Mirador político

Tres paradojas

Una de las rarezas del proceso electoral en curso consiste en paradojas que contradicen las reglas políticas más consolidadas. La primera es que el oficialismo triunfante en las urnas hace apenas un año y en su punto más alto de apoyo popular se ve sacudido por una interna feroz.

Esto ocurre porque el liderazgo natural de Javier Milei -producto de su condición de presidente y del éxito de su plan de estabilización- es desafiado por Mauricio Macri. Los que debían estar haciendo la cuenta de las bancas que pueden ganar en octubre dan el espectáculo de un enfrentamiento que a esta altura parece haber pasado el punto de no retorno.

La muestra más clara del calibre de los proyectiles que se intercambian se dio en las últimas horas. Milei le birló a Macri nada menos que al presidente del bloque de senadores nacionales, Luis Juez, y Macri le contestó con un comunicado partidario calificándolo de autoritario con un circunloquio nada sutil.

PRIMERA PARADOJA

La primera paradoja reside, entonces, en que al mismo tiempo en que los oficialistas intercambian mandobles todos los días, en la oposición, liderada por Cristina Kirchner, que llevó el peronismo a la peor derrota de su historia, prevalece la paz de los cementerios. Nadie, salvo tímidamente Axel Kicillof, se anima a alzar la voz pidiendo el volantazo que evite otro choque frontal con la realidad. CFK juega a mantener el control del conurbano, lo demás no parece de su incumbencia.

SEGUNDA PARADOJA

La segunda paradoja está en el cambio de roles. Macri, que llegó al poder invitando a todos a estar Juntos por el Cambio, ahora se aferra al “statu quo”. Ni juntos, ni cambio. Quiere mantener el control de la burocracia política que armó en CABA a la manera de cualquier político tradicional del PJ, la UCR o la izquierda. Es a la CABA lo que Cristina Kirchner a la provincia.

Que Macri tuvo una visión limitada del cambio lo puso en claro Patricia Bullrich al afirmar hace unas horas que el protocolo antipiquetes que le permitió terminar con el caos en las calles ya se lo había presentado al fundador del PRO cuando era presidente, pero que se quedó “sola” porque nadie la respaldó. Contrastó esa situación con el apoyo recibido de Milei.

TERCERA PARADOJA

La tercera paradoja consiste en que el plan de estabilización más exitoso de la democracia (más que la convertibilidad porque su base es el superávit fiscal) se hizo sin oficialismo (y, dicho sea de paso, sin ley de presupuesto), porque nadie quería hacerse cargo de su costo político. Ahora el Presidente en funciones debe armar un oficialismo desde el poder, pero con la oposición de Macri.

Lo más sorprendente no es, sin embargo, que el expresidente se haya convertido en una inesperada amenaza para la reducción del gasto público, el recorte de la emisión monetaria o del superávit fiscal, sino que con más del 60% de imagen negativa desafíe a Milei que tiene más del 50% de positiva.

Bajo estas circunstancias poco habituales, la clave de la elección de octubre pasa por la pulseada entre Milei y Macri, cuyo resultado las encuestas ya adelantan. No hay retórica de unidad que valga, sólo persiste la incógnita de si el expresidente se anima a romper.