Opinión
Ucrania: ¿Un paso hacia la escalada?
En medio de los preparativos para el cambio de gobierno en Estados Unidos, ante las promesas de Trump de poner fin a la guerra en Ucrania “en 24 horas”, Joe Biden autorizó el uso de misiles según el New York Times y otros medios. De esta manera, Ucrania tendrá la capacidad para alcanzar objetivos, más profundos, dentro del territorio ruso. Una decisión controvertida e inusual para un presidente saliente y que, según informó el NYT, habría provocado "divisiones" entre los propios asesores de la Casa Blanca. Los temores de una escalada son más que fundados, baste recordar lo que dijo el presidente ruso Putin sobre esta eventualidad: "Si se adopta esta decisión, significará nada menos que la participación directa de los países de la OTAN, Estados Unidos y los países europeos en la guerra en Ucrania. Esta participación directa, obviamente, alterará significativamente la naturaleza misma de este conflicto”.
COMO AFECTA EL CAMIO
¿Cómo afecta este cambio al campo de batalla militarmente? ¿Se detendrá ahora el avance de Rusia en el este de Ucrania?
El permiso de los estadounidenses podría “significar un cambio de paradigma con consecuencias de gran alcance” para los próximos meses, afirman algunos expertos occidentales. Pero es muy importante considerar que los posibles efectos en el curso de la guerra dependen del alcance y la capacidad de los sistemas de armas utilizados.
Los informes de los medios estadounidenses indican que Biden, inicialmente, dio permiso para el sistema ATACMS en la versión de corto alcance con un alcance de 165 kilómetros. "Esto indica una operación en la zona de Kursk, entre otras cosas contra concentraciones de tropas rusas, y significaría que EE.UU. intenta permitir que Ucrania retenga los territorios rusos ocupados el mayor tiempo posible", afirman las fuentes occidentales. El objetivo final, y la esperanza en Occidente, de esta arriesgada autorización es que, dicen: "Esto mejoraría la posible posición negociadora de Ucrania y no conduciría necesariamente a una escalada, algo que Estados Unidos siempre ha evitado hasta ahora". De acuerdo con nuestro análisis esta opinión es cuestionable.
¿UN PASO HACIA LA ESCALADA?
Los ATACMS (Army Tactical Missile System) son misiles guiados de largo alcance con un alcance máximo de 300 km (no sería el caso de esta autorización). Diseñados por Lockheed Martin, los ATACMS se lanzan desde sistemas de artillería móviles como el sistema de lanzamiento múltiple de cohetes (MLRS) M270 y el sistema de lanzadores de artillería de alta movilidad M142 (Himars). Inicialmente se utilizarán contra las tropas rusas y norcoreanas en la región de Kursk, según fuentes citadas por el New York Times.
En otros análisis leemos: Aunque los mismos responsables citados admiten que "no esperan que esta medida altere radicalmente el curso de la guerra", no se descarta que Biden pueda permitir el uso de misiles estadounidenses para lanzar ataques no sólo en la región de Kursk , sino también en otros lugares. Radosław Sikorski, ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, se alegra en las redes sociales: “La entrada de soldados norcoreanos en el conflicto y el bombardeo masivo de misiles rusos recibieron una respuesta del residente Biden en un lenguaje que Putin entiende: la eliminación de las restricciones al uso de armas occidentales por parte de Ucrania. La víctima de un ataque tiene derecho a defenderse. La fuerza disuade, la debilidad provoca". Biden no está solo: según el Daily Mail, el primer ministro británico, Keir Starmer, se había declarado a favor de dar luz verde al uso de misiles Storm Shadow, del mismo modo que está a favor de dar el visto bueno al uso de misiles de largo alcance. Lo mismo que, como informó Le Figaro, también hizo el presidente francés, Emmanuel Macron.
