Tan opuestos y complementarios
Juan Isola y Emilia Claudeville se lucen en ‘Reverso’, dirigidos por Matías Feldman. Junto a Carla Peterson, Marco Antonio Caponi, Nicolás García Hume y Diego Cremonesi protagonizan esta comedia basada en la realidad virtual. Comparten sus sensaciones.
Las ciencias naturales’, de Mariano Tenconi Blanco; ‘La madre del desierto’, de Ignacio Bartolone; ‘La liebre y la tortuga’ de Ricardo Bartis, son algunas de las obras que forman parte de la prolífica carrera de Juan Isola, todo un referente del teatro under. En cambio, el currículum de Emilia Claudeville es un poco más heterogéneo: entre sus trabajos no sólo figura el de actriz sino también el de bailarina, modelo y panelista televisiva, rol que le otorgó popularidad a su paso por ‘Duro de domar’.
Ahora, ambos brillan en la nueva obra del dramaturgo Matías Feldman, ‘Reverso’, en la que comparten escenario con Carla Peterson, Marco Antonio Caponi, Nicolás García Hume y Diego Cremonesi.
“Es una oportunidad de despliegue para el actor que cada uno lleva adentro, porque es una obra que te permite pasar por muchos lugares e ir muy a fondo con el registro que se nos pide”, resaltó Emilia en charla con La Prensa acerca de la pieza que ya va por su segunda temporada en el Paseo La Plaza.
Isola, por su parte, ya había trabajado con Feldman en ‘La traducción’, una obra derivada del proyecto de investigación teatral ‘Pruebas’, en la que el director se propuso experimentar maneras de cambiar los códigos teatrales. Vale la aclaración porque ‘Reverso’ también se aleja de los cánones tradicionales planteando una trama que transcurre en la realidad virtual.
Y justamente son los personajes de Isola y Claudeville -pareja del Feldman en la vida real- los encargados de marcar un registro bien histriónico: en la pieza encarnan a dos avatares creados por la mente de Tes (Peterson), una mujer que queda atrapada en el metaverso luego de sufrir un hecho traumático. “Creo que el hallazgo de Matías en su dramaturgia es poder ver que la virtualidad es una escena teatral”, declara el actor.
UN JUEGO SERIO
-¿La temática de la obra les da la licencia de jugar arriba del escenario?
(E. Claudeville) -Sí, pero es un juego muy exigente, muy serio. Es una oportunidad de despliegue para el actor que cada uno lleva adentro porque es una obra que permite pasar por mucho lugares e ir muy a fondo con el registro que se nos pide. Entonces sí, se nos da ese permiso para irnos lejos, pero no deja de ser un juego serio.
(J. Isola) -Completamente de acuerdo, jugamos con muchísima profundidad y eso nos divierte mucho en el escenario y por fuera de él también. Somo un equipo muy lúdico.
-¿Les sorprende la respuesta del público?
(JI) - A mi me gusta decir que el teatro es una tecnología muy antigua, porque la convención teatral nos deja movernos de un mundo a otro, utilizamos esa tecnología y creo que el hallazgo de Matías en su dramaturgia es poder ver que la virtualidad es una escena teatral. Tenemos un show virtual que nosotros decoramos con cosas que pensamos que la gente quiere ver. Me parece que desde esa comunicación, es muy potente la obra. Nosotros somos contemporáneos a un cambio radical y creo que es muy buena la analogía de que nosotros hacemos teatro, que es una tecnología antiquísima y que por suerte sigue funcionando.
(EC) -No me gusta decir que una obra o una película son necesarias pero sí, esta es una temática que nos interpela a todos. Estamos completamente mezclados en esa especie de limbo que en la obra se nombra y donde es difícil distinguir si estás en la realidad o la virtualidad porque estamos bastante mezclados, y cada vez más. Cada vez es más difícil separar ambos mundos, entonces creo que el público responde bien porque se siente identificado con lo que está pasando. Algo que en este caso la obra lo lleva a un extremo para contar una historia, pero estamos todos interpelados por eso, es una temática que interesa y conmueve.
¿MATRIX REAL?
Se sabe que las redes dan para todo. Recientemente se viralizó la historia de una mujer que asegura que el mundo real es una simulación y para comprobarlo agrede físicamente a transeúntes desprevenidos al grito de “¡sos un holograma!” Consultados acerca de qué piensan sobre este tipo de teorías conspirativas tan populares en estos tiempos, Isola no duda en responder: “Creo en todas y también en las sirenas y los extraterrestres”. “Me encantaría que sea todo una matrix de la que me pueda desconectar y pasar a otro lado”.
-¿Cómo se llevan con la tecnología?
(JI) -Yo me llevo hasta ahí, tengo que aprender muchísimo a nivel de comunicar porque soy actor y no produzco tanto pero sí consumo. Eso tengo que verlo en terapia pero porque uno puede perder mucho tiempo en ese scroll infinito, que a veces es horrible. Es algo que te puede alienar y también te puede conectar; sin duda tiene cosas buenas y malas. El teatro es un principio colectivo y no tan conectivo como plantean las redes, por eso lo disfruto mucho más que estar scrolleando en el sillón.
(EC) -Definitivamente, es algo que tenemos que entrenarlo o quizás las personas que no lo tenemos tan a mano debemos exigirnos hacerlo, porque tal vez nuestro trabajo nos lo pide, hay que hacerse cargo de eso. Pero si de gusto y de preferencias se trata, para mí la presencia en cuerpo y forma conmueve todavía mucho más.
-Muchos actores aseguran que la gran contra de su profesión es la incertidumbre laboral, ¿coinciden con eso?
(JI) -La profesión nuestra está completamente vinculada con la incertidumbre. Este no es un mercado tan grande, no hay tantas propuestas, y ahora menos, porque la cultura está completamente en crisis y atacada por muchísimas medidas de la actual administración. Entonces siento que está todavía más reforzado ese sentimiento de incertidumbre. Esperemos que todo mejore y podamos seguir trabajando. Creo que hacer teatro en este momento es un espacio de resistencia. Que la obra sea de humor es el mejor vehículo para poder comunicarnos y espero que pase eso.
-¿Qué les da el teatro que quizás no les brinda otro formato?
(EC) -Creo que el intercambio que ocurre entre la actriz y el espectador, eso que va pasando mientras ocurre la cosa, es la gloria; eso no pasa en ningún otro formato. Ahí hay un acuerdo al que llegás con el espectador que decís: ‘che, hermano, estoy acá, creéme todo lo que te propongo, yo te necesito a vos para que la experiencia teatral ocurra’. Hay algo de ese intercambio que hace que el espectador sea igual de protagonista que la persona que está en escena. Eso me conmueve, es casi como un ritual preciado.
(JI) -El teatro me da deseo, existencia, humanidad y esperanza.