Siete días de política

Tres desafíos para el gobierno: el dólar, el Congreso y la CGT

Resultados dispares para Milei en el inicio de la campaña. Con dólares del FMI levantó el cepo y evitó una devaluación brusca. Pero el peronismo lo derrotó en el Congreso y le armó otro paro

La campaña comenzó a presionar sobre el plan económico en su punto más frágil, la falta de dólares, y llegó a instalar un clima de incertidumbre al que también aportó la volatilidad global generada por la guerra de tarifas entre los Estados Unidos y China.

En ese marco los dólares libres se consolidaron alrededor de los $1.350 y el riesgo país volvió a tocar los mil puntos. Nada parecido a una corrida, pero suficiente para sembrar desconfianza. En pocas palabras, un ataque directo a los principales logros del gobierno: “pax cambiaria” e inflación a la baja. El viernes se supo que esta última había alcanzado en marzo el 3,7%.

Como los problemas de dólares se resuelven con dólares, Luis Caputo la pasó mal inicialmente, aunque nunca perdió el rumbo, ni el control del mercado. Pero la situación se acercaba a un punto peligroso cuando apareció el FMI (pronúnciese Donald Trump) en auxilio de las reservas del Central. Y lo hizo de manera contundente: préstamos inmediatos por US$ 15.500 millones y un total de US$23.100 millones para 2025. El problema de los dólares dejó de serlo, lo que otorga una ventaja sustancial al oficialismo en la carrera electoral (ver “Para el club de devaluadores”). Un conejo sacado a tiempo de la galera.

A esta jugada se agregó el anuncio de que Scott Bennet, secretario del Tesoro norteamericano, se presentará también mañana en Buenos Aires para dar otra señal de apoyo el equipo económico. No faltó tampoco el comunicado de la embajada de los Estados Unidos con un respaldo sin antecedentes para el plan de ajuste de un gobierno argentino. Más señales, imposible.

Así, la alianza construida por MIlei con Donald Trump tuvo finalmente efectos palpables que justificaron cada milla volada por el presidente al Hemisferio Norte. Tuvo además resultados colaterales sorprendentes: Argentina prorrogó el “swap” con China sin que sonara ni el rumor de un reproche desde la Casa Blanca.

El impacto macroeconómico de la maniobra por sorpresa de Milei-Caputo recién podrá evaluarse en las próximas semanas. El político, en cambio, pudo verificarse de inmediato. El peronismo la calificó de devaluación aun antes de ver las pizarras del lunes, mientras que con mayor realismo Mauricio Macri, el más peligroso rival del presidente, no tuvo otro remedio que aplaudir y resignarse: “Hay que seguir acompañando”, admitió.

La verdad definitiva la dirá como siempre el mercado, aunque existen también otros escenarios en los que la verdad es más elusiva y hasta más volátil que en Wall Street: el Congreso. Allí las buenas o malas noticias para el presidente dependen de acuerdos con los gobiernos provinciales que generan mayorías transitorias. El martes se armó una en contra de Milei que creó una comisión investigadora del token Libra.

El motivo de ese revés para el oficialismo es conocido: diputados de provincias que “dialogan” habitualmente con la Casa Rosada votaron junto al kirchnerismo, la izquierda y el radicalismo “K”. Por lo contrario, el último efecto que tendrá ese revés parece incierto, por múltiples razones.

En primer lugar, la cuestión está lejos de ocupar un lugar prioritario en la agenda de la sociedad que la ve como una pelea entre políticos. En segundo, los que acusan de presunta corrupción a Milei son mucho menos creíbles que el acusado. En tercero, las comisiones investigadoras de los últimos 40 años (desde la de la Italo hasta la del ARA San Juan) no averiguaron nada; sólo sirvieron para propalar denuncias tan falsas como escandalosas. Circo sin pan.

La oposición pretende instilar en el electorado la idea de que el presidente intentó ganarse unos dólares con una torpe estafa por “Twitter” perpetrada ante los ojos de todo el planeta; que es un simple descuidista que, en lugar de andar revoleando bolsos por los conventos, se dedica a buscar incautos por internet. La falta de imaginación de los “investigadores” es solo superada por la precariedad de sus argumentos.

El último desafío de la semana fue para el gobierno el paro de la CGT que tuvo el mismo resultado que los dos anteriores: cero. El sindicalismo peronista practica ese anacronismo en los tiempos del cuentapropismo, el teletrabajo, el desempleo y los bajos salarios como lo hizo a la largo de su historia contra cualquier gobierno que no fuese peronista. Una estrategia agotada que hoy sólo tiene el apoyo de los empleados públicos y de la burocracia sindical que perdió poder por no defender a los trabajadores que se empobrecieron durante los largos gobiernos peronistas.

La corporación sindical, como la política, tiene nula capacidad de adaptación a las nuevas demandas sociales. De eso tratará la campaña, en la que el principal objetivo de Milei consistirá en derrotar las presiones combinadas del dólar, el Congreso y la CGT peronista.