EL OK DE LOS CONTRATISTAS
Antes de ceder el paso a Trump, la administración Biden está haciendo todo lo posible para apoyar a Kiev. Además de la aprobación de dispositivos de largo alcance, en los últimos días Estados Unidos ha dado luz verde al uso de contratistas militares estadounidenses en Ucrania. Según CNN, la administración estadounidense ha eliminado la prohibición, permitiendo al Departamento de Defensa contratar a particulares para el mantenimiento de vehículos en territorio ucraniano. Un funcionario del Pentágono precisó que los contratistas estarán lejos del frente y trabajarán exclusivamente en la reparación de equipos estadounidenses para permitir un rápido regreso a la batalla.
Mientras tanto, el secretario de Estado, Antony Blinken, durante una reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en Bruselas, prometió un mayor apoyo a Ucrania antes de que finalice el mandato de Biden. Un compromiso que la administración saliente, aparentemente, ha decidido respetar, cueste lo que cueste. ¿Quién se beneficia realmente con la guerra en Ucrania?
JP Morgan y Black Rock, junto con la consultora McKinsey & Company, están trabajando con el gobierno ucraniano para establecer un fondo de reconstrucción. El objetivo de este fondo es atraer inversiones significativas para reconstruir el país, que podrían costar entre 400.000 millones y 1 billón de dólares, según las estimaciones. Este fondo, conocido como Fondo de Desarrollo de Ucrania, utilizará un enfoque de “financiación combinada” para movilizar capital público y privado, centrándose en sectores prioritarios como la infraestructura, el clima y la agricultura.
La reciente asociación entre JP Morgan, Black Rock y Mc Kinsey & Company para reconstruir Ucrania pone de relieve la amarga ironía de la actual situación geopolítica. En un acuerdo que apunta a recaudar cientos de miles de millones de dólares para la reconstrucción de una Ucrania devastada por la guerra, estos gigantes financieros estadounidenses se posicionan ahora como los salvadores económicos de un país cuya destrucción, en parte, fue facilitada por políticas y acciones del sector financiero, mercado que ellos mismos han dominado y moldeado.
Estados Unidos, a través de sus políticas e intervenciones exteriores, tiene una larga historia de fomentar la inestabilidad en varias regiones del mundo. En el caso de Ucrania, la situación no es diferente. Desde el comienzo de la crisis ucraniana, los intereses estadounidenses fueron claros: debilitar a Rusia y ampliar la esfera de influencia occidental. La ironía se vuelve aún más evidente, cuando consideramos que muchas de las mismas instituciones financieras llamadas ahora a reconstruir Ucrania son las que se han beneficiado inmensamente de los conflictos armados y la desestabilización de los mercados globales.
Como bien lo sabemos en estas pampas, JP Morgan y Black Rock son entidades profundamente arraigadas en el sistema financiero global, y ambas tienen un historial de financiación de industrias militares y gobiernos que perpetúan conflictos. JP Morgan, por ejemplo, tiene una larga historia de participación en la financiación de guerras y regímenes autoritarios en todo el mundo. Black Rock, a su vez, como mayor gestor de activos del mundo, tiene participaciones en prácticamente todas las grandes empresas de defensa, que se benefician directamente de la producción de armas utilizadas en conflictos como el de Ucrania.
Esta dicotomía es alarmante: las mismas instituciones que financiaron la destrucción ahora son celebradas como líderes de la reconstrucción.
¿BIDEN SOCAVA EL TRABAJO DE TRUMP?
En estos días leemos en los medios occidentales algunas cosas como esta: “El presidente Trump recibió un mandato claro para poner fin a la guerra en Ucrania. Entonces, ¿qué hace Biden en sus dos últimos meses en el cargo? La situación se agrava enormemente. ¿Su objetivo es entregarle a Trump la peor situación posible? pregunta David Sacks, ex director de Pay Pal, fanático de Donald Trump y muy cercano a Elon Musk . ¿Es así, o se trata simplemente de un torpe intento de salvar las apariencias, cuando los expertos y los análisis coinciden en que el destino del conflicto ya está decidido para Kiev?
