Theo Adam falleció en Dresden la semana pasada, a los noventa y dos años. Figura consular del teatro lírico alemán, luego de integrar un coro de niños, debutó a los veintitrés en la ópera de su ciudad (el Ermitaño, de "Freischütz", papel que reeditó en la reapertura de la Semper Oper, destruida por los bombardeos aliados, en 1985).
En 1952, poco después de concluida la guerra en la que participó como miembro del ejército, Wieland Wagner lo convocó para integrarlo al "nuevo Bayreuth", en cuyo tinglado se presentó a partir de entonces nada menos que en veintiocho temporadas (Sachs, Gurnemanz, el Holandés, Pogner, el jabonero Hermann Ortel, Wotan, Titurel, Amfortas, el Rey Enrique).
Con Böhm fue Ochs en Salzburgo ("El caballero de la rosa"), en el Met fue Sachs ("Los maestros cantores de Nürenberg") y a lo largo de una carrera que se extendió hasta 2006, asumió más de cien partes de Verdi, Moussorgsky, Haendel, Mozart, Berg, Beethoven, Schubert, Berio y Cerha (intervino en los estrenos mundiales de "Un ré in ascolto" y "Baal").
Bajo-barítono de gran autoridad escénica, liederista, regisseur, publicista (sus memorias, "Cincuenta años de canto en todo el mundo" aparecieron en 1999), intérprete de oratorios (Bach, Mendelssohn), estuvo a lo largo del tiempo estrechamente vinculado con la ópera del Estado, de Berlín, y fue distinguido por los gobiernos de Austria y de Alemania (en ambos países era KammersŠnger).
Con registro amplio y cálido, de nobles líneas y muy bien manejado, conservado en numerosas grabaciones, Adam cantó en el Colón una sola ópera: personificó a Amfortas en la legendaria versión de "Parsifal" que condujo Erich Leinsdorf en 1969, con Wolfgang Windgassen y Regine Crespin, Franz Crass y Víctor de Narké.