Transiciones sexuales: ¿qué hay detrás del incremento de la disforia de género?

Desde hace unos días, posterior al discurso dado por el presidente Javier Milei en el Foro de Davos el 23 de enero último, la sociedad se encuentra en un fuerte debate respecto a los temas allí abordados y particularmente los relativos a la identidad y al género. Una nota de hace unos días en el periódico The Guardian comentaba un estudio que señala el incremento en Inglaterra de la detección de los casos referidos por médicos generalistas de disforia de género, según la terminología actual. El dato “duro”, como se usa decir actualmente, era que la incidencia de casos referidos para tratamiento había pasado de 1/60.000 en 2011 a 1/1.200 en 2021. Como diría Russell, en ciencia solo preste atención a los datos concretos y este parece ser uno muy fuerte o sorprendente. El trabajo referido en el periódico era el de Dorna y colaboradores realizado sobre casuística en médicos de atención primaria (Epidemiology of gender dysphoria and gender incongruence in children and young people attending primary care practices in England: retrospective cohort study). 
En el que alertaban sobre la necesidad de detectar y abordar de manera adecuada estos casos y no pasarlos simplemente a los tratamientos de cambio de sexo, dados los altos niveles de trastornos de ansiedad, depresión y actos autoagresivos, encontrados en esa población. La nota periodística señalaba que lo interesante del artículo era que había sido realizado sobre estadística de servicios de atención primeria y no aquellos específicos a servicios de referencia en identidad de género. Esto nos lleva a la referencia directa a estos últimos, que es el llamado “Reporte Cass”. 
Este informe se trata de la conclusión luego de años de estudio de un trabajo encargado a la Dra. Hillary Cass, pediatra, actuando de manera independiente de los servicios a evaluar y que fuera finalmente publicado en abril del año pasado en el que se realizó la que es considerada como la revisión más extensa hasta el momento de los tratamientos indicados a niños que eran enviados a servicios especializados en temas de género. ("Independent Review of Gender Identity Services for Children and Young People”). Este trabajo ya había tenido un informe preliminar en 2022. Quizás sea necesario recordar o insistir que este informe, fue realizado de manera independiente a asociaciones o grupos dedicados específicamente a la temática, o intereses de otro tipo, planteo la necesidad de cautela y especialmente la necesidad en dejar de lado cuestiones ideológicas y centrarse solo en la evidencia científica, tal como decía Russell. 
Lo interesante es que el estudio de Dorna sobre servicios de atención primaria, llega a la misma conclusión que este reporte: es necesario el estudio cuidadoso de un tema de mucha complejidad, evitando simplificaciones. Pero abordan o previenen sobre un tema muy concreto y son las intervenciones médicas que no estén claramente justificadas y evaluando todos los riesgos y la situación específica de cada persona. Así por ejemplo señalan que el uso de cierto tipo de tratamientos, como los bloqueadores hormonales, está lejos de ser una evidencia incontrastable, y la extrema cautela y estudio en relación entre otros a las etapas evolutivas, de realizar intervenciones quirúrgicas irreversibles. En el informe se insiste también en no indicar tratamientos basándose solo en la afirmación de los niños y/o de los padres, a la que llaman política de la “afirmación”, es decir llegar a la conclusión rápida porque se ha recibido y reiterado el pedido, pero sin realizar estudios en profundidad, acto que responde a presiones de grupos o aun más grave a convicciones personales de los directores de algunos centros de referencia, por considerar a priori que la demanda indicaba la veracidad o la necesidad de proceder en consecuencia. 
Posteriormente a este informe final, en el que expresaba por ejemplo estás conclusiones, la Dra. Cass comenzó a sufrir muchos ataques por parte de diversos grupos e inclusive una campaña en contra durante y posterior a su exposición en el Parlamento británico. La autora, en particular en cuanto al episodio del Parlamento, consideró que se estaba orquestando una intencional campaña de desinformación. Un artículo reciente de David Bell psiquiatra británico y ex presidente de la asociación psicoanalítica británica, señala en defensa de la Dra. Cass, la necesidad de la vuelta a la racionalidad y a la evidencia. Habla de extremos de un péndulo y la necesidad de volver a cierto equilibrio entre extremos. Quizás esa sea una de las claves: la desinformación.