¿Y cuál será la reacción de Rusia ante la autorización de Joe Biden para lanzar armas de largo alcance? “Esta decisión de EE.UU. contrasta con la repetida amenaza de Putin de considerar el uso de sistemas de armas occidentales tan extensos en territorio ruso como una participación directa de los Estados de la OTAN en el conflicto y de reservarse el derecho a tomar contramedidas”, analiza el coronel Reisner. El argumento que el jefe del Kremlin ha esgrimido públicamente en repetidas ocasiones es que Ucrania no tiene capacidad técnica para programar objetivos y rutas y que una operación de este tipo sólo puede ser posible gracias a un país miembro de la OTAN. Repetimos: estas medidas son ¿Un paso hacia la escalada?
Nota al cierre de este artículo: La escalada anunciada del conflicto entre Ucrania y Rusia: Ataques con misil occidental a Rusia. El 19 de noviembre de 2024. La crisis entre Ucrania y Rusia ha alcanzado un nuevo nivel de tensión. Las fuerzas ucranianas han confirmado el uso de misiles balísticos ATACMS de fabricación estadounidense para atacar objetivos militares ubicados en la región rusa de Bryansk. Según fuentes oficiales en Kiev, la operación tuvo como objetivo infraestructuras estratégicas y causó importantes daños militares. En respuesta a la acción, el presidente ruso Vladimir Putin aprobó una actualización de la doctrina nuclear del país, introduciendo la posibilidad de utilizar armas nucleares en caso de ataques con misiles convencionales por parte de potencias nucleares. Las autoridades rusas también acusaron a Estados Unidos de brindar el apoyo necesario para el uso de misiles avanzados por parte de Ucrania, interpretándolo como una provocación directa. Y Rusia rápidamente contestó: Según The Economist: El lanzamiento de Oreshnik significa que las amenazas nucleares del Kremlin están aumentando. La prueba de combate del misil balístico de medio alcance Oreshnik en territorio de Ucrania fue “Mensaje estratégico” de Rusia para convencer a los países occidentales de que se abstuvieran de intensificar su participación en el conflicto ucraniano. La publicación señala que el “público objetivo” al que estaba dirigido el discurso del presidente ruso Putin era la administración del presidente electo estadounidense Trump, que “sólo está formando su enfoque hacia el conflicto”. Por lo tanto, Moscú advierte que bien podría aumentar las apuestas en respuesta a los esfuerzos militares de Kiev y Occidente. El uso mismo de Oreshnik se convirtió en "parte de una nueva era de operaciones militares que utilizan misiles".
COMO AFECTA EL CAMIO
¿Cómo afecta este cambio al campo de batalla militarmente? ¿Se detendrá ahora el avance de Rusia en el este de Ucrania?
El permiso de los estadounidenses podría “significar un cambio de paradigma con consecuencias de gran alcance” para los próximos meses, afirman algunos expertos occidentales. Pero es muy importante considerar que los posibles efectos en el curso de la guerra dependen del alcance y la capacidad de los sistemas de armas utilizados.
Los informes de los medios estadounidenses indican que Biden, inicialmente, dio permiso para el sistema ATACMS en la versión de corto alcance con un alcance de 165 kilómetros. "Esto indica una operación en la zona de Kursk, entre otras cosas contra concentraciones de tropas rusas, y significaría que EE.UU. intenta permitir que Ucrania retenga los territorios rusos ocupados el mayor tiempo posible", afirman las fuentes occidentales. El objetivo final, y la esperanza en Occidente, de esta arriesgada autorización es que, dicen: "Esto mejoraría la posible posición negociadora de Ucrania y no conduciría necesariamente a una escalada, algo que Estados Unidos siempre ha evitado hasta ahora". De acuerdo con nuestro análisis esta opinión es cuestionable.
¿UN PASO HACIA LA ESCALADA?
