del servicio activo, tras 44 años, al coronel y Veterano de Guerra de Malvinas, Esteban Vilgré Lamadrid.

El intento de ser feliz en esta vida es una cuestión que ha acompañado al ser humano desde siempre. Aristóteles, uno de los padres de la filosofía occidental, allá por el siglo IV a.C. enseñaba que todas las acciones humanas tienden a un fin, es decir, a la felicidad. Y definía a esta como el bienestar que otorga el vivir de acuerdo a las virtudes, aquellos hábitos que nos permiten un mejor obrar de acuerdo con la recta razón, como, por ejemplo, la magnanimidad, la amabilidad, la sinceridad, la agudeza, la justicia, la amistad, la valentía, la prudencia, la templanza o la fortaleza.

Para una sociedad, los modelos de hombres virtuosos, como planteaba el pensador griego, son muy necesarios porque una teoría puede enseñar pero un modelo convence, arrastra, guía.

Días atrás, en el Edificio Libertador, sede del Estado Mayor General del Ejército, se realizó una emotiva ceremonia para despedir del servicio activo al coronel y Veterano de Guerra de Malvinas, Esteban Vilgré Lamadrid.

La emotiva ceremonia se realizó en el Edificio Libertador, sede del Estado Mayor General del Ejército, ante la presencia de amigos, camaradas y familiares.

Estuvieron presentes familiares, amigos, camaradas y efectivos de las unidades por las que pasó a lo largo de sus 44 años de servicio activo en el Ejército.

En su discurso de despedida, Vilgré Lamadrid recorrió su paso por el Ejército y quizás sin darse cuenta, quizás por su humildad, dejó expuesto el legado de su historia personal que no es más ni menos que un modelo de liderazgo, de virtudes y de entrega absoluta a su vocación y a la Patria.

VOCACION Y EXIGENCIAS

Luego de agradecer a todos los camaradas y seres queridos que le posibilitaron transitar durante tantos años en el Ejército, Vilgré Lamadrid reflexionó: “Nuestra profesión es alimentada solo de vocación y sabemos que sus exigencias son dar y no esperar nada a cambio, incluso cuando la carrera ya se ha terminado. Parece mentira, pero conocí a muchísimos que nunca entendieron esto y se fueron resentidos o frustrados cuando les llegó el momento que hoy vivo yo con enorme paz y alegría en la nostalgia, con la satisfacción del deber cumplido. He librado el buen combate, he vivido con pasión y aquí estoy, con mi frente alta, no hice nada extraordinario… pero no traicioné mi vocación”.

“He librado el buen combate, he vivido con pasión y aquí estoy, con mi frente alta, no hice nada extraordinario… pero no traicioné mi vocación”, aseguró Esteban Vilgré Lamadrid.

"TRATAR DE SER DISTINTO"

En una breve recorrida por su vida militar, comenzó recordando sus juegos infantiles con soldaditos en su Dolores natal y su primera ceremonia militar como cadete en 1979 vestido con uniforme de combate “cargado de sueños y deseos”.

“Cuando ingresé al Ejército -rememoró al respecto- no soñaba una carrera brillante y con destinos de prestigio… solo tenía fe en mi destino y vivir una vida militar digna de ser vivida, disfrutando cada cargo, cada grado, cada momento, sin especulaciones. Eso me hizo que a veces no siga las normas de una carrera normal y en una organización estructurada y vertical a veces tratar de ser distinto tiene sus costos”.

“SITUACIONES DE CRISIS”

“Doy fe también que nunca me llenaron lo suficiente los premios (aunque todos necesitamos que nos den una caricia en la espalda) y menos los castigos, estos últimos fueron los que me fortalecieron y sacaron lo mejor de mí, me hicieron descubrir que en las situaciones de crisis puedo moverme como pez en el agua y eso me gustaba.

El veterano de Malvinas estuvo acompañado de su familia.

