Ucrania: ¿quién está ganando la guerra?

Para empezar veamos cómo es la situación general en el campo de batalla:
* Las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa (FAFR) continúan regularmente sus avances y han logrado ganancias territoriales de alrededor de 200 km2 en los últimos días.
* Las Fuerzas Armadas de Ucrania (FAU) mantienen una actitud firme de sus sistemas de defensa e intentan realizar limitados contraataques locales.
* La FAU llevó a cabo algunos ataques en las profundidades rusas contra infraestructuras, no determinantes para el desarrollo de las operaciones, principalmente en las provincias de Kursk y Bryansk.
* Las FAFR continuaron sus ataques diarios en profundidad, apuntando principalmente infraestructuras de energía y calefacción.
* Rusia lanzó por primera vez el 21/11 un misil balístico experimental (IRBM), sin carga, llamado Orechnik contra una fábrica de armas en Dnipro.
* Frente Noreste (óblasts de Járkov y Sumy): las FAFR avanzan lentamente y continúa su esfuerzo por reducir la bolsa de Soudja para apoderarse de este nodo logístico y aislar a la FAU.
* Frente Oriental (óblasts de Lugansk): las FAFR avanzan en Koupiansk y Chasiv Yar.
* Frente Sur (óblasts de Donetsk y Zaporizhia): las FAFR avanzan en los sectores de Pokrovsk, Kourakhove y Andriivka haciendo un esfuerzo en el decisivo sector logístico de Kostiantynopil.

INTERPRETACION ESTRATEGICA
En estos momentos, para el desarrollo del conflicto europeo, nos encontramos en un estado de ánimo de miedo creado por las decisiones de los actores. Todo está relacionado con los acontecimientos de la semana pasada. El detonante fue el permiso de la administración estadounidense para el uso de armas de largo alcance contra objetivos en territorio ruso.
Pero lo que no se dice claramente, la liberación del uso de esos misiles, sólo se ha realizado para la zona de Kursk. Aliados europeos, como Gran Bretaña y Francia han hecho lo mismo, permitiendo a Ucrania disparar misiles de crucero Storm Shadow contra un cuartel general ruso en el área de Kursk.
Al mismo tiempo, hemos visto una escalada de medidas por parte de Rusia. También hay algunas acciones contribuyentes en esta ‘Guerra sin restricciones’, como cortar dos cables submarinos en el Mar Báltico. Luego, hay otros acontecimientos en los que no está claro si se utilizó una guerra híbrida, por ejemplo, hubo irregularidades en dos centrales nucleares finlandesas o en el sistema informático de British Airways. Lo más destacado fue el lanzamiento del nuevo tipo de misil hipersónico ruso de medio alcance.

¿HABRA UN RETORNO?
Como dijimos la semana pasada, estamos viendo una escalada nuevamente
. Para darnos una idea, podemos imaginarlo como un juego de ajedrez: un lado hace un movimiento, el otro responde a ese movimiento. Se intensifica lentamente, subiendo la escalera paso a paso, pero todo sigue controlado y es racional. El objetivo es escalar y luego disminuir nuevamente. Ahora hay nuevamente una escalada gradual en ambos lados. La pregunta es: ¿habrá un retorno al siguiente nivel inferior o hacia arriba?
La administración Biden decidió aumentar las apuestas al autorizar a Ucrania a utilizar Atacms para atacar objetivos al otro lado de la frontera. Pero hay que tener en cuenta que los objetivos no son determinantes para lograr torcer la suerte actual de la guerra: ninguna base aérea estratégica rusa, ningún centro neurálgico, sólo unos pocos objetivos tácticos. Entonces, ¿por qué arriesgarse a otra escalada nuclear con Moscú? Quizás para ponerle otro parche al conflicto más “útil” de los últimos años. ¿Útil para quién?
Desde Washington el panorama es claro: Biden quiere dejar una última huella antes de que caiga el telón de su presidencia y, quizás, del conflicto mismo. Zelensky se las arregla, de todos modos, con la habitual diplomacia esquizofrénica: un día pide la paz para 2025, al día siguiente quiere "atacar a Rusia". Y entretanto Estados Unidos sigue enviando armas, mientras Europa, que ahora está rozando el fondo del barril, observa en silencio. Quizás también por ello el debate sobre el suministro militar se ha convertido en una pantomima diplomática más: Alemania e Italia, por ejemplo, se niegan a enviar misiles de largo alcance como el Taurus, oficialmente porque "exigirían la presencia de soldados en el campo"... extraoficialmente, porque no quieren verse directamente involucrados en la voladura del Kremlin.