Los ATACMS (Army Tactical Missile System) son misiles guiados de largo alcance con un alcance máximo de 300 km (no sería el caso de esta autorización). Diseñados por Lockheed Martin, los ATACMS se lanzan desde sistemas de artillería móviles como el sistema de lanzamiento múltiple de cohetes (MLRS) M270 y el sistema de lanzadores de artillería de alta movilidad M142 (Himars). Inicialmente se utilizarán contra las tropas rusas y norcoreanas en la región de Kursk, según fuentes citadas por el New York Times.
En otros análisis leemos: Aunque los mismos responsables citados admiten que "no esperan que esta medida altere radicalmente el curso de la guerra", no se descarta que Biden pueda permitir el uso de misiles estadounidenses para lanzar ataques no sólo en la región de Kursk , sino también en otros lugares. Radosław Sikorski, ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, se alegra en las redes sociales: “La entrada de soldados norcoreanos en el conflicto y el bombardeo masivo de misiles rusos recibieron una respuesta del residente Biden en un lenguaje que Putin entiende: la eliminación de las restricciones al uso de armas occidentales por parte de Ucrania. La víctima de un ataque tiene derecho a defenderse. La fuerza disuade, la debilidad provoca". Biden no está solo: según el Daily Mail, el primer ministro británico, Keir Starmer, se había declarado a favor de dar luz verde al uso de misiles Storm Shadow, del mismo modo que está a favor de dar el visto bueno al uso de misiles de largo alcance. Lo mismo que, como informó Le Figaro, también hizo el presidente francés, Emmanuel Macron.
EL OK DE LOS CONTRATISTAS
Antes de ceder el paso a Trump, la administración Biden está haciendo todo lo posible para apoyar a Kiev. Además de la aprobación de dispositivos de largo alcance, en los últimos días Estados Unidos ha dado luz verde al uso de contratistas militares estadounidenses en Ucrania. Según CNN, la administración estadounidense ha eliminado la prohibición, permitiendo al Departamento de Defensa contratar a particulares para el mantenimiento de vehículos en territorio ucraniano. Un funcionario del Pentágono precisó que los contratistas estarán lejos del frente y trabajarán exclusivamente en la reparación de equipos estadounidenses para permitir un rápido regreso a la batalla.
Mientras tanto, el secretario de Estado, Antony Blinken, durante una reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en Bruselas, prometió un mayor apoyo a Ucrania antes de que finalice el mandato de Biden. Un compromiso que la administración saliente, aparentemente, ha decidido respetar, cueste lo que cueste. ¿Quién se beneficia realmente con la guerra en Ucrania?
JP Morgan y Black Rock, junto con la consultora McKinsey & Company, están trabajando con el gobierno ucraniano para establecer un fondo de reconstrucción. El objetivo de este fondo es atraer inversiones significativas para reconstruir el país, que podrían costar entre 400.000 millones y 1 billón de dólares, según las estimaciones. Este fondo, conocido como Fondo de Desarrollo de Ucrania, utilizará un enfoque de “financiación combinada” para movilizar capital público y privado, centrándose en sectores prioritarios como la infraestructura, el clima y la agricultura.
La reciente asociación entre JP Morgan, Black Rock y Mc Kinsey & Company para reconstruir Ucrania pone de relieve la amarga ironía de la actual situación geopolítica. En un acuerdo que apunta a recaudar cientos de miles de millones de dólares para la reconstrucción de una Ucrania devastada por la guerra, estos gigantes financieros estadounidenses se posicionan ahora como los salvadores económicos de un país cuya destrucción, en parte, fue facilitada por políticas y acciones del sector financiero, mercado que ellos mismos han dominado y moldeado.
Estados Unidos, a través de sus políticas e intervenciones exteriores, tiene una larga historia de fomentar la inestabilidad en varias regiones del mundo. En el caso de Ucrania, la situación no es diferente. Desde el comienzo de la crisis ucraniana, los intereses estadounidenses fueron claros: debilitar a Rusia y ampliar la esfera de influencia occidental. La ironía se vuelve aún más evidente, cuando consideramos que muchas de las mismas instituciones financieras llamadas ahora a reconstruir Ucrania son las que se han beneficiado inmensamente de los conflictos armados y la desestabilización de los mercados globales.