Como contrapartida a ese espíritu rebelde y crítico, fui mi mejor y peor juez en cada una de mis actividades, mi conciencia es implacable y no le importa lo que opinen los demás, solo piensa que el objetivo debe ser conquistado cualquiera sea el costo y el honor no se vende. Para ello traté de ejercer la iniciativa y cambiar cada lugar adonde me tocó servir; eso me enseñó que a veces para cambiar un paradigma, no hay que llamar a la puerta, ¡hay que abrirla sin pedir permiso y a veces hasta derribarla! Solo sé que serví con el mejor de mis esfuerzos y convicción cada día de mi vida de soldado, con errores y aciertos. Sé también que mis obras, además de por mis subalternos, serán juzgadas por Dios y al final de mi vida, cuando me presente ante él, sabré si elegí el camino correcto y dupliqué sus talentos. La vida es un gran sueño sembrado de otros más pequeños y no hay que dudar en marchar tras ellos; tuve la suerte de que los míos se cumpliesen muy joven”.

GUERRA DE MALVINAS

El 6 de abril de 1982, cuatro días después de la recuperación de las Malvinas, Vilgré Lamadrid egresó como subteniente en comisión, casi un año antes, debido a la falta de personal en las unidades de combate. Tenía 21 años.

Emocionado, besó el suelo malvinense el 13 de abril, y ese mismo día comenzó su tarea como encargado de la 3 Sección de la Compañía B del Regimiento de Infantería Nº 6, compuesta por 5 suboficiales y 41 soldados. Entró en combate en el Monte Dos Hermanas Norte, entre el 11 y el 12 de junio.

Al respecto, recordó: “Dios que es generoso me llevó a estrenar mi estrellita de subteniente en las Islas Malvinas. Y no solo eso, me reservó un lugar en la primera línea y como prueba de su enorme generosidad fue más lejos: me llevó con mi sección de valientes a encabezar, ya el 14 de junio, el último contraataque de la infantería del Ejército en la guerra. Aún recuerdo cuando me llamaron para ir a la zona recientemente caída en manos del enemigo, envueltos en el infierno de las explosiones de la artillería terrestre y naval, inmersos en los sonidos del combate, con el viento que aullaba en nuestros oídos y la nieve que lastimaba nuestra cara… miré a mis soldados y se me fue el miedo, el frío, la angustia… todos vinieron, ninguno huyó aprovechando la oscuridad de la noche… el ataque fue detenido y hasta por momentos creímos que lo ganábamos, pero déjenme decirles algo: la suerte juega un papel muy pequeño en el combate. El espíritu y el valor derrochados esa noche no evitaron que triunfe el mejor preparado, equipado y descansado. Tengo claro que ese espíritu de cuerpo y el coraje de mis soldados y suboficiales fueron los que equilibraron esa balanza a nuestro favor. Solo 13 hombres de los 47 que llegamos a Malvinas descendimos del cerro esa noche”.

14 de junio de 1982. Vilgré Lamadrid ingresando a Puerto Argentino gritando la canción de Infantería.

LAS ENSEÑANZAS DEL CONFLICTO ARMADO

Su participación en la guerra le dejó varias enseñanzas, las cuales las compartió con el auditorio.

PRIMERA: “Nadie tiene comprado el futuro, por eso los invito a que disfrutemos cada minuto del presente viviéndolo intensamente”.

SEGUNDA: “En el próximo combate tenía que hacer que los héroes de la Patria fuesen los del otro lado y no los míos… y eso se logra solo con un aceitado espíritu de cuerpo, en la lealtad que genera la confianza ciega en quien te manda y sobre todo con un entrenamiento duro pero carente de presiones sin sentido”.