EL GATO Y EL RATON
Mientras tanto, Putin juega al habitual juego del gato y el ratón: actualiza la doctrina nuclear rusa para "adaptarla" a la situación y deja que Dmitry Medvedev haga el papel del policía malo, evocando apocalípsis atómicos y una "tercera guerra mundial", tal vez concretado con el nuevo misil balístico intercontinental Oreshnik.
Mike Adams, profesor de física e investigador científico, nos anuncia en la web: “Hasta ahora, casi nadie en Occidente entiende qué es el sistema de armas Oreshnik, que acaba de demostrar Rusia. Felicitaciones a Theodore Postol, Scott Ritter y Brian Berletic, las únicas tres personas que he encontrado que lo entienden. Calculé la energía cinética de las submuniciones (usando estimaciones de masa) y examiné lo que se sabe actualmente sobre estas armas. ¿Mi conclusión? Occidente no tiene idea de a qué se enfrenta” (en otro artículo continuaremos con este tema).

AGITAR FANTASMAS
Desde el otro bando también agitan fantasmas: “El excomandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeri Zaluzhny, sostuvo que la implicación directa de los aliados autocráticos de Rusia en su enfrentamiento con Ucrania marca el inicio de la Tercera Guerra Mundial. ¿Estamos ante la Tercera Guerra Mundial? Y nos dice :“Creo que en 2024 podemos estar absolutamente seguros de que ha comenzado la Tercera Guerra Mundial”, afirmó Zaluzhny, actual representante de Ucrania en el Reino Unido, durante su intervención en la ceremonia de entrega de los premios UP100 de Ukrainska Pravda”.
Por su parte, el Kremlin sigue vendiendo gas y petróleo a precios inflados, mientras Europa, entre un embargo y otro, se ha hundido en la peor crisis energética de su historia. ¿El gas ya no procede de Rusia? Bien, pero el resultado es que las empresas europeas cierran, los consumidores pagan el triple y el precio del gas se dispara cada vez que Biden enciende un nuevo misil.
Con respecto al gas barato, esta semana reapareció Angela Merkel, la excanciller alemana. En la BBC nos dicen: “Si Angela Merkel no hubiera bloqueado la entrada de Ucrania a la OTAN en 2008, la guerra de Rusia en ese país habría comenzado antes”. Eso es lo que le dijo a la BBC durante una entrevista, en la que también insistió en que los acuerdos de gas que suscribió con Rusia tenían como objetivo ayudar a las empresas alemanas y mantener la paz con Moscú.
Bajo la dirección de Merkel, Alemania y sus grandes industrias ávidas de energía se volvieron dependientes de Moscú y, para ello, Alemania construyó dos gasoductos conectados directamente con Rusia. El presidente Zelensky describió ese gas barato como una herramienta geopolítica del Kremlin. La dirigente alemana le dijo a la BBC que tuvo dos motivos para construir los gasoductos, por un lado los intereses comerciales alemanes y también, por el otro, mantener vínculos pacíficos con Rusia.
Lo cierto es que hoy la industria alemana se ha visto desproporcionadamente afectada por las sanciones a la energía rusa. Y también casi toda Europa, obligada a buscar otros proveedores, hoy los integrantes de la UE están comprando gas natural licuado caro. Las empresas dicen que están paralizadas por los costos.
¿Y Zelenski? Entre declaraciones contradictorias y una soberanía ahora reducida a la sombra, el presidente ucraniano se ha convertido en una pieza de un tablero de ajedrez donde el único objetivo parece ser no perder terreno frente a Moscú, a costa de sacrificar a todo el país. Es increíble hoy pensar que, en abril de 2022, ya había un acuerdo de paz: mediado por Turkiye (que, como hemos dicho en esta columna, fue petardeado por el inefable Boris Johnson y el Reino Unido) que preveía una Ucrania neutral, la retirada rusa de Kiev y una autonomía acordada para Donbass. Pero entonces, entre una sugerencia angloamericana y un "tenemos que desgastar a Putin", todo se esfumó.
 

¿NADIE GANA?
La pregunta sigue siendo: ¿quién está ganando esta guerra? Ucrania ciertamente no, ni Europa. ¿Estados Unidos? Quizás, pero sólo a corto plazo. ¿Y Rusia? Quizás, pero a un costo muy elevado. En este juego global, el único resultado seguro es que nadie gana realmente. Excepto, quizás, los que siguen vendiendo gas, armas e ilusiones.
Mientras comentaba estas líneas con un colega, muy acertadamente me hace esta reflexión que me pareció interesante compartir con ustedes: “Mira, hoy por hoy esto es un gran agujero negro de gente y recursos y un juego de suma, cien para todos. Probablemente nadie gane nada, ni siquiera los ingleses, que van a perder su isla a manos de los hindúes y musulmanes”.