Como bien lo sabemos en estas pampas, JP Morgan y Black Rock son entidades profundamente arraigadas en el sistema financiero global, y ambas tienen un historial de financiación de industrias militares y gobiernos que perpetúan conflictos. JP Morgan, por ejemplo, tiene una larga historia de participación en la financiación de guerras y regímenes autoritarios en todo el mundo. Black Rock, a su vez, como mayor gestor de activos del mundo, tiene participaciones en prácticamente todas las grandes empresas de defensa, que se benefician directamente de la producción de armas utilizadas en conflictos como el de Ucrania.
Esta dicotomía es alarmante: las mismas instituciones que financiaron la destrucción ahora son celebradas como líderes de la reconstrucción.
¿BIDEN SOCAVA EL TRABAJO DE TRUMP?
En estos días leemos en los medios occidentales algunas cosas como esta: “El presidente Trump recibió un mandato claro para poner fin a la guerra en Ucrania. Entonces, ¿qué hace Biden en sus dos últimos meses en el cargo? La situación se agrava enormemente. ¿Su objetivo es entregarle a Trump la peor situación posible? pregunta David Sacks, ex director de Pay Pal, fanático de Donald Trump y muy cercano a Elon Musk . ¿Es así, o se trata simplemente de un torpe intento de salvar las apariencias, cuando los expertos y los análisis coinciden en que el destino del conflicto ya está decidido para Kiev?
¿Y cuál será la reacción de Rusia ante la autorización de Joe Biden para lanzar armas de largo alcance? “Esta decisión de EE.UU. contrasta con la repetida amenaza de Putin de considerar el uso de sistemas de armas occidentales tan extensos en territorio ruso como una participación directa de los Estados de la OTAN en el conflicto y de reservarse el derecho a tomar contramedidas”, analiza el coronel Reisner. El argumento que el jefe del Kremlin ha esgrimido públicamente en repetidas ocasiones es que Ucrania no tiene capacidad técnica para programar objetivos y rutas y que una operación de este tipo sólo puede ser posible gracias a un país miembro de la OTAN. Repetimos: estas medidas son ¿Un paso hacia la escalada?
Nota al cierre de este artículo: La escalada anunciada del conflicto entre Ucrania y Rusia: Ataques con misil occidental a Rusia. El 19 de noviembre de 2024. La crisis entre Ucrania y Rusia ha alcanzado un nuevo nivel de tensión. Las fuerzas ucranianas han confirmado el uso de misiles balísticos ATACMS de fabricación estadounidense para atacar objetivos militares ubicados en la región rusa de Bryansk. Según fuentes oficiales en Kiev, la operación tuvo como objetivo infraestructuras estratégicas y causó importantes daños militares. En respuesta a la acción, el presidente ruso Vladimir Putin aprobó una actualización de la doctrina nuclear del país, introduciendo la posibilidad de utilizar armas nucleares en caso de ataques con misiles convencionales por parte de potencias nucleares. Las autoridades rusas también acusaron a Estados Unidos de brindar el apoyo necesario para el uso de misiles avanzados por parte de Ucrania, interpretándolo como una provocación directa. Y Rusia rápidamente contestó: Según The Economist: El lanzamiento de Oreshnik significa que las amenazas nucleares del Kremlin están aumentando. La prueba de combate del misil balístico de medio alcance Oreshnik en territorio de Ucrania fue “Mensaje estratégico” de Rusia para convencer a los países occidentales de que se abstuvieran de intensificar su participación en el conflicto ucraniano. La publicación señala que el “público objetivo” al que estaba dirigido el discurso del presidente ruso Putin era la administración del presidente electo estadounidense Trump, que “sólo está formando su enfoque hacia el conflicto”. Por lo tanto, Moscú advierte que bien podría aumentar las apuestas en respuesta a los esfuerzos militares de Kiev y Occidente. El uso mismo de Oreshnik se convirtió en "parte de una nueva era de operaciones militares que utilizan misiles".