TERCERA: “Ser soldado es una profesión de amor. A la Patria, a nuestra sociedad y sobre todo a nuestros subalternos, nadie da la vida por un egoísta, el soldado marcha a la guerra por el camarada que está a su lado y nada más importa, solo el amor entre hombres, al que llamamos camaradería, logra ese estado ideal. Así que me esmeré siempre en tener la mejor sección, la mejor compañía, los mejores cadetes, pero también los mejores comidos y vestidos, los primeros en salir franco, la justicia en los servicios del cuartel, la mejor sección de desfile, porque eso también gana voluntades y corazones. En definitiva, me esmeré en tener siempre los mejores. Y ahí descubrí que, si vivís intensamente cada día, disfrutás y vivís tu presente con alegría y das testimonio, vivís una vida digna de ser vivida, pues el Ejército somos todos y cada uno elige como escribir su historia; algunos pasan sin dejar huella, otros eligen ser protagonistas de ella, no hay culpables ante nuestras frustraciones… solo nosotros”.

“Pocos deben haber disfrutado la milicia como yo”, reveló Vilgré Lamadrid. ¿La fórmula? “Confiando solo en la divina providencia -afirmó- con profundos sentimientos cristianos y creyendo en los dictados de mi propia conciencia. Siempre que hubo que estar en un lugar de decisiones de combate, allí me llevó la suerte de las armas. Fui y soy un privilegiado sin duda y viví la vida que soñé… pero guarda, eso no es gratis tiene costos a veces dolorosos”.

COPAMIENTO A LA TABLADA

En el verano de 1989, fue copado el cuartel militar bonaerense de La Tablada por el Movimiento Todos por la Patria (MTP). Tras varias horas de combate, el ataque fue rechazado y dejó un saldo de 32 guerrilleros muertos, y nueve militares y dos policías, fallecidos.

Vilgré Lamadrid recibe el abrazo de sus camaradas.

“La vida de soldado activo que hoy finaliza -sostuvo Vilgré Lamadrid- puso muchas veces a prueba mi templanza; pero sin duda, después de Malvinas con el glorioso 6, el Regimiento de Patricios y ser Instructor en el Colegio Militar fueron los que me dieron las mayores satisfacciones. Con los Patricios volví a sentir la adrenalina y el temor del combate el día en que un grupo terrorista atacó a sangre y fuego el cuartel de La Tablada. Tres intensos días en los que conocí el horror, pero también viví los ejemplos de la vida simple de los valores del soldado en combate. Tenía en casa una esposa angustiada por mi vida, una pequeña recién nacida y un pequeño soldado de casi cinco añitos que me aguardaban, pero nuevamente la Patria estaba primero sin condicionamientos”.

“EXIGENCIAS DEL MANDO”

“También Patricios tiene un recuerdo que me viene a la mente con romanticismo. En épocas difíciles de los 80, cuando muchos oficiales superiores no estuvieron a la altura de las exigencias del mando y los más jóvenes solo confiábamos en quienes se habían ganado nuestra confianza, durante un levantamiento militar el Sargento D`Oro (con quien estuvimos en Malvinas) se me acercó y me dijo: ´Jefe, los ganchitos están nerviosos y no sé si los podremos contener´. Yo era solo un teniente en un cuartel que era un polvorín y no tenía claro quién era quien. Le dije que me llevé a hablar con ellos. Aún recuerdo estar en la terraza del cuartel y ver a 200 suboficiales armados esperando alguien que los lidere. No puedo evitar ver la imagen de ese jovencito que se creía adulto, en la oscuridad de la noche, hablándoles de que no veía clara la situación, que quería cuidar sus carreras y sus familias y que solo les pedía humildemente que confiasen en mí. Entretanto en la planta baja, encerrado con llave en su despacho, estaba quien debía ser el líder de ese regimiento histórico. Siempre me arranca una sonrisa ese recuerdo, más cuando un año después, vi desde el Colegio Militar en el noticiero a esos mismos suboficiales prisioneros, con muertos, heridos y carreras truncadas por falta del liderazgo que se exige en épocas tumultuosas”.

OTRAS MISIONES

“El Colegio Militar me permitió el honor de ´dejar huella´ haciendo docencia con los futuros oficiales siendo su maestro. Hoy mis cadetes han superado a ese maestro y esa es mi más grande satisfacción. Esos jóvenes hoy, día de mi partida, están empezando a ocupar puestos trascendentes en la conducción”.

“Queridos camaradas, familia, amigos disculpen lo largo y tedioso, ¡son 44 años! Y los recuerdos fluyen como torbellinos, es un día en que escapan de mi mochila de guerrero, podría seguir horas con mis relatos y contarles mis experiencias en la ex Yugoslavia durante las guerras de la independencia o en las arenas del Wadi-al-batin en Iraq, allá en tiempos de Saddam Husein, que me llenaron de recuerdos de esta vida que soñé vivir o de los ejercicios en Norteamérica soñando liberar del yugo terrorista a un país hermano. En Iraq, Croacia o adonde fuese, cuando al verme medio ´gringo´ me decían: ¿American? yo mostraba mi hombro y decía orgulloso: No, from Argentina”.

DEPARTAMENTO DE VETERANOS DE GUERRA

“Muchos años después de regresar de Malvinas me pregunté por qué Dios me había hecho regresar, cuál iba a ser mi misión y no hallaba la respuesta. Solo luego de una experiencia dolorosa, la encontré al llegar destinado al Departamento de Veteranos de Guerra del Ejército Argentino. Ahí vi como el Estado (no el Ejército) había abandonado a sus guerreros. Desde esa experiencia dolorosa estaba reservada la respuesta de por qué había regresado de la guerra. De allí salieron los Centros de Salud para Veteranos de Malvinas y para Familiares de Caídos. Pero seguimos cambiando paradigmas y fuimos más lejos, cambiamos la legislación y creamos las Juntas médicas para Veteranos de Malvinas; en 35 años se habían hecho injustas Juntas a 400 guerreros, en cinco años se hicieron miles. Cerré mis servicios a la Nación haciendo dos cosas: contando a mis paisanos quienes fueron los guerreros que conocí en Malvinas y como vocal del Ministerio de Defensa de la Comisión Nacional de Veteranos de Malvinas del Ministerio del Interior, cargo que increíblemente aún ostento. En síntesis, el final de mi carrera me mostró cuál había sido mi destino profesional y dio sentido al sacrificio”.

REFLEXIONES FINALES

En el final de su discurso, Vilgré Lamadrid expuso una serie de consejos desde su experiencia.

“No tengan miedo, vayan tras sus sueños sin importar su edad, ¡ellos te harán sentir vivo! No importa lo que planifiques o cómo lo hagas, porque aun cuando no lo entiendas o duela, vas a ocupar el lugar que debas ocupar y estar adonde debas estar, así está escrito. Vivan con intensidad, amen profundamente sus profesiones, sus familias, sus amigos, su Patria; yo elegí una profesión que solo es maravillosa para los que tienen verdadera vocación. Vivan, disfruten que la vida pasa rápido. A los que son soldados; por favor vistan su uniforme con orgullo, muéstrense como somos: guerreros, nuestros hermanos civiles no esperan una imagen complaciente sino una imagen de alguien dispuesto a morir por su Patria, nosotros ejercemos el monopolio de la violencia de la Nación en Armas, ¿por qué pretender lo que no somos para agradar a quienes nos deben conducir? De ellos solo queremos ser bien mandados en nuestra preparación para la guerra por nuestra soberanía y el bienestar de nuestros compatriotas. Deben comprender nuestro amor por la Bandera que será nuestra mortaja a la que como dice la madre Teresa ´hay que amar hasta que duela´. Doy gracias a mi Ejército y a mi Patria, se acabaron las salidas al terreno, las marchas agotadoras, el olor de la pólvora del combate; el viento golpeando la cara, el frío que cala los huesos, el sol que abrasa, la lluvia que bautiza. Vuelvo a la vida civil con mis pupilas llenas de imágenes de los valientes que conocí, de los que me enseñaron a ser mejor persona. Agradezco a Dios por quienes me acompañaron en el camino, camaradas, amigos y en especial a mi familia, a mi esposa, hijos, hermanas. Pido perdón si a alguien lastimé o no fui lo que esperaban, solo fui un soldado profundamente humano e imperfecto. Pido a Dios que los bendiga a todos. ¡Viva la Patria!”.