Cass y su equipo en su informe evaluaron un total de 103 trabajos científicos seleccionados, y llegan a una conclusión quizás sorprendente a quizás no, el 2% de ellos eran de alta calidad científica y el 98% llegan a conclusiones difícilmente sustentables dentro de la lógica científica, no así de otras miradas. Es decir, había un fuerte sesgo ideológico y escasa información comprobable, o ponderaban algunos datos, dando menor importancia a otros. 
El tema es evidente no está siendo considerado como lo que implica un gran cambio de paradigma sobre el cual hay que aportar la mayor cantidad de datos reales y comprobable, sino una lucha ideológica. Esto se está viendo en todos los niveles y temas relacionados a este. Así en la misma bolsa de la identidad de género entró la pedofilia, termino usando ligera y difusamente y en concreto el abuso sexual infantil.
Mientras escribo esta nota el gobierno intenta negar, o decir que los dichos del presidente en Davos fueron “descontextualizados”, “editados” maliciosamente, sin embargo, el mismo puede o podía ser encontrado en la página de la casa rosada o en diversos sitios de internet. 
En respuesta a este discurso, una multitud de opiniones declaradamente legas, con la certeza que da el desconocimiento, o de “expertos” que hacían recordar a los de la pandemia, afirmaban con convicción autorreferencial opiniones y citas de todo tipo. En este marco, se citan “trabajos científicos”,  por parte de comentaristas o panelistas que en realidad expresaban su opinión ideológica, anteponiendo la frase  “esto no es opinión, es dato” (agregando el término “duro”, para ejemplificar que el mismo era inapelable) y aportan números estadísticos inverificables, sobre esa Biblioteca de Babel de temas. Y aquí vuelve la pregunta: ¿qué hay detrás de todas las posturas y opiniones de “expertos” sobre el tema?, pero más precisamente: ¿qué hay detrás de esa multitud de opiniones que descubren un tema muy específico, pero del cual ahora todos saben? 
Uno de los problemas en ese reduccionismo que el discurso del presidente tuvo la extraña capacidad de generar, es que al plantear un opuesto extremo y carente de todo sustento y evidencia científica, es que salieron a la luz, un variedad de planteos, de extremos opuestos, que en realidad respondían a intereses sectarios de todo tipo, pero ¿cuáles? ¿Quiénes emitían sus opiniones son conscientes de la implicancia y consecuencia en la realidad de sus dichos? Así se agolpaban cifras, por supuesto agregado la palabra porcentaje por detrás, como fantasía de certeza por expresar porcentuales, sin ninguna fuente referida cierta o explicando cuál era la metodología seguida o la población de referencia etc., en realidad ejercitando la falacia de autoridad, “ad verecundiam”, en la cual cada uno se auto percibe (ya que parece ser el signo de los tiempos, no ser sino sentirse) como la persona con el prestigio y la base de formación necesaria.
Sin embargo, el tema está lejos de ser simple y tener respuestas ciertas y es lo que advierten los informes de los reales expertos, que tienen la modestia de creer en la necesidad de fundamentar y sostener algo, y en particular, saber de lo que hablan por trabajar desde hace décadas sobre el tema. El llamado del informe Cass y otros tantos, es a entender que el tema es de una extrema complejidad, que afecta a personas extremadamente vulnerables, en las cuales la incidencia de enfermedades mentales por diversas causas de las cuales unos darán unas y otros razones opuestas, es muy alta y por eso hay que proceder con extrema cautela. 
Los casos de “arrepentimiento”, algunos de ellos con un final trágico, deben indicar la necesidad de salir de la esfera de la lucha de poder, y pensar en las personas y al mismo tiempo preguntarse cuales son los intereses por detrás de un tema tan delicado. La guerra cultural o ideológica debe estar muy detrás del interés por el bien de las personas implicadas y no ser éstos la víctima ofrendada al altar del cambio cultural. 
Quizás una de las líneas a seguir sea empezar a conocer las adjudicaciones de fondos a estructuras que realizan estos tratamientos o el incremento de centros de manera aun más exponencial que la referida al inicio.
Seguiremos con un tema de múltiples